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Terremotos

Voluntarios mantienen la ayuda en el colegio Rébsamen pese a la confusión con el rescate de la niña

Madres, padres y alumnos de la escuela en Ciudad de México que colapsó tras el fuerte terremoto no han parado de brindar asistencia a quienes perdieron a sus hijos y a los rescatistas que todavía trabajan en la remoción de escombros y el apuntalamiento de estructuras inestables.
22 Sep 2017 – 02:18 AM EDT
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Los emotivos ánimos que se vivían el miércoles por la tarde ante la esperanza de encontrar con vida a una niña entre los escombros del Colegio Rébsamen, se tornaron en desilusión para los cientos de voluntarios, rescatistas y reporteros que se encontraban detrás de los cercos de seguridad, cuando se confirmó que esa buena noticia nunca llegaría, pues esa menor no existió.

Sin embargo, Axel Rodrigo Ramírez Carbajal, uno de los alumnos que logró salir a salvo ante el derrumbe, continuaba entre el grupo de voluntarios, al lado de sus papás y su hermano, tratando de colaborar en las labores de rescate.

Vestido con una sudadera azul y un par de shorts a cuadros, Axel caminaba entre los voluntarios, oficiales del Ejército, la Marina y del personal de Protección Civil, siempre con los ojos alerta, atento a lo que se pudiera ofrecer.

“Estoy aquí tratando de ayudar. No solo porque yo estoy bien los demás no me van a importar. Estoy tratando de hacerlo porque mi mamá ya está conmigo, pero hay otros papás que no están con sus hijos”, dijo Axel a Univision Noticias, cuando en el lugar reinaba la confusión sobre si aún había niños atrapados entre los escombros.

Su mamá, Ivonne Carbajal, cuenta que vivió un calvario para poder encontrar a Axel entre el caos que generó el derrumbe, pese a que llegó menos de 10 minutos después de que dejó de sentirse el terremoto.

“Salí corriendo y cuando llegué, ver la escuela fue horrible. Los policías no nos dejaban pasar a los papás, pero tampoco nos decían que había niños en otro lado, hasta que las maestras nos avisaron. Cuando llegué al otro lugar no vi a mi hijo, entonces empecé a gritar para buscarlo. Después lo vi y para mí fue un milagro”, relató.

Ahora ella es una de las voluntarias más activas. Cuenta que el miércoles por la tarde, cuando el rescate de la supuesta niña parecía ser inminente y salían a pedir medicamentos y herramientas, subió a la motocicleta de otro voluntario y, sosteniendo una pancarta con la lista de ayuda, circuló por las calles aledañas hasta que consiguieron lo que necesitaban.

“En cuanto supe que mi hijo estaba bien, pensamos en juntar medicamento, ayuda, ar pediatras, gente que viniera. Yo creo que es una forma de agradecerle a Dios que nos permitió vernos con vida. Por eso he estado cerca con los otros padres. He venido todos los días, aunque a veces no nos permiten ayudar como quisiéramos”.

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Entre las labores de ayuda, el esposo de Ivonne se ha dedicado estos días a acarrear botes con escombros. Por su parte, su hijo mayor, pasó un rato de la tarde tratando de encontrar un casco para incluirse en el grupo de voluntarios que cortan las vigas de madera, necesarias para impedir que una loza se colapse.

“Los que tenemos a nuestros hijos con bien estamos ayudando a hacer brigadas, chats, a mantenernos al pendiente de lo que se necesita, sobre todo los que vivimos cerca de aquí. Yo vengo, pregunto, investigo y realizo las listas”, dijo Ivonne.

Ivonne aseguró que luego de una colaboración intensa, ella y los demás voluntarios comenzaron a sentir que los niños que fueron rescatados durante estos días, eran ya como los hijos de todos.

Como ellos, cientos de voluntarios trabajan como si fuera el primer día pese a la confusión que se generó al respecto de los niños que serían rescatados.

Desde dentro, en el lugar de los trabajos, ingenieros, voluntarios, militares y marinos trabajan en colocar vigas metálicas y sustituirlas por las de madera que estaban antes, para anticiparse ante un posible colapso en otra área de la escuela, según pudo constatar Univision Noticias el jueves por la tarde, luego de que un mando de la Secretaría de la Defensa Nacional permitió a varios medios acceder al lugar cerca de la zona del derrumbe.

Desde afuera del cerco el panorama es similar. Estefany Priscila Borboa García, una joven de 22 años, llegó desde la mañana del jueves con bolsas de suero para los perros de rescate y luego se quedó a ayudar en uno de los centros de acopio que están cerca del colegio Rébsamen.

“Aunque a lo largo del día nosotros no alcanzamos a enterarnos de lo que pasa en el lugar del derrumbe, sabemos que de alguna forma les ayudamos cuando vienen a pedirnos algo y les damos lo que necesitan”, dijo.

Otro es Miguel Meneses, un médico que comenzó a movilizarse desde el martes y que ayuda con atender a los voluntarios, rescatistas, familiares y vecinos que se sienten desmejorada su salud, ya que muchos llevan muchas horas ayudando sin parar.

“Nosotros hemos atendido a rescatistas que ya llevan aquí más de 48 horas, jóvenes que han aguantado mucho pero luego comienzan a sentirse mal. Les damos analgésicos, antibióticos, si llegan a tener una infección”, dijo.

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