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Animales Asombrosos

Como María o José: estudio sugiere que los elefantes usan nombres propios para comunicarse entre sí

Investigadores de la Universidad de Cornell, la Universidad Estatal de Colorado y de instituciones sin fines de lucro para la preservación de elefantes en Kenia y Noruega sugieren que los elefantes usan nombres arbitrarios específicos para dirigirse entre ellos.
Publicado 11 Jun 2024 – 03:09 PM EDT | Actualizado 11 Jun 2024 – 03:12 PM EDT
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El elefante es uno de los animales más inteligentes conocidos por el ser humano. A su capacidad de manejar herramientas, resolver problemas y a su prodigiosa memoria, es posible que haya que sumarle un aspecto más a su inteligencia: los elefantes son capaces de dirigirse entre ellos usando nombres propios.

El estudio titulado “Los elefantes africanos se dirigen entre sí con llamadas similares a nombres individuales específicos” y publicado por Nature Ecology and Evolution sugiere que los elefantes usan nombres arbitrarios específicos para dirigirse entre ellos.

Después de analizar 469 llamadas entre elefantes africanos salvajes en Kenia con emisor y receptor conocidos a través de una herramienta de inteligencia artificial, los investigadores encontraron componentes "similares a un nombre" que los elefantes individuales reconocían y al cual respondían.

Se trata de nombre propios y arbitrarios como María o José

El estudio determinó que si bien algunos animales como los delfines y ciertas aves se dirigen entre sí, lo hacen imitando el sonido del individuo al que se dirigen.

La investigación fue realizada por científicos de la Universidad de Cornell, la Universidad Estatal de Colorado y de instituciones sin fines de lucro para la preservación de elefantes en Kenia y Noruega.

En el caso de los elefantes, el estudio indica que no responden a imitaciones sino que los ‘nombres’ de los elefantes constituyen sonidos tan arbitrarios como los nombres que usan los seres humanos.

Para los investigadores, este hecho revela que probablemente los elefantes son capaces de comprender la conexión abstracta entre el sonido que utilizan y el individuo con el que están relacionados.

Según el estudio, “elefantes específicos se acercaron más rápidamente, vocalizaron antes y produjeron más vocalizaciones en respuesta a cuando reprodujimos llamadas dirigidas a ellos que a sonidos dirigidos a otro receptor, lo que indica que pueden reconocer y responder a su nombre propio".

Los investigadores también explican que las llamadas analizadas no fueron los conocidos bramidos de los elefantes, que son ruidos más similares a un grito o una carcajada, sino r uidos de baja frecuencia muy variables desde el punto de vista estructural y acústico.

Cómo se realizó el estudio

El estudio utilizó una herramienta de inteligencia artificial, mejor equipada que el oído humano, para identificar las variaciones en los ruidos emitidos, a fin de determinar si contenían información de identificación que el modelo computarizado pudiera aprender a usar para predecir con precisión cuál animal era el receptor al que estaba dirigida la llamada.

El modelo fue capaz de identificar al elefante destinatario correcto el 27.5% de las veces, iniciando que hay algo en las llamadas que permitió al modelo descubrir, en parte del tiempo, a cuál elefante estaba dirigida esa llamada.

Después de esto, los investigadores trabajaron con 17 elefantes salvajes para determinar, usando grabaciones, si los animales podían reconocer sus propios nombres, para lo cual era necesario encontrar al animal solo o al menos sin la presencia del elefante cuya voz había sido grabada.

El resultado fue que, en general, los elefantes parecían saber cuándo un mensaje estaba realmente destinado a ellos, lo que sugería que contenía algo similar a un nombre.

Al escuchar las llamadas dirigidas a ellos, cada animal se acercó más rápidamente al altavoz, respondió más rápidamente que en el caso de llamadas no dirigidas a él, e hicieron más llamadas de respuesta.

Los investigadores iten que no pudieron aislar los nombres de elefantes individuales y no llegaron a ninguna conclusión sobre si los diferentes animales usaban el mismo nombre para un elefante determinado.

Los autores del estudio dicen que el siguiente paso es determinar cómo se estructuran los nombres utilizando un conjunto de datos más grande.

Aún así, por cada llamada registrada, los investigadores llegaron a saber la identidad del elefante que hacía el ruido y también cuál era el elefante al que se dirigía, y aclararon además que no cada llamada contiene el nombre del animal al que se la dirige de la misma manera que las personas no usan el nombre de los demás cada vez que hablan entre sí.

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