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El TLCAN y otros temas bilaterales: para que tomen en serio a México hay que pasar a los hechos

“El Secretario de Relaciones Exteriores de México, Luis Videgaray, reiteró lo que el presidente Peña Nieto viene diciendo desde enero de este año: la negociación debe ser en paquete”.
Opinión
Político, intelectual y comentarista, ex Secretario de Relaciones Exteriores de México.
2017-11-13T11:44:47-05:00
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Un tren de carga repleto de cereales pasa por Bartlett, Iowa, el 4 de abril del 2017. El sector agrícola, que se vio favorecido por el TLCAN, se muestra alarmado por la posibilidad de perder algunos de esos beneficios ahora que el gobierno de Donald Trump decidió renegociar el acuerdo comercial con México y Canadá. (AP Photo/Nati Harnik) Crédito: The Associated Press

En unos días tendrá lugar la quinta ronda de negociaciones sobre la revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Al acercarse la fecha, el gobierno de México, a través del Secretario de Relaciones Exteriores, emitió una advertencia, a la vez sensata y poco creíble, y por tanto de escaza eficacia.

En una entrevista con Bloomberg, el secretario dijo lo siguiente: “Es bueno cooperar con Estados Unidos en seguridad, migración y otros asuntos... Pero es un hecho de la vida y una realidad política que un mal resultado en el TLCAN tendrá impacto sobre esto”.

Reiteró lo que el presidente de México, Enrique Peña Nieto, viene diciendo desde enero de este año: la negociación debe ser en paquete. En realidad, esa afirmación se diluyó desde un principio, y se redujo a dos tesis más simples.

Primera: México renegociaría el TLCAN en sus términos, sin mezclar temas migratorios, de seguridad o de drogas. Segunda: si salieran mal las cosas, habría repercusiones ex post en esos temas. La diferencia ahora es el que el Canciller lo dice casi un año más tarde, y en una coyuntura donde todo indica que las negociaciones sobre el TLCAN han resultado más arduas de lo previsto. De allí que hoy una repetición principista se convierta en una amenaza. Como lo hemos sugerido muchos desde diciembre de 2016.

Por desgracia, a estas alturas, es una amenaza poco creíble. Por tres razones. En primer lugar, porque a fuerza de mantener el mismo orden de los factores, en lugar de invertirlo, Estados Unidos debe haber ya concluido que no va en serio.

Si México en algún momento hubiera subido el tono y la puja, para realmente utilizar otras fichas de negociación para incidir en la del TLCAN –donde carece de ellas– hubiera transformado la secuencia. Podría haber suspendido ex ante la cooperación con Estados Unidos en alguno de los rubros neurálgicos.

Desde hace tiempo varios sugerimos: abrir la frontera sur, ya no compartir inteligencia sobre asuntos de seguridad, rechazar deportaciones de personas cuya nacionalidad mexicana no se compruebe anteriormente; hacernos de la vista gorda en materia de la guerra contra el narco, y dejar pasar cargamentos de heroína, cocaína y mariguana.

Washington de inmediato hubiera tomado nota; tal vez hubiera ejercido algún tipo de represalia; pero es impensable que el acto no repercutiera en las negociaciones comerciales. Hoy, esgrimir la misma amenaza sin cambiar el orden de los factores se antoja fútil.

Enseguida, la estrategia mexicana tan no ha funcionado, que ahora se vuelve necesario insistir en ella, después de haberla mantenido durante casi un año. Estados Unidos ya nos manifestó tácita y sin duda explícitamente, aunque en privado, que no van a alterar sus posturas en el TLCAN como tal. Y que tampoco ven ninguna necesidad de involucrar otros aspectos en el intercambio.

Es cierto que algunos estadounidenses han coqueteado con la idea de acordar una media-enchilada migratoria a cambio de la aceptación mexicana de los cambios más drásticos en el TLCAN, pero no se trata de posiciones formales, ni probables. De modo que insistir en lo mismo que ya no prosperó es, en el menor de los casos, ingenuo. En el peor, deshonesto.

Por último, la amenaza es inverosímil porque los encargados de los otros temas de la relación bilateral han procedido como si nada sucediera. Los soldados siguen quemando sembradíos de amapola en Guerrero y el Triángulo Dorado. Se siguen extraditando narcos, se continúan recibiendo deportados –más de 100,000 en lo que va del año– como si nada. Y se mantiene la cooperación y las reuniones pre-establecidas con el aparato de inteligencia estadounidense como si las negociaciones comerciales las llevara a cabo otro gobierno. En estas condiciones, ¿Quién le creería al secretario Videgaray?

Los estadounidenses siempre han pensado que somos puro jarabe de pico. Se han equivocado en algunas ocasiones; no muchas. Para que nos tomen en serio, ya con un año de pura retórica bajo la cintura, habrá que pasar a los hechos. Sobre todo si la pura retórica no ha servido de nada.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.

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