El sector automotor de EEUU, México y Canadá está tan mezclado que casi nada escapará a los aranceles de Trump
La potencial imposición en Estados Unidos de aranceles de 25% a las importaciones de Canadá y México, anunciada y luego suspendida por el presidente Donald Trump, preocupa de forma latente a varias industrias. De concretarse, pocos sectores se verían tan severamente afectados como el automotor.
El impacto más conocido es el que afrontarían los fabricantes, cuyas ganancias caerían, y los compradores, que tendrían que pagar precios más altos. Pero, más allá de ellos, existen otros actores dentro de la industria que también serían golpeados: están por ejemplo los distribuidores de vehículos, los fabricantes de partes y los cientos de trabajadores automotores en las tres naciones.
Las relaciones comerciales de Estados Unidos con sus vecinos del norte y del sur son amplias y están profundamente interconectadas. México es el primer socio comercial de Estados Unidos, con $798,000 millones en bienes y servicios intercambiados entre los dos países en 2023, y Canadá está en el segundo lugar, con $773,000 millones en ese mismo período.
Desde la firma del Acuerdo Nortamericano de Libre Comercio (NAFTA) en 1994, sustituido en 2020 por el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (USMCA), las industrias automotrices de los tres países han creado lazos cada vez más compenetrados.
Este fenómeno no solo ocurrió gracias a la oportunidad identificada por los fabricantes estadounidenses para aprovechar las sinergías que presentaba NAFTA, sino también por fabricantes extranjeros como BMW, Honda, Hyunday, Kia, Mazda, Mercedes-Benz, Nissan, Toyota y Volkswagen, entre otros, que establecieron o aumentaron sus presencia en las tres naciones para abastecer mejor el enorme y rentable mercado estadounidense.
“En Canadá y México se construyen aproximadamente 5.3 millones de vehículos ligeros, de los cuales aproximadamente el 70% está destinado a Estados Unidos. Además, muchos vehículos fabricados en Estados Unidos utilizan sistemas de propulsión y conjuntos de componentes de origen canadiense o mexicano; esos componentes también estarían sujetos a aranceles, lo que aumentaría los costos de los vehículos producidos en Estados Unidos” según un comunicado de la firma de información y análisis financiero S&P Global.
“Prácticamente ningún fabricante de equipos originales o proveedor que opere bajo el USMCA es inmune”, agregó el comunicado.
Cuán entrelazadas están las industrias automotrices de EEUU, México y Canadá
Los lazos entre las industrias automotrices de Estados Unidos, México y Canadá se pueden ver, entre muchos otros ejemplos, en el caso de la camioneta pickup compacta Maverick de Ford.
La Maverick es ensamblada en la planta de Ford en Hermosillo México, con un transmisión construida en Michigan, y motores fabricados en Estados Unidos y México, dependiendo de la versión que se elija.
Si los aranceles de Trump entran en vigencia, una Ford Maverick, con motor de 2.0 litros y transmisión automática de ocho velocidades, llegaría al concesionario después de haber pagado un arancel por la totalidad del vehículo al entrar a Estados Unidos desde México, con un motor y transmisión que han cruzado la frontera dos veces y que potencialmente podrían haber pagado el tributo dos veces en virtud de los aranceles prometidos por México a modo de represalia.
Hoy la Maverick, que ha sido un gran éxito en ventas para Ford y que dependiendo de la versión podría contener hasta un 27% de componentes provenientes de Estados Unidos y Canadá, tiene un precio inicial de $23,920, lo que la convierte en una de las pickups más asequibles en el mercado estadounidenses. Los aranceles podrían acabar con su atractivo económico.
Igualmente, un vehículo ensamblado en Estados Unidos podría ver sus precios afectados por los aranceles. Por ejemplo, el sedán mediano Malibú de Chevrolet, es terminado en Estados Unidos con motores y transmisiones también fabricadas en el país, pero aún así un 25% de sus partes provienen de México y un 39% de sus piezas, como arneses de cableado y suspensiones y otros componentes, provienen de Estados Unidos y Canadá.
De hecho, en la actualidad México y Canadá son las principales fuentes de las importaciones de vehículos automotores y sus partes hacia Estados Unidos, así como los principales compradores de las exportaciones estadounidenses de esos mismos productos, según datos del Cato Institute, un laboratorio de ideas de origen libertario basado en Washington DC.
Según el Cato Institute, ambos países “representan casi la mitad de las importaciones y exportaciones estadounidenses de vehículos automotores y sus partes”.
“Las tarifas de Trump podrían causar una interrupción en los envíos transfronterizos tanto de piezas de vehículos como de automóviles y camiones completamente ensamblados”, de acuerdo a una investigación de S&P Global.
Cuáles serían los productos automotores afectados por los aranceles de Trump
Una gran variedad de productos automotores podrían verse afectados, desde tuercas, tornillos pasando por asientos, motores y transmisiones hasta los vehículos completamente ensamblados.
Entre los modelos fabricados en las naciones vecinas por ejemplo, se encuentran las pickups tamaño grande de General Motors, las Chevrolet Silverado y GMC Sierra, con ventas combinadas en 2024 de 875,788 unidades. Gran parte de ellas son ensambladas en Estados Unidos, pero también en las plantas de GM en Silao, México, y en Oshawa, Ontario.
Igualmente, las versiones no híbridas de la SUV compacta Toyota RAV4, el vehículo más vendido en Estados Unidos en 2024, son fabricadas en Woodstock, Ontario, mientras que la popular pickup mediana Toyota Tacoma se fabrica en dos fábricas en México.
La versión eléctrica y la que le seguirá a gasolina del nuevo Charger, el auto en el que la marca Dodge de Stellantis tiene puestas sus esperanzas de supervivencia, son ensamblados en Windsor, Ontario.
Ejemplos como estos se repiten una y otra vez a través de una industria a la que NAFTA primero, y luego USMCA, le proporcionaron un marco jurídico que les permitió considerar a las fronteras con Canadá y México como no existentes.
En muchos casos, como el de la Ford Maverick, las piezas de los vehículos terminan cruzando las fronteras varias veces, sueltas, como sistemas terminados como motores y transmisiones y ya formando parte de vehículos ensamblados, planteado la duda de cómo se haría el seguimiento de las mismas para aplicar los aranceles.
La imposición de aranceles también ataca directamente a los ingresos de la industria automotriz, que se caracteriza por estrechos márgenes de ganancias que podrían ser erosionados por la medida. Esta circunstancia hace peligrar la permanencia de vehículos económicos como el compacto Nissan Kicks, fabricado en Aguascalientes, México, debido a que su fabricante no podría absorber el costo de los aranceles sin perder dinero, ni fabricarlo a bajo costo en Estados Unidos, según explica el experto automotriz Paul Eisenstein de Headlight.News.
Para empeorar la situación, Trump ha prometido acabar con una serie de incentivos fiscales para la adquisición de vehículos eléctricos fabricados en Estados Unidos, que llevó a algunas marcas foráneas a construir plantas de fabricación en el país, como la Metaplanta que Hyundai Motor Group instaló en Georgia a un costo de $7,600 millones para el ensamblaje de autos eléctricos y baterías.
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