Muere Ernesto Cardenal, “poeta, sacerdote y revolucionario” que se enfrentó al régimen de Ortega

MANAGUA, Nicaragua.- Iberoamérica ha perdido a uno de sus poetas más potentes: el padre Ernesto Cardenal, eterno candidato para el Nobel de Literatura, ganador en 2012 del Premio Reina Sofía de Poesía, y figura clave de la Teología de la Liberación. Cardenal falleció este domingo en la ciudad de Managua debido a complicaciones de salud muy acordes a su edad: 95 años cumplidos con el rigor de su compromiso inclaudicable con los versos y la justicia social. Su asistente Luz Marina Acosta aseguró que Cardenal sufría problemas renales y cardíacos.
“Soy poeta, sacerdote y revolucionario”, se definió en 2012 el hombre que fue amonestado por el papa Juan Pablo II por hacer una revolución que, años más tarde, fue “secuestrada y traicionada” por Daniel Ortega y Rosario Murillo. Desde 1994, Cardenal quebró con el Frente Sandinista, y calificó como “dictadura” a la istración de sus antiguos compañeros de lucha, cuando nadie se atrevía a decirlo abiertamente en Nicaragua.
No está clara cuál será la reacción oficial del gobierno Ortega-Murillo ante el fallecimiento de Cardenal, tomando en cuenta que es considerado ya como uno de los grandes representantes de la literatura universal. Por ahora la istración sandinista ha declarado tres días de luto nacional por esta muerte que resuena en las letras hispanas, y decenas de otros idiomas a los cuales la obra del poeta fue traducida.
Cardenal siguió a pulso la actual crisis sociopolítica que atraviesa Nicaragua, pese a su edad. Encerrado en su casa en Los Robles, en su frugal cuarto, el poeta se enteró el l4 de septiembre de 2018 que había ganado otro galardón por “su lucha en favor de los derechos humanos y la solidaridad”: el Premio Internacional Mario Benedetti. El poeta trapense y referente mundial de la Teología de la Liberación dedicó el premio al jovencito de 15 años Álvaro Conrado, asesinado por un francotirador el 20 de abril, mientras participaba en las protestas pacificas contra el gobierno Ortega-Murillo.
“Debido a mi avanzada edad no puedo asistir a mi querido país de Uruguay. Al de mi gran amigo entrañable Mario Benedetti”, dijo Cardenal en un video. En cambio, envió a la madre de Álvaro Conrado, Lisette Dávila, a recibir la distinción literaria.
“Alvarito Conrado fue asesinado por un francotirador mandado por el régimen que actualmente tenemos, que es criminal y asesino”, dijo sin titubeo el poeta. “Había orden de no atender a ninguna de las víctimas de este régimen en los hospitales, y se negaron a atender a Alvarito que estaba herido, por lo cual murió. De manera que fue asesinado por el régimen. Es héroe y mártir. Su delito fue haber llevado agua a quienes estaban en rebelión pacífica”, criticó Cardenal, quien era una de las voces morales más respetadas en Nicaragua.
Cardenal, nacido en la colonial ciudad de Granada en 1925, fue un poeta y rebelde desde siempre. Su esencia la vertió en sus versos: el deseo de las mujeres en sus Epigramas, la inquietud sobre Dios, su espíritu revolucionario en sus poemas contra la dictadura somocista, el estudio del cosmos, sus salmos, la convicción de la justicia social, y la famosa 'Oración a Marilyn Monroe'.
Cardenal fue consecuente en todo. Hasta en las pequeñas cosas de la vida diaria. En sus aposentos y su oficina en el Centro Nicaragüense de Escritores solo mantenía una hamaca, una pequeña cama, y sus libros. Era un tanto huraño, cascarrabias, pero siempre estaba dispuesto a hablar, sobre todo de poesía y las estrellas, a las que ahora ha viajado definitivamente.
Las represalias de Rosario Murillo
Cardenal pasó su vejez dedicado al estudio del cosmos. Ese afán lo engarzó con poesía. 'Cántico Cósmico' es una monumental obra en la que hace converger a la ciencia y la religión. Pero no estábamos frente a un poeta cuyo fin era la contemplación. El padre estaba al tanto y actuaba sobre los sucesos políticos en Nicaragua.
