"Estoy angustiada", dice la niña que iba a ser deportada sola a El Salvador al saber que su caso se resolverá en octubre
HOUSTON, Texas.- 24 de octubre de 2019. Esa es la fecha en la que la jueza de inmigración Clarease Rankin Yates decidirá el caso de la niña salvadoreña de 11 años que iba a ser deportada sola a su país y también el de su madre y su hermana.
"Estoy angustiada", dice la niña Laura Maradiaga a Univision Noticias. "Volver a El Salvador me haría sentir mal porque sería volver a la misma delincuencia".
La abogada Silvia Mintz explicó en el pasillo de la corte que en los meses que vienen la familia se dedicará a consolidar la evidencia necesaria para que el asilo proceda y puedan permanecer legalmente en Estados Unidos. "Vamos a demostrar que son parte de un grupo particular y que por eso fueron perseguidas y han sufrido amenazas y torturas", dijo Mintz.
La evidencia que necesitan es la que sustenta el acoso sufrido por la familia. Todo empezó con la muerte del hermano de la madre de Laura, Dora Alvarado. Él vio como de la pandilla Barrio 18 asesinaban a un amigo y decidió testificar ante un juez en contra de los culpables, algo que pocas personas en El Salvador se atreven a hacer por temor a las consecuencias dada la complicidad que existe entre las autoridades —policías e incluso jueces— y los pandilleros. Como represalia por aquella denuncia, dos sobrinos más de la familia fueron asesinados y luego, dos más desaparecieron. Nunca hallaron sus cuerpos.
Un miembro de la misma pandilla luego acosó a la hermana de Laura, Adamaris, de 15 años. Le obligaba a que fuera su novia. Si se negaba, la amenaza era clara: su madre sufriría las consecuencias. El miedo la paralizó a tal punto que levantó su propio muro: no salió más de la casa ni para ir a la escuela. Estas amenazas fueron las que terminaron de convencer a la madre de que quedarse en El Salvador las llevaría a sumar una tragedia más a la familia.
El caso de Laura Maradiaga se dio a conocer en todo el país porque estuvo a punto de ser deportada sola a El Salvador. Después de que llegaron a Texas en octubre de 2018, les asignaron su primera cita en la corte para el 2 de febrero, pero el gobierno seguía cerrado en medio de la disputa del presidente Donald Trump con los congresistas para que le aprobaran los fondos para el muro fronterizo. Llegó entonces una nueva cita para el 12 de marzo, pero solo para su madre y su hermana, y aún así las tres se presentaron. El citatorio de Laura no llegó. La única carta que recibieron dirigida a la niña era su orden de deportación.
Pero un juez aceptó reabrir el caso y con eso le permitió pelear su caso de asilo.
"Me quedo pensativa"
El lunes al salir de la corte, las mujeres Maradiaga Alvarado fueron a almorzar juntas. Katherine, la hermana mayor y quien también tiene otra petición de asilo en California, las invitó para relajarse tras conocer lo cerca que está la nueva fecha de corte, decisiva para la familia.
"Estoy sorprendida porque el caso está avanzando muy rápido", dice Katherine, quien llegó a Estados Unidos en 2016 también huyendo del acoso de las pandillas a su familia y cuya audiencia está fechada para febrero de 2020 por el atraso que existe en las cortes de inmigración. "Estoy feliz y a la vez preocupada por no saber qué pasará".
"La verdad, me quedo pensativa", señala la madre, que no podía disimular la preocupación en su rostro. "Esperamos que todo salga a nuestro favor".
En Houston, Laura no ha perdido el tiempo. Va a la escuela, ya tiene amigas y materia favorita: las matemáticas. El 27 de mayo cumple 12 años y los celebrará por primera vez en Estados Unidos. Ya está preparando una fiesta en un parque y aún no se decide por el personaje de su piñata.
Dora Alvarado invoca a Dios en todo momento para que la decisión de la jueza Yates sea aprobarles el asilo. Cree que con la cobertura que ha tenido el caso, "las pandillas se alborotaron más" y están pendientes de qué va a pasar con ellas. Eso le han contado sus vecinos en El Salvador. "Tenemos mucho miedo (...) Si nos deportan no vamos a tener paz. Espero que la jueza se ponga la mano en el corazón".