Los tradicionales tomates secados al sol
Los exquisitos tomates secados al sol se consideran hoy en día un producto gourmet que se emplea para la confección de disímiles recetas, lo que les brinda un toque elegante y magnífico sabor.
Hagamos un poco de historia acerca del surgimiento de esta tradición. Antes de la creación de las más modernas técnicas de conservación de los alimentos, era necesario mantener algunos de ellos por largos períodos de tiempo. Los tomates tienen una época del año para su cosecha y el resto del tiempo era imposible tenerlos en la mesa. Actualmente el desarrollo de nuevas variedades y métodos de cultivo permite que se cosechen durante todo el año, pero no siempre fue así.
Este método surge en Italia para lograr conservar este producto de alguna manera y que formara parte de la alimentación por un mayor tiempo. La deshidratación natural a la que se someten inhibe el crecimiento de microorganismos que descomponen el producto fresco, y permite la formación de una capa que lo protege.
Hoy en día este producto es muy consumido en los Estados Unidos y se emplea como antipasto (aperitivo), solo con pan y aceite o en salsas acompañando a platos de la comida italiana, por ejemplo.
Les presento de una manera sencilla el método natural y artesanal empleado para lograr este maravilloso efecto en la conservación de los tomates.
Los llamados tomates de Roma son los más indicados por tener menos semillas, pero el proceso puede hacerse con cualquiera de los tantos tipos que hay.
En primer lugar, se cortan los tomates en mitades y se colocan sobre una bandeja levantada a cierta distancia del suelo. Se puede adicionar sal y, si se desea, algunas hierbas. Dejar que se sequen al sol de manera natural. El proceso puede durar desde 1 semana hasta 2 en función del clima y de la variedad empleada.
Debe protegerse el tomate de la lluvia y guardarse durante las noches o cubrirse para que no entre en o con el sereno nocturno. Algunos prefieren colocar durante el día una especie de mosquitero sobre los tomates para que no les caigan insectos o suciedades.
El producto debe quedar bien seco pero no crujiente. Puede conservarse en aceite y ajo en frascos de cristal y se aconseja llevarlos a refrigeración.
¡Prueba este método tú mismo!