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Nutrición

Lactancia materna: “Era algo que yo quería con mi alma, con mi cuerpo, con todo mi ser”

En el Mes de la lactancia materna, compartimos la historia de Carla Candia, una venezolana que tenía como meta amamantar a su hija, pero una mamoplastia que le habían hecho en uno de sus senos, hizo que el proceso se convirtiera en una experiencia agobiante.
1 Ago 2016 – 10:26 AM EDT
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Hace diez meses nació Joaquín, el segundo hijo de Carla Candia Casado, a quien también le ha dado pecho. Crédito: Foto: Aldrina Valenzuela / Recordis Fotografía.

Carla Candia tenía ganas de amamantar a Alana, pero intuía que las cosas podrían complicarse. Años atrás le habían hecho una mamoplastia reductora: una cirugía para disminuir el tamaño de su seno izquierdo, procedimiento que algunas veces deja secuelas dañando los conductos y afectando la lactancia. El llanto desconsolado de la bebé le confirmó que este era su caso.

“Tenía un pezón invertido del que era difícil (pero no imposible) que ella succionara y la mama no estaba produciendo leche. Cada vez que me ponía a la bebé en esa mama, la izquierda, lloraba y era una lucha. Y como la mama derecha cargaba con toda la producción, se obstruyó y me dieron cuatro mastitis, una de ellas con una fiebre muy, muy alta que requirió que tomara antibióticos”, recuerda la periodista venezolana.

Era marzo de 2012 cuando nació Alana y sus primeros meses de vida se transformaron en un reto para su mamá. Tuvo que aceptar que la lactancia solo sería posible por la mama derecha. Así que dedicó toda su energía a hacerlo por un solo seno.

La Organización Mundial de la Salud recomienda amantar de forma exclusiva y a libre demanda a los bebés hasta los seis meses, es decir, sin dar otros alimentos, leches artificales, ni agua. A partir del sexto mes es cuando se aconseja iniciar darles alimentos sólidos y continuar la lactancia hasta los dos años de edad.

Fueron largas sesiones amantando que, en algunos momentos, se extendieron hasta 7 horas. El cansancio llevó a Carla a completar con leche de fórmula, pero esta no le cayó bien a la bebé, por lo que volvió a optar por la lactancia exclusiva.

“Tomé la decisión de que me olvidaría del reloj y de todo y la amamantaría con mi mama derecha. En los días en los que amamantaba eternamente buscaba un libro, una película o me dormía junto a ella. Así logramos 6 meses de lactancia exclusiva y 9 acompañada con alimentos. Cuando llegó ese punto, yo estaba tan cansada física y mentalmente que empecé a destetar”.

Carla viene de una familia que tradicionalmente ha amamantado a los bebés y quería regalarle a su hija los beneficios de la lactancia, nutrirla y protegerla con anticuerpos. De acuerdo a los CDC, la lactancia materna es fuente de nutrición y protección contra las enfermedades e infecciones.

Pero más allá de todo, “lo principal es que había en mí un deseo férreo de hacerlo, no porque me lo dijeran, no porque era lo que ‘se esperaba’, sino porque era algo que yo quería con mi alma, con mi cuerpo, con todo mi ser, entonces simplemente dije: ‘Lo voy a hacer, cueste lo que cueste’".

A su favor estuvo el hecho de que no estaba trabajando: ella y su esposo habían decidido que se dedicaría al cuidado de la bebé, mientras él trabajaba. "Si hubiese tenido que reincorporarme al trabajo, no hubiese podido porque con la mama izquierda no funcional, la lactancia significaba para mí dedicación total y exclusiva", narra.

Carla Candia es conocida en redes sociales por ser la creadora de Agobios de madre, un espacio en el que comparte con sus miles de seguidores su particular visión de la maternidad: desenfadada, sin poses y hasta tocando temás que podrían ser incómodos. Allí ha compartido su experiencia de lactancia, motivando a muchas a hacerlo y sin juzgar a aquellas que por alguna razón no han podido lograrlo.

Hace diez meses nació Joaquín, su segundo hijo, y ya le ha dado diez meses de lactancia materna, los primeros seis de forma exclusiva. Cada bebé ha sido diferente y ella también siente su cuerpo diferente. Con el varón todo fluyó y fue más sencillo, no hubo cansancio extremo y ella estuvo mucho más relajada, dándole de comer en casa o en la calle, sin tabúes ni tantas complicaciones. Eso fue fundamental: “ Dejar de escuchar otras voces, no pensar tanto, simplemente confiar en mí y en mi bebé”.

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