La adicción es una enfermedad: por qué deberíamos ser más compasivos
Varios medios reportaron que Demi Lovato había sufrido una sobredosis. La cantante y exestrella de Disney ya había compartido de forma pública su lucha contra la adicción al uso de sustancias. En marzo, celebró en su cuenta de Instagram que había cumplido 6 años de sobriedad y hace poco estrenó su canción «Sober», que relata una recaída.
Aunque el apoyo de sus fans y colegas fue poderoso, dentro de la opinión pública también comenzaron a aparecer discursos que juzgan, condenan o subestiman la lucha de la cantante.
Más allá de demostrar una falta de empatía hacia los demás, estos comentarios son la cara visible de un estigma hacia las personas que viven con la adicción.
Una enfermedad de la que hay que ocuparse
La Organización Mundial de la Salud ubica a las adicciones dentro de los «desórdenes por uso de sustancias o comportamientos adictivos». Ya a esta altura sabemos que una persona no solo puede ser adicta a sustancias legales o ilegales, también existe la adicción comportamientos como el juego, el sexo, las compras, las relaciones amorosas o incluso los videojuegos.
Aunque muchos critican este enfoque porque creen que victimiza al adicto, otros no están de acuerdo. El doctor Adrian Blotner del centro de tratamiento de adicciones Lakeview Health piensa que considerar a la adicción como una enfermedad levanta el peso de la culpa de los hombros de las personas, pero no las convierte en individuos incapaces de lidiar con el problema. «El paciente también tiene la obligación de buscar tratamiento y mejorar», afirma.
Lo mismo ocurre con la diabetes. ¿Es tu culpa? No. ¿Tienes la responsabilidad de seguir un tratamiento para mejorar? Claro.
Los peligros de la moral
A lo largo de la historia, por mucho tiempo nuestros ancestros asociaron las adicciones con la moral y las atribuyeron a una «falta de carácter», voluntad, o incluso a una condición moral inferior. Y, aunque nos pese, es una herencia que mantenemos. En lugar de tratar a los adictos con empatía, los humillamos, los marginamos.
La psicoterapeuta Beverly Engel explica en Psychology Today que una de las armas más poderosas para ayudar a un adicto es la compasión. Los adictos ya de por sí viven rodeados de vergüenza y culpa por no lograr cumplir con las expectativas que tienen de ellos. Condenarlos o acusarlos solo los avergonzará más y llevará a un círculo vicioso que no será bueno para nadie.
Cómo ayudar a alguien
Aunque nos pese, el protagonista de su recuperación debe ser el propio adicto. No puedes recorrer el camino por él, pero puedes trabajar en tus propios sentimientos sobre el tema para ayudarlo de la mejor manera posible. Existen varios grupos de apoyo a familiares y amigos de adictos, y probablemente haya uno en tu localidad.
Asimismo, a partir de 1930 comenzaron a surgir grupos de apoyo autogestionados como Alcohólicos Anónimos. Ese y Narcóticos Anónimos son los más conocidos, pero ten en cuenta que hoy en día hay muchísimos grupos especializados en los diferentes tipos de adicciones. Estas son buenas opciones para quienes quieren comenzar su proceso de recuperación, aunque los tratamientos psiquiátricos o psicológicos también son populares.
Aunque la adicción no te toque directamente, todos deberíamos entender que las recuperaciones no son para nada fáciles. Las recaídas son frecuentes, pero no quieren decir que se vuelve al punto de partida.