La desigualdad política y la democracia manipulativa

Esta semana, en el caso Evenwel v. Abbott, la Corte Suprema de los Estados Unidos votó unánimemente en contra de una demanda que buscaba disminuir el derecho electoral de las minorías y de grupos vulnerables a la desigualdad política.
Evenwel argumentaba que la representación en el gobierno debía estar basada en el número de personas que están registradas para votar y no en la población total. Esta forma de representación hubiera sido catastrófica para la comunidad hispana, las personas de mayor edad y para los jóvenes.
Pero finalmente la Corte Suprema reafirmó su posición de proteger la ley constitucional que promete un voto por cada persona y que distribuye representación y fondos de acuerdo con este principio. Desafortunadamente, el monstruo de la desigualdad electoral tiene muchas cabezas y, aunque nos deshicimos de ésta, aún no hemos logrado cortarlas todas.
Otra versión de este monstruo apareció en las primarias electorales del 22 de marzo en el condado de Maricopa, Arizona, en el que los oficiales del condado tomaron la decisión de disminuir el número de casillas electorales a tan solo 60 casillas para un total de 1.25 millones de electores, o sea una casilla electoral por cada 21,000 personas.
La decisión de los oficiales del condado no tiene pies ni cabeza. Fue un cambio drástico comparado con la cantidad de casillas electorales en este condado en los últimos ocho años. En 2012 había 200 casillas electorales en ese mismo condado, y en 2008 había más de 400.
Es decir, mientras que por un lado nuestro país se enorgullece de promover la actividad cívica, por otro, constante y descaradamente se pone en riesgo el derecho de votar de miles de personas, en su mayoría hispanas.
No les faltaron las excusas a los oficiales en Arizona, quienes reciben su sueldo de los mismos electores a quienes les fallaron. Los oficiales declararon que la decisión de eliminar el número de casillas electorales fue un error de su parte debido a que se equivocaron al proyectar el número de electores que saldrían a votar. Asimismo, también culparon al estado de Arizona por no proveerles los fondos necesarios para operar suficientes casillas electorales.
De acuerdo con reportes, miles de electores esperaron largas horas para votar e incluso muchos votaron hasta después que se declararan los ganadores. Esto no solo es una distorsión del sistema electoral justo, que tanto se promueve en este país, sino también es un ataque directo a la moral de las personas que generalmente sufren de discriminación en un país donde se tiene que luchar por la igualdad. Y qué decir del estado de Arizona, el cual se ha distinguido por ser líder en aprobar leyes antiinmigrantes y antilatinas, y en donde los derechos civiles de la comunidad hispana han vivido bajo una constante amenaza. La opresión en las primarias en Maricopa es una muestra viviente de dicha amenaza.
La representación en el gobierno es clave para una democracia plena y justa. La Corte Suprema acaba de reafirmar esta base sobre la cual está construido nuestro sistema político y por la que las poblaciones hispanas y afroamericanas, entre otras, hemos luchado abiertamente por décadas.
Es inaudito que oficiales de gobierno electos hayan tomado una decisión que llevaba en sí la posibilidad de complicar el proceso de votación. No se necesita ser un genio para saber que, aún sin tomar en cuenta el incremento de población, si se disminuye masivamente el número de casillas electorales, se maximiza la posibilidad de que haya complicaciones en el día de elecciones. El condado de Pima, que es más pequeño que Maricopa, tenía más que el doble de casillas electorales disponibles que el condado de Maricopa para las elecciones primarias. Es obvio: los oficiales del condado pensaron que podrían salirse con la suya y verles a sus constituyentes la cara de tontos.
Es alentador que el Departamento de Justicia haya decidido investigar el caso. Sin embargo, no es la primera ni la última vez que oficiales del condado tratarán de interferir con el derecho de nuestros ciudadanos a votar.
Si algo bueno ha salido de este desastre, es que la gente ha demostrado que no va a permitir que se violen sus derechos civiles. Las personas afectadas en Maricopa no se quedaron calladas, y en cambio señalaron a los responsables y les están pidiendo cuentas.
Hay demasiado en juego en las elecciones de noviembre, y no podemos darnos el lujo de perder votos, especialmente cuando hay varios candidatos que desde ya prometen pasar leyes que nos refundirían a ser ciudadanos de segunda clase. Recordemos que estos monstruos no aparecen solo en Arizona; también amenazan a Florida, Wisconsin, Ohio, Texas y a muchos otros estados en esta nación. Tenemos que estar pendientes y frenar cualquier intento de oprimir las voces de nuestros ciudadanos y de manipular nuestra democracia con ideas sin sentido y excusas tontas.
Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.