"Fui directamente a subir por ella... y no me dejaron": el desolador testimonio de los padres de una niña colombiana desaparecida en el incendio de Londres
Desde hace dos días, el colombiano Ramiro Urbano vive una pesadilla entre el remordimiento y la incredulidad: su hija Jessica, de 12 años, lo llamó en la madrugada del miércoles pidiéndole ayuda cuando el edificio donde vivían en las afueras de Londres comenzó a ser devorado por las llamas.
Y él, que la había dejado durmiendo sola, no pudo subir a ayudarla.
“Sobre la 01:20 de la mañana me llamó y dijo 'ven a buscarme', pero no pudimos entrar allí", contó a una televisora británica.
La niña le insistió que fuera por ella, asegura. Le explicó dónde estaba: ya había bajado dos pisos ella sola, por la escalera de emergencia. Le dijo que fuera a buscarla. La llamada se cortó.
"Fui directamente a subir por ella, los bomberos ya estaban allí y no me dejaron subir, les dije que en el piso 20…piso 20... mi hija…".
Intentó llamarla nuevamente, una y otra vez. Una y otra vez durante toda la madrugada. Una y otra vez durante el día y la noche que siguió. Pero la línea de teléfono de la hija devolvía cada vez el mismo mensaje: sin servicio.
Desde entonces, la familia busca a la niña en todas las listas de heridos, pero al parecer, es una más del número todavía indeterminado de desaparecidos del incendio que dejó al menos 17 muertos.
Mientras, el jefe de los Bomberos de Londres, Dany Cotton, aseguró en una conferencia de prensa que ya no esperan encontrar sobrevivientes entre las cenizas y la devastación en las que quedó la Torre Grenfell, el edificio de 24 pisos habitado principalmente por latinos y emigrantes en el barrio de Notting Hill.
La madrugada de la pesadilla
La noche del incendio, Ramiro Urbano bajó un rato a casa de un amigo que vivía en el mismo bloque del edificio, mientras su hija Jessica, que cumpliría 13 años en los próximos meses, se quedó dormida en su habitación.
La madre regresaba del trabajo cuando recibió una llamada de la hija, sobre la 01:30 de la madrugada. A ella también le pidió auxilio, pero la mujer todavía no había llegado al edificio.
Cuando llegó -contó después- no daba crédito: el lugar que los acogió estos últimos tiempos en su difícil vida de emigrantes en Londres estaba envuelto en una nube de humo y fuego que crecía hasta el cielo.
Vio gente todavía asomada por las ventanas, haciendo señales con los celulares para pedir socorro. Vio a centenares de bomberos y policías desplegarse por el lugar.
Pero no sabía dónde estaba su familia. No fue sino hasta el amanecer cuando encontró a su esposo, cuando supo que Jessica había desaparecido.
Desde las afueras del Hospital de Saint Mary en Londres ambos pidieron a los medios que difundieran su historia, para que, si alguien tenía alguna información, los ayudara a encontrar a su hija.
Fueron dos de tantos, dos de los centenares de británicos e inmigrantes que desde la madruga del miércoles recorren hospitales y comisarías para averiguar sobre el paradero de sus familiares, que vivían en el edificio ahora en ruinas en el oeste de Londres.