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Elecciones 2016

El duro despertar de los demócratas frente a la victoria de Trump: un partido en crisis y sin liderazgo

No fueron los republicanos quienes terminaron divididos por el torbellino de la campaña del ahora presidente electo. Los demócratas no solo perdieron la Casa Blanca si no la mayoría de las carreras por otros escaños en el Congreso. Con la salida de Obama y el posible distanciamiento de Hillary Clinton tras su debilitada candidatura, ahora no tienen casi ningún poder legislativo, ni un líder que los represente.
12 Nov 2016 – 09:42 PM EST
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No solo perdieron la entrada a la Casa Blanca, los demócratas se enfrentan a la crisis más dura del partido desde 1928, sin casi ninguna influencia en ambas Cámaras del Congreso ni en la elección de un juez de la Corte Suprema que desempate el balance 4-4 actual. Crédito: Getty images

En la mañana del miércoles a los demócratas los despertó un cubetazo de agua helada.

No solo los tomó por sorpresa haber perdido la Casa Blanca la noche de martes frente a un candidato controvertido y sin ninguna experiencia política como Donald Trump, también fracasaron en recuperar el control de las dos cámaras del Congreso y ahora se enfrentan a la posibilidad de que los nominados del presidente electo para la Corte Suprema de Justicia inclinen la política judicial del país hacia la extrema derecha.

Esta es la crisis más fuerte que atraviesa el Partido desde 1928 cuando los republicanos tenían el control de casi todas las instancias de poder. Con la salida del presidente Barack Obama y el posible distanciamiento de Hillary Clinton tras su debilitada candidatura, ahora no tienen casi ningún poder legislativo, ni un líder que los represente.

Irónicamente muchos vaticinaron que el caos iba a ser un problema exclusivo del Partido Republicano debido a las fuertes tensiones que despertaba la campaña de Trump entre muchos conservadores. Por eso, convencidos "hasta el último momento de que iban a ganar, los demócratas no planearon nada para contrarrestar su rotunda derrota" del 8 de noviembre, aseguró a Univision Noticias el analista político de la Universidad Internacional de Florida, Eduardo Gamarra.

Ahora, más allá del proceso de introspección, más allá de los golpes de pecho y el ' mea culpa', hay una puja interna entre las alas más izquierdistas y los centristas del partido por restructurar el liderazgo del Comité Nacional Demócrata y su plataforma ideológica. Los primeros insisten en poner al mando a un progresista que recupere la coalición de Obama, y los segundos proponen candidatos más moderados que lleguen a los votantes blancos que le dieron la presidencia a Bill Clinton en los 90.

"El fracaso de la señora Clinton dejó una sensación de pánico y desamparo, una división fuerte entre los demócratas", agrega Gamarra. "Ellos necesitan llegar a un consenso por medio de un nuevo líder que les ayude a responder a la impredecible pero inevitable lucha de cuatro años que tendrán con la istración (de Trump)... y poder recuperar algo de oxígeno en los comicios de mitad de periodo en 2018".

Recuperar la confianza

Pese a haber ganado la mayoría de los votos populares, Clinton perdió en estados clave del Medio Oeste debido en gran parte al abandono de su campaña a los blancos trabajadores de clase media. Tampoco pudo despertar el entusiasmo que generaba Obama entre los jóvenes con educación.

Así como Clinton, "una buena parte del liderazgo del Partido Demócrata encarna la élite del establishment" que suscita tanta suspicacia y desconexión para una buena parte del electorado, dice el experto Gamarra.

"Los principales funcionarios (demócratas) son ancianos: (Nancy) Pelosi, los Clinton, Harry Reid y no reflejan a las nuevas generaciones ni los movilizan. Clinton seguirá siendo un apoyo moral para los demócratas, pero para lograr un cambio tienen que transformar la composición del partido entero, necesitan traer caras nuevas que no estén conectadas ni con ella ni con su esposo", apunta.

A la baja popularidad también se le sumaron los movimientos sucios de la expresidenta del DNC, Debbie Wasserman Schultz, quien tuvo que renunciar a ese cargo tras intentar sabotear la campaña de Bernie Sander para favorecer a Clinton. Además del rosario de los escándalos del Partido Demócrata reflejados en las filtraciones de Wikileaks, que todavía llena de furia a muchos seguidores del senador por Vermont.

" ¿Por qué vamos a confiar en usted para liderar este partido?", le gritó este jueves un empleado del Partido Demócrata a la la presidenta interina del DNC (Comité Nacional Demócrata, por sus siglas en inglés), Donna Brazile durante la primera reunión de staff del partido tras la victoria de Trump. En el encuentro realizado el jueves, Brazile - quien también está bajo escrutinio público por haberle pasado preguntas de un debate a Clinton- intentaba calmar al equipo por la derrota y darles esperanzas para el futuro.

