Las claves del escándalo del chat con planes militares al que la plana mayor del gobierno de Trump agregó a un periodista
Jeffrey Goldberg, editor jefe de la revista The Atlantic, no podía creer que lo que estaba leyendo fuera real. Cuando fue invitado a unirse a un chat de Signal llamado 'Houthis PC small group' por alguien identificado como 'Mike Waltz' (nombre del asesor de Seguridad Nacional de Trump) inicialmente pensó que sería alguna maniobra de desinformación o intento de obtener información suya que pudiera ser usada en su contra.
Los otros del grupo (18 en total) estaban identificados como Pete Hegseth (como el secretario de Defensa de EEUU), JD Vance (como el vicepresidente de EEUU), Scott B (secretario del Tesoro) o John Ratcliffe (como el jefe de la CIA). Otros aparecían con iniciales como MAR (de Marco Rubio, secretario de Estado), TG (de Tulsi Gabbard, directora de inteligencia nacional) o SM (que el editor identifica como posiblemente Stephen Miller, actual subdirector de políticas de la Casa Blanca).
Goldberg, que en ningún momento da por sentado que detrás de esos nombres estén los altos funcionarios de la istración de Trump, estuvo dudando de la veracidad de aquel chat, en el que se empezaron a discutir planes militares para atacar a los rebeldes hutíes de Yemen hasta que, el pasado 15 de marzo, apenas unas horas después de que se dieran a conocer con detalle en el grupo, las bombas empezaron a caer sobre Sanaa, la capital.
Poco después, el presidente Trump anunció una "acción militar decisiva y poderosa" contra el grupo insurgente respaldado por Irán.
A pesar de su labor como periodista, Goldberg no publicó nada de lo que leyó en ese chat y se guardó los principales secretos militares y de inteligencia revelados en él, incluso en la propia columna que publicó este lunes en su revista, nueve días después de los ataques, contando la increíble historia de su involuntaria participación en un chat con la plana mayor del gobierno de Estados Unidos discutiendo planes militares por una app de mensajería y sin que nadie, al parecer, advirtiera su presencia.
Poco después de concluir que el chat era real, Goldberg salió del grupo, esperando que al menos su fuera notificado y eso hiciera saltar las alarmas entre sus , pero nadie lo ó. Fue él mismo quien escribió a algunos de los altos funcionarios incluidos en el chat preguntando si el grupo era genuino, si él había sido incluido de forma consciente y por qué, o si era normal a esas esferas del gobierno usar aplicaciones comerciales como Signal para discutir temas tan sensibles.
Solo dos personas respondieron: un portavoz de JD Vance intentando excusar algunas de las aparentes discrepancias con Trump en intervenciones del vicepresidente en el grupo; y Brian Hughes, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, quien confirmó su veracidad.
"Parece ser una cadena de mensajes auténtica, y estamos investigando cómo se añadió un número inadvertido a la cadena", respondió Hughes a Goldberg. " El hilo demuestra la profunda y meditada coordinación de políticas entre altos funcionarios. El éxito continuo de la operación hutí demuestra que no hubo amenazas a las tropas ni a la seguridad nacional", agregó.
Pero, ¿cómo pudo pasar algo así? ¿Cómo los más altos funcionarios del gobierno discuten planes militares por Signal y cómo una persona ajena fue incluida en ese grupo? ¿Cuántas leyes y normas se violaron?
Nadie le ha dado aún una respuesta completa a Goldberg, y tampoco al pueblo estadounidense.
Los graves problemas del chat en Signal, empezando por su propia existencia
Signal es una app de mensajería con cifrado de extremo a extremo, lo que la hace más segura que muchas de sus competidoras. Ofrece mensajes de texto, llamadas de voz y videos, y chats grupales, como este, con opción de que sus mensajes puedan desaparecer.
Según Goldberg, el asesor de seguridad nacional Mike Waltz configuró algunos de los mensajes del grupo para que desaparecieran tras una semana, y otros después de cuatro, una medida que no solo no impide ninguna filtración sino que puede constituir una violación en sí, ya que los mensajes de texto sobre operaciones de este tipo deben conservarse como parte de los registros oficiales.
Pero el principal problema de este chat es su propia existencia. Signal no es un canal autorizado para compartir información sensible del gobierno, ya que puede ser hackeada. Funcionarios gubernamentales la suelen utilizar a menudo, sobre todo en viajes internacionales, pero básicamente para tratar temas de organización y agenda y no información como la que se discutió en ese chat, que incluía detalles operativos sobre los futuros ataques, con información sobre los objetivos, los tiempos y hasta del armamento que utilizaría EEUU.
Para ello, como detalló Goldberg en su columna citando a abogados expertos en el tema consultados por The Atlantic, se utiliza el 'Centro de Información Compartimentada Sensible' (SCIF, por sus siglas en inglés) diseñado para este propósito y que la mayoría de los funcionarios de seguridad nacional de alto nivel tienen instalado en sus hogares, ya que normalmente no se permiten teléfonos celulares en ese sistema por el riesgo de pérdida o hackeo. También se pueden usar otros equipos gubernamentales aprobados.
