{ "@context": "http://schema.org", "@type": "BreadcrumbList", "itemListElement": [ { "@type": "ListItem", "position": 1, "item": { "@id": "/estilo-de-vida", "name": "Estilo De Vida" } } ] }
null: nullpx

Lo que Playboy se llevó

Ya lo escuchamos todos, hombres y mujeres por igual: con el anuncio del cese de desnudos en las páginas de Playboy, se pone fin a una era.
14 Oct 2015 – 02:20 PM EDT
Comparte
Default image alt

Por Andrea Mireille

Hace 62 años inició la travesía de Hugh Hefner, el hombre que fue tachado de inmoral por la parte de la sociedad y por toda la ultraderecha norteamericana. Incluso fue detenido en 1963 por vender "material obsceno", cuando la desbordante anatomía de Jane Mansfield apareció en sus páginas. Lo cierto es que Playboy se ha vuelto obsoleta de a poco: de vender poco más de cinco millones de ejemplares, ahora sólo alcanza 800 mil; es parte de un fenómeno que ha afectado ya a otras publicaciones: Penthouse, su principal competidor, fue prácticamente borrado por el mundo digital.

Ante esta situación, la revista ha optado por dejar de publicar desnudos totales y rediseñar su concepto, que incluirá a una columnista sexual, fotografías sugerentes y contenidos women friendly para intentar captar un mayor público femenino, a pesar de que el 40% de los suscriptores son mujeres. La misión suena complicada si recordamos las declaraciones de Holly Madison, quien destrozó los sueños de sexo interminable, glamour y placer, al señalar en su libro Down the Rabbit Hole: Curious Adventures and Cautrionary Tales of a Former Playboy Bunny que Hefner ve como trozos de carne a las mujeres, tiene "presas" a sus parejas y al resto de las conejitas, y su desempeño sexual deja mucho que desear.

Como sea, Hefner y Playboy son leyenda. Leyenda viva. Las páginas de la revista fueron, para un número incalculable de hombres, la entrada al sexo, la llave para explorar el cuerpo femenino y el propio. Sus páginas centrales eran para muchos un rito obligado y hubo un tiempo en que la aparición de cada número era añorada por incontables caballeros, quienes, según cuenta la otra leyenda, le decían a sus parejas o esposas que la principal razón para comprarla no eran los desnudos, sino la narrativa, las investigaciones y las entrevistas con artistas y personajes de la política.

Las fotos a todo color, las famosísimas páginas centrales y el fastuoso mundo de gazné, batas satinadas, martinis, conejitas y fiestas interminables se desmorona: basta una conexión a internet para tener de forma instantánea y gratuita un catálogo de fantasías o un show webcam al gusto del cliente. Ya no hay necesidad de esperar, ni de pedir al servicio postal que envuelva la revista para ocultarla de la inoportuna curiosidad de los vecinos, los niños o el enfado de la esposa. Los lectores han envejecido y la revista también.

Participación latina

A lo largo de esta larga historia de imágenes y deseos, diversas latinas aparecieron en la publicación. Pocas, sin duda, en proporción con la población hispanoamericana que habita esta nación. Sobre todo, poquísimas en portada, si bien varias alcanzaron la “categoría” de playmates.

La primera conejita de origen latino que apareció en páginas interiores fue la colombiana María Agudelo, mejor conocida como María Richwine. Por su parte, la actriz Elizabeth Aguilar es considerada la primera playmate mexicana, ya que en medio de críticas y un gran escándalo posó para la edición mexicana de la revista en 1984.

Otras latinas que han posado para Playboy son: la mexicana-salvadoreña Mya Barrymore, la argentina Lucía Salazar, la cubana Vida Guerra, la actriz Jessica Alba, la mexicana-filipina Arianny Celeste y la brasileña Gabriela Milagre. La ex Miss Universo Alicia Machado fue la primera latina que apareció en la portada de la edición estadounidense de la revista, en 2007, tras romper récord de ventas en la edición mexicana en 2006.


