En solo un mes en el cargo, Trump sacude la esencia de lo que ha sido Estados Unidos
El presidente Donald Trump avanza a toda máquina y con fuerza arrolladora para romper el orden existente y remodelar a Estados Unidos tanto a nivel nacional como internacional. Le gusta cómo suena llamarse a sí mismo rey.
Es difícil seguirle el ritmo. Para cuando intentas procesar un hecho importante —quiere poder controlar a Groenlandia, Canadá, el canal de Panamá y la Franja de Gaza, al tiempo que se aleja de alianzas históricas y de Ucrania— ya ha despedido a miles de empleados federales y luego trata de reincorporar a algunos; genera dudas sobre si obedecerá las leyes que no le gustan; ordena un cambio radical en los objetivos de un departamento tras otro; declara que solo existen dos géneros; y anuncia más aranceles, los suspende y luego impone otros.
Sus seguidores más fieles están encantados. Quienes no lo apoyan observan con angustia. El país está lejos de alcanzar un consenso sobre qué hace grande a Estados Unidos y qué podría hundirlo.
Lo innegable es que Trump ha impulsado el cambio de rumbo más drástico del país al menos desde Franklin D. Roosevelt durante la Gran Depresión. Pero todavía no se pueden determinar las implicaciones a largo plazo de su reajuste nacional, ni, por extensión, de su propio legado.
Para Steve Bannon, figura clave de la consigna 'Make America Great Again', es como disparar en todas direcciones para confundir al enemigo. El 'bombardeo' ha alcanzado ya a varios líderes extranjeros y a muchos servidores públicos.
Paul Light, experto en el funcionamiento del gobierno, recurre a otra analogía: "Es un volcán interminable. Simplemente no se detiene". Max Stier, de la organización Partnership for Public Service, advierte: "Básicamente estamos jugando a la ruleta rusa, y le acaban de añadir muchas más balas".
¿O es más bien una "quema controlada", como la describe Kevin Roberts, arquitecto del Proyecto 2025 de la conservadora Heritage Foundation? "Una quema controlada destruye la maleza peligrosa para que todo el bosque pueda florecer", sostiene.
Los opositores políticos de Trump están evaluando qué batallas vale la pena pelear, con tantas entre las que elegir. "Los demócratas no van a participar en las olimpiadas de la indignación", dijo el representante Jake Auchincloss de Massachusetts,.
Las encuestas sugieren que poco menos de la mitad de los adultos en Estados Unidos aprueban la gestión del republicano, un leve aumento en comparación con la aprobación del demócrata Joe Biden cuando dejó la Casa Blanca en enero.
Los cambios que ha hecho Trump en un mes en el cargo
En su primer mes, Trump dio un giro radical en política exterior: renunció al compromiso histórico de defender a los de la OTAN en caso de ataque, parece estar tendiendo la mano a Rusia y suspendió la mayor parte de la ayuda exterior de Estados Unidos. Washington, que había sido un firme aliado de Ucrania durante tres años, de repente se ha convertido en su crítico.
En el ámbito nacional, la avalancha de órdenes ejecutivas y directivas de Trump va más allá del funcionamiento del gobierno y se extiende hasta la cultura.
Tanto las juntas corporativas como el propio gobierno están desmantelando sus programas de diversidad, equidad e inclusión en sintonía con el naciente nuevo orden, aunque un juez bloqueó en gran medida el mandato de Trump el pasado viernes. Además, se está presionando a las instituciones para que eliminen cualquier reconocimiento o ajuste para las personas transgénero, bajo la amenaza de perder fondos federales si no lo hacen.
Hasta qué punto todo esto prevalecerá dependerá en gran medida de los tribunales. El Congreso, controlado por los republicanos, ha sido complaciente mientras Trump avanza con su agenda mediante acciones ejecutivas en lugar de legislaciones.
Principios republicanos de larga data, como el apoyo al libre comercio y las sólidas garantías de seguridad lideradas por Estados Unidos contra adversarios extranjeros, han quedado relegados por el momento.
Históricamente, los republicanos también han defendido la autonomía de los gobiernos estatales y locales frente a imposiciones de Washington. Pero la istración de Trump hizo exactamente lo contrario esta semana, al detener los nuevos peajes para viajeros en la ciudad de Nueva York.
Trump se apresuró a atribuirse el mérito. "¡Larga vida al rey!", publicó en mayúsculas, refiriéndose a sí mismo.
La arremetida del gobierno de Trump contra trabajadores federales
En medio de la convulsión en la istración pública, una reducción generalizada de personal se ha combinado con el despido selectivo de altos funcionarios considerados desleales a Trump o como un obstáculo para sus objetivos. Multitudes de servidores públicos no políticos, que normalmente permanecen en sus puestos cuando cambia la istración, han sido expulsados.
Funcionarios de alto nivel encargados de garantizar la transparencia y la rendición de cuentas en las agencias se encuentran entre los purgados. Casi 20 inspectores generales de departamentos fueron despedidos sin el aviso legal requerido de 30 días. Trump también destituyó a una docena de fiscales federales de carrera que habían trabajado en casos penales contra él, golpeando el núcleo de lo que él llama el "Estado profundo".
El Congreso, que tiene el poder del presupuesto, ha permitido que el presidente lo ejerza en su lugar, dejando hasta ahora que los jueces federales decidan cuándo ponerle límites. El resultado inicial ha sido recortes masivos o congelaciones en subvenciones y otros gastos que el Congreso aprobó por ley, pero que Trump está bloqueando por su cuenta si los tribunales se lo permiten.
"El último mes ha sido completamente único en la historia de Estados Unidos", dijo Cal Jillson, experto en derecho constitucional y presidencia en la Universidad Metodista del Sur. "Nunca hemos tenido un presidente estadounidense que actuara con tanta determinación desafiando la ley y la Constitución. Estamos en un lugar peligroso".
Sin embargo, para Trump y Elon Musk, la amenaza a la democracia no proviene de ellos, sino de los funcionarios no elegidos que se resisten a la agenda de un presidente legítimamente electo.
"Existe una vasta burocracia federal que se opone implacablemente al presidente y al gabinete", dijo Musk, el magnate que encabeza la depuración de la istración pública impulsada por Trump. "Si la voluntad del presidente no se implementa y el presidente representa al pueblo, eso significa que la voluntad del pueblo no se está implementando. Y eso significa que no vivimos en una democracia".
Algunas encuestas de este mes presentan señales de advertencia para Trump. Más de la mitad de los adultos (57%) en una encuesta de The Washington Post/Ipsos consideró que ha excedido su autoridad desde que asumió el cargo. Más de la mitad (55%) en un sondeo de CNN/SSRS afirmó que no ha prestado atención a los problemas más urgentes.
En esencia, este sigue siendo un país dividido en dos mitades, y Trump es responsable de liderarlo en su totalidad. Para una gran parte de los estadounidenses, él no puede hacer nada mal. Para la otra, no puede hacer nada bien.
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