Existen diferentes tipos de berrinches y conocerlos te ayudará a saber cómo tratarlos
Los berrinches en niños pequeños no son sinónimo de una mala educación, más bien son una parte normal del crecimiento, por lo que se vuelven el pan de cada día para muchos papás.
Es casi imposible evitarlos, porque se trata de una expresión de frustración que siente un niño ante cierto desafío. La ira que se desencadena termina por convertirse en una rabieta.
Algo importante a destacar es que no todas las rabietas son iguales y cada una debe solucionarse de distinta forma.
Estos son los dos tipos de berrinches más comunes que existen y cómo deben ser solucionados.
Berrinche manipulativo
Este tipo de berrinche es el más conocido y suele aparecer cuando el niño quiere imponer su voluntad; por lo tanto, hace un rabieta para lograr sus objetivos.
Durante un berrinche manipulativo, el niño es consciente de lo que hace porque tiene la firme intensión de salirse con la suya.
Esta rabieta no es muy intensa —aunque patalee, llore o grite con todas sus ganas—, porque una vez alcanzado su objetivo regresa a la calma.
Aunque los padres y aquellos a su alrededor puedan sentirse abrumados con este comportamiento, la mejor forma para calmarlos es mostrarse firme e ignorar el berrinche.
Si los adultos ceden, entonces el niño aprenderán que una rabieta puede llegar a ser recompensada y lo más probable es que continúe haciéndolas.
Otra opción puede ser retirarse de su presencia, pues sin espectadores no vale la pena hacer un berrinche. Si se están en casa se puede salir un momento hasta que se recupere la calma.
Si el niño comienza a patalear o golpear, hay que sostenerlo hasta que se calme y dejarle claro que con berrinches no van a llamar la atención de nadie. También hay que pedirles que expresen su molestia con palabras.
Berrinche temperamental
Está relacionado con un suceso que agrede el temperamento del niño y provoca que pierda el control.
Esta rabieta es inconsciente y no planeada, por lo que está por encima del niño. Eso lo hace más intenso y espontáneo.
Un ejemplo de este tipo es cuando un niño de carácter competitivo o perfeccionista no puede evitar reaccionar con un berrinche ante la decepción de perder. En este caso, es un comportamiento que surgió producto de su temperamento innato.
El berrinche temperamental no tiene objetivo alguno, solo es una reacción provocada por su forma de ser. Para los padres, puede producir sentimientos de tristeza y preocupación ver a su hijo en ese estado.
Así que para calmar este tipo de rabieta hay que encontrar y entender el motivo que lo provocó. En este caso, es importante que los padres sean amables y tolerantes e intenten calmar con palabras al pequeño.
Solución para ambos casos
Sin importar si se trata de un berrinche manipulativo o temperamental, la mejor opción para calmar una rabieta es distrayendo a los niños; es decir, sacarlos repentinamente de la actividad que lo está provocando e iniciarlos en una diferente.
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