“Según las leyes de registros aplicables a la Casa Blanca y a las agencias federales, todos los empleados del gobierno tienen prohibido usar aplicaciones de mensajería electrónica como Signal para asuntos oficiales, a menos que dichos mensajes se reenvíen o copien con prontitud a una cuenta oficial del gobierno”, declaró Jason R. Baron, profesor de la Universidad de Maryland y exdirector de litigios de la istración Nacional de Archivos y Registros a The Atlantic.
“El incumplimiento intencional de estos requisitos da lugar a medidas disciplinarias. Además, agencias como el Departamento de Defensa restringen la mensajería electrónica que contiene información clasificada a redes gubernamentales clasificadas o redes con funciones de cifrado aprobadas por el gobierno”, agregó.
"Si piensan que Signal es equivalente a las telecomunicaciones seguras del gobierno estadounidense, piénsenlo dos veces", dijo a CNN John Bolton, quien fuera el asesor de seguridad nacional del primer gobierno de Trump. Bolton agregó que se había quedado "sin palabras" tras conocer lo sucedido y que esa conversación debió haber ocurrido en la Sala de Situación de la Casa Blanca, un lugar seguro.
"Este es uno de los informes más extraordinarios sobre política exterior y seguridad nacional de EEUU que he leído, no porque exponga algún tipo de escándalo, sino porque expone lo que suele ser un proceso de toma de decisiones interinstitucional altamente clasificado", declaró por su parte en un comunicado Mietek Boduszyński, exdiplomático del Departamento de Estado de EEUU. Boduszyński dijo que estaba "conmocionado" con lo ocurrido y que el solo hecho de mencionar el tema de una reunión en una red social "sería una locura inaudita".
Si a la total ausencia de protocolos de seguridad por debatir temas militares de altísimo nivel en Signal, algo que podría constituir una violación de varias disposiciones de la Ley de Espionaje, se suma el hecho de que en el grupo había un periodista (o simplemente una persona ajena) y que nadie advirtiera su presencia, el asunto toma un matiz inédito e inimaginable a esos niveles del gobierno estadounidense.
La respuesta del gobierno de EEUU: "No soy muy fan de The Atlantic" y ataques contra el periodista
Al ser interrogado el lunes sobre la increíble historia del chat en Signal de su equipo de más alto nivel, el presidente Trump, como ya ha hecho en otras ocasiones, se distanció de lo ocurrido alegando que no tenía conocimiento.
"No sé nada al respecto. Es la primera vez que lo oigo", dijo a los periodistas. "No soy muy fan de The Atlantic. Para mí, es una revista que está cerrando. Creo que no es una gran revista", declaró.
Aunque primeramente se desmarcó del tema, el presidente luego compartió una broma publicada por Elon Musk en sus redes sociales, con un titular de un artículo de una web satírica conservadora: "Ajedrez 4D: El genio de Trump filtra planes de guerra a 'The Atlantic' donde nadie los verá jamás".
Por su parte, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, negó a la prensa que se hubieran discutido planes militares a través de mensajes de texto, a pesar de que desde el Consejo de Seguridad Nacional, confirmaron la autenticidad del chat.
"Están hablando de un supuesto periodista mentiroso y muy desacreditado que se ha dedicado a difundir bulos una y otra vez", dijo Hegseth atacando directamente a Goldberg. "Nadie enviaba mensajes de texto con planes de guerra, y eso es todo lo que tengo que decir", agregó, cerrando el tema.
En otro tono, el líder de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, también confirmó lo ocurrido e intentó aplacar todo el ruido y las alarmas que semejante violación ha despertado no solo dentro de la comunidad de inteligencia y seguridad sino también del Congreso.
"Acabo de estar con el presidente en el Despacho Oval. La istración está abordando lo sucedido. Al parecer, un número de teléfono accidentalmente se filtró en ese hilo. Van a investigarlo y asegurarse de que no vuelva a ocurrir", declaró Johnson a la prensa.
Este martes, tras la gran repercusión que ha tenido la noticia, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, apuntó también al periodista y rechazó la negativa de que se hubieran discutido "planes de guerra" en el chat.
"Jeffrey Goldberg es conocido por su sensacionalismo", escribió Leavitt en X y agregó que "no se envió material clasificado al hilo".
A pesar de ello, Leavitt no negó la existencia del grupo y dijo que "la Casa Blanca está investigando cómo se añadió inadvertidamente el número de Goldberg".
El incidente parece reafirmar las críticas a la actual istración de estar despidiendo a personal altamente capacitado y con experiencia en los más altos y sensibles cargos para colocar a neófitos aliados y fieles, como el propio Hegseth, quien fuera presentador de Fox News.
" Todos y cada uno de los funcionarios del gobierno en esta cadena de mensajes han cometido un delito, aunque sea accidentalmente", escribió el senador de Delaware Chris Coons en X. "No podemos confiar en nadie en esta peligrosa istración para mantener a los estadounidenses seguros", agregó.