Mi experiencia al enseñarle a mi hijo a lavarse los dientes
Mantener una buena higiene bucodental es extremadamente importante para prevenir caries, infecciones y enfermedades. Los hábitos de higiene bucal se deben aprender de niños, por eso los padres debemos estar atentos a la etapa de la dentición para comenzar a educar a nuestros hijos en el cuidado de la boca.
Como psicopedagoga que soy escucho con frecuencia a muchas madres manifestar su preocupación por la higiene dental de sus hijos, pues los pequeños ven como un engorro el lavarse los dientes. También soy madre y entiendo perfectamente de qué hablan esas mujeres, por eso, hoy quiero contarte mi experiencia al enseñarle a mi hijo a lavarse bien los dientes.
Cómo NO debes enseñar a tu hijo a lavarse los dientes
Algunas madres bien intencionadas utilizan un método poco adecuado para enseñarles a sus hijos a lavarse los dientes. Por ejemplo, algunas obligan a sus niños a cepillarse, sin darse cuenta de que, al obligar al niño a hacer algo contra su voluntad, solo consiguen generar en ellos rechazo.
Otras madres optaron por esperar a que sus niños sean mayores para que aprendieran a usar el cepillo de dientes ellos mismos. ¿Te imaginas las bocas de esos niños?
Estos son algunos ejemplos de lo que no debes hacer. Si tu niño no coge el hábito de cepillarse los dientes a temprana edad luego no sentirá que eso sea una necesidad ni tampoco algo que deba realizar, por lo que después también le parecerá una imposición. Además, corres el riesgo de que le salgan caries en los dientes de leche (que después se pasan al definitivo).
No se trata de conseguir que tu hijo se lleve a la boca el cepillo, sino de que aprenda cómo usarlo y la importancia de tener dientes limpios.
Mis trucos para enseñarle a mi hijo a lavarse los dientes
Siendo consciente de lo citado anteriormente, cuando empecé a preparar a mi hijo para lavarse los dientes, le compré su cepillo y su pasta, y un día me lo llevé al baño mientras yo me lavaba los dientes. Él me miraba y se reía.
Al día siguiente hice lo mismo y le prepararé su cepillo de dientes, pero no quería cogerlo, así que no le forcé.
Al tercer día le ofrecí el cepillo, lo cogió y chupó la pasta de dientes. Al siguiente mordió el cepillo, a los días empezó a frotarse, después me dejó que le ayudase, y al día de hoy nos lavamos los dientes juntos. Sin forzar, ni obligar, el momento de cepillarnos los dientes es divertido.