El exministro de Cultura durante la Revolución Sandinista consideraba inmoral la deriva autoritaria de la dupla Ortega-Murillo frente a los ideales de Augusto Sandino, el padre del sandinismo, que se opuso a la intervención norteamericana a principios del siglo pasado. Cardenal muchas veces advirtió que Ortega y Murillo se convirtieron en “dos dictadores de corte dinástico”.
No obstante, sin importar el respeto internacional del poeta, el gobierno de Ortega arremetió contra él en 2017. La vicepresidenta Rosario Murillo ordenó una persecución judicial y le impuso una multa de 800,000 dólares, que luego fue retirada ante el repudio del mundo de la poesía, al cual Murillo siempre ha querido pertenecer sin éxito. En esa ocasión, poetas de decenas de nacionalidades estaban reunidos en el Festival Internacional de Poesía de Granada y le mostraron su solidaridad a Cardenal.
Andando en su silla de ruedas y acompañado de su fiel asistente, la escritora Luz Marina Acosta, Cardenal llegó esa vez al festival vestido como siempre: sandalias, jeans azules, guayabera blanca y la boina negra que aplacaba su pelo cano. Antes de subir al podio a leer su poesía aclamada en varios idiomas, el poeta dijo a Univision Noticias en la Casa de los Tres Mundos: “Me alegra que el mundo entero se esté enterando de que soy un perseguido político en Nicaragua. Perseguido por el gobierno de Daniel Ortega y su mujer, que son dueños de todo el país, hasta de la justicia, de la policía y del Ejército. No te puedo decir más, porque esta es una dictadura”.
Solentiname y el Canal chino que no fue
A la persecución judicial contra el poeta le precedió otro altercado. Cardenal se opuso fervientemente a la construcción del Canal Interoceánico, una mega obra impulsada por Daniel Ortega y un misterioso empresario chino llamado Wang Jing. El faraónico proyecto —que nunca fue— partiría en dos a Nicaragua, y atravesaría el gran Lago Cocibolca, la principal reserva de agua potable de Centroamérica. Los efectos ambientales afectarían Solentiname, el archipiélago donde Cardenal fundó en 1965 una comunidad cristiana. A sus más de ochenta años, Cardenal hizo varios viajes transatlánticos para denunciar la aventura canalera.
Solentiname es un conjunto de islotes de poco más de 4,000 hectáreas de tamaño. En esos islotes convive una congregación cristiana formada por campesinos a quienes Cardenal les enseñó escultura y pintura primitivista. Rodeado de agua dulce del Cocibolca y el follaje agreste, Cardenal se inspiró en Solentiname para escribir su famoso ' Evangelio de Solentiname'. El mito alrededor de Solentiname alcanzó fama mundial. Durante cada Semana Santa, los turistas que llegaban a los islotes podían encontrar a Cardenal oficiando la Misa Campesina o verlo abstraído en la lectura en una humilde cabaña de madera, en la que dormía en una pequeña litera.
En 1976, Cardenal llevó de forma clandestina a Julio Cortázar al archipiélago, cuando el autor de 'Rayuela' estaba de visita en Costa Rica. Era una incursión osada. Eran los fragores de la lucha guerrillera sandinista y Cardenal era considerado rebelde por el régimen. El joven sacerdote y discípulo de Thomas Merton criticaba duramente en sus versos al dictador Somoza.
Con el triunfo de la Revolución Sandinista, en 1979, Cardenal fue designado ministro de Cultura. La defensa que hizo del proceso revolucionario le costó en 1984 —en medio de la Guerra Fría— que el papa Juan Pablo II le cancelara el ejercicio del sacerdocio. El Papa polaco no estaba de acuerdo con un cura revolucionario y predicador de la Teología de la Liberación, una doctrina considerada contraria a la fe católica por algunos cristianos.
En febrero de 2019, el papa Francisco levantó la suspensión canónica contra Cardenal. El sacerdote trapense volvió a oficiar misa en una cama de hospital, junto al nuncio vaticano Waldermar Sommertag, quien le entregó la notificación del Pontífice.
Desde que quebró con el sandinismo controlado por Ortega y Murillo, Cardenal criticó el autoritarismo de la pareja presidencial. Cardenal continuó su proceso literario y su crítica por lo que consideraba una “dictadura”. Al mismo tiempo, nunca dejó de leer y escribir. Su muerte ha trastocado las letras nicaragüenses, ya que Cardenal es considerado el referente literario de ese país después de Rubén Darío.
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