Raquel Pomplun se convirtió en 2013 en la única mujer de origen mexicano-americano que ha aparecido en la portada de la versión estadounidense. La chica, entonces de 25 años, incluso emitió un comunicado expresando su alegría al ser seleccionada: “No tengo palabras para describir lo emocionada que estoy de recibir este honor y agradezco la oportunidad de representar a  Playboy como la primera mexico-americana en ser Playmate del Año.  Playboy me ha mostrado una parte de mí que no conocía antes.” 

Less boobs, more money

Gabriel Bauducco fue durante varios años director de la edición mexicana de Playboy. Su última convención con editores de todo el mundo fue en 2013 en Londres. “El año anterior, 2012 —cuenta—, en Los Angeles, un participante presentó un trabajo llamado Less Boobs, More Money, literalmente, con una marca alterna, que sí llevaba el conejito y era un “by Playboy”: mucho más estilo de vida y más crónica-reportaje, sin desnudos. Mostraban un trabajo de seis meses donde confirmaban que los anunciantes que no estaban en Playboy, sí se anunciaban en el derivado de “by Playboy”, sin mujeres desnudas.

Es decir, la propia edición de Estados Unidos, herida por la crisis del print, al ver ese modelo (y con esos resultados), también se fue moviendo lentamente hacia un híbrido más dedicado al lifestyle.

Todo hay que ponerlo en perspectiva. Bauducco lo hace con puntería al recordar el contexto del nacimiento de Playboy, una época en la que:

  1. El aborto era ilegal,
  2. Un afroamericano no se podía sentar en el mismo autobús que un blanco,
  3. Una esposa podía ir presa por hacer sexo oral a su marido en su casa.

La proliferación de pornografía en Internet cambia la historia por completo. “Pasaron 62 años. Es cambiar o morir. Pero su surgimiento fue parte de una revolución social”, dice Bauducco.  Y hay que entender también que la inhibición a este cambio, lo que lo demoró, es que en el mundo hay muchos intereses creados alrededor del desnudo: chicas que querían aparecer y hacerse célebres, fotógrafos, editores, managers, staffs completos trabajando alrededor del desnudo. “El modelo editorial ya no resiste pagar cifras importantes por desnudar mujeres. No hay publicación a la que se pueda cargar esto al presupuesto”, sentencia Bauducco.

El contenido de desnudo ronda entre el 20 y 40% de la revista. Si esto se vuelca a la producción periodística, vendrá una etapa interesante. Recordemos, sí, que Fahrenheit 451, de Ray Bradbury, se publicó en Playboy por fascículos. De ese tamaño su importancia.

Abre oportunidad, pero también la empuja a un nicho de mercado sumamente competido, donde ya están Esquire, GQ, Details, el propio Vanity Fair, etcétera.

La moneda está en el aire

La carne es débil y Playboy también; los jóvenes que crecieron con ella han dejado de serlo y optaron por el streaming y el DVD; no sólo tendrá que competir con la abundancia de pornografía, sino con las redes sociales de cientos de jóvenes que publican sus semidesnudos a diario, pues, si se revisa la cuenta de Instagram de la revista y la de una usuaria promedio, es prácticamente imposible encontrar diferencias notables. Playboy también tendrá que superar el hecho de que ni siquiera es necesario buscar imágenes sexuales, basta flirtear con alguien a través de un dispositivo para obtener fotografías de quien sí está al alcance de nosotros y que probablemente se convertirá en nuestro compañero de cama.

En marzo del próximo año descubriremos si Playboy logra resucitar o se convierte en un recuerdo más, uno incluye talleres mecánicos tapizados con sus portadas y pilas de revistas en las estéticas para hombres, sin olvidar la hazaña que era sustraerlas y devolverlas de algún cajón o de la habitación del hermano mayor, además de la inusitada cursilería que llevaba a algunos a recortar sus fotos favoritas para atesorarlas. Es el fin de una era, todo por servir se acaba, renovarse o morir. Muchas de las playmates han declarado que lo difícil no es mostrar el cuerpo, sino el alma; quizá es tiempo de que comiencen a hacerlo.

Comparte
Widget Logo