"Usted apoyó a un candidato defectuoso, y su amiga (Debbie Wasserman Schultz) conspiró esto para beneficiarla a usted y a ella... ustedes son parte del problema... Usted y sus amigos han dejado que esto suceda", espetó enojado el funcionario, según reportan varios medios.

Sanders, que ha sonado como un nombre para liderar el DNC, es el principal impulsor de una transformación radical dentro del partido hacia una ideología más progresista.

En una entrevista telefónica el jueves con The Associated Press, Sanders dijo que los demócratas deben tomar una posición firme contra el papel de los intereses corporativos en la política.

El hecho de que millones de personas blancas de la clase trabajadora votaron por Trump "sugiere que el mensaje demócrata de defender a los trabajadores ya no tiene mucha influencia entre ese grupo en este país", aseguró.

Poco después de los resultados de las elecciones, el senador por Vermont publicó un comunicado alentando la unión de fuerzas bipartidistas con Trump, pero advirtiendo que condenará y perseguirá cualquiera de sus políticas que discrimine a minorías.

Por eso también está movilizando a sus partidarios para que apoyen la elección del representante de Minesotta, Keith Ellisson, como presidente del DNC. Ellisson es miembro del Caucus Negro, el Caucus progresisa del Congreso y uno de los dos únicos musulmanes en la Cámara de Representantes.

La senadora por Massachusetts, Elizabeth Warren, el líder de la minoría de Senado, Chuck Schumer, y grupos progresistas cono MoveOn.org, también respaldan la postulación de Ellison- quien sería la opción más progresista de todos los candidatos y cuya eleccion es interpretada como una respuesta a la polémica política de Trump de prohibir la entrada de musulmanes al país.

Idealismo vs pragmatismo

Mientras que Ellison parece tener un amplio apoyo, los demócratas del centro se cuestionan sobre si el cambio del partido requiere más una reestructuración pragmática que ideológica.

" El Partido Demócrata no será una opción electoral fuerte en mucho tiempo. Si Trump no hubiese ganado el partido republicano ahora estaría en crisis, pero la ventaja es que ellos tienen el apoyo legislativo, los demócratas para lograr fortaleza y estabilidad deben empezar por conquistar de nuevo las localidades", dijo politólogo Gamarra.

Con la derrota de Clinton, el presidente de la DNC se convertirá en una de las caras más visibles del Partido Demócrata. La crisis de identidad por la falta de liderazgo, podría ocasionar que el reemplazo de la presidenta interina Brazille se convierta en una contienda abierta y reñida entre los demócratas.

Varios del Partido comienzan a hacer sus apuestas por el cargo. Entre ellos el presidente del Partido Demócrata de Nueva Hampshire, Raymond Buckley, el presidente del Partido Demócrata de Carolina del Sur, Jaime Harrison, y el presidente del Comité Demócrata de la Cámara, Xavier Becerra.

El exgobernador de Vermont, Howard Dean, quien antes de Sanders e incluso antes de Obama era el hombre que representaba la idea de cambio estructural en la institución, ya había ocupado el cargo de presidente del partido en 2009, y aspira a retomarlo en febrero, cuando se estima que Clinton y los demócratas decidirán las nuevas medidas.

"Los demócratas necesitan organización y enfocarse en la juventud. Necesitan una estrategia para los cincuenta estados y recuperación, yo me ofrezco para la presidencia (del partido) de nuevo", escribió Dean en su cuenta de Twitter el jueves.

Dean, quien siempre apoyó a Clinton y criticó desde las primarias a Sanders, es uno de los favoritos para el puesto, pero lo persigue el espectaculo de gritos que propició en 2004 durante un evento de campaña y que, aunque visto ahora en perspectiva frente a las controversias de Trump no es nada remotamente similar a lo que ha dicho y hecho el republicano, en ese momento lo convirtió en el hazmereir entre los demócratas y le costó su prospección a la candidatura presidencial.

Otro contemplado es el exgobernador de Maryland, Martin Omaley, que este viernes itió sus pretensiones para el cargo. Pero su candidatura endeble al principio de este año electoral es para muchos una muestra de su poca capacidad para mover masas.

"Es importante que el nuevo jefe al mando del DNC sea una persona pragmática, alguién que logre reconciliar a las dos alas del partido y que piense en el problema de los demócratas como una cuestión de estructura, pero también como una cuestión de carisma. Ese fue el problema principal de Clinton, esa ha sido la ventaja de Sanders y es en lo que se basan los más progresistas para insistir en que sus candidatos tendrían un efecto similar al de Trump entre los votantes más desconfiados del establecimiento político", concluyó Gamarra.

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