{ "@context": "http://schema.org", "@type": "BreadcrumbList", "itemListElement": [ { "@type": "ListItem", "position": 1, "item": { "@id": "/noticias", "name": "Noticias Univision" } }, { "@type": "ListItem", "position": 2, "item": { "@id": "/noticias/educacion", "name": "Educacion" } } ] }
Carlos Rojas, organizador del Movimiento Cosecha, la organización nacional de trabajadores agrícolas que promovió la jornada de protesta por las redes sociales, dijo que la jornada excedió sus expectativas y que miles de estudiantes en más de 100 universidades se unieron al reclamo por los campus santuarios para indocumentados.
“Aquí nada más en Rutgers (University), donde vine para la protesta hubo más de 3,000 estudiantes que salieron de las clases. Esta fue una de las más grandes. Esto ha sido miles de estudiantes en todo el país, más de 100 universidades que han estado coordinadas”.
Rojas agregó que recibió respuestas de “unas tres o cuatro” universidades que no identificó y que deben examinarlas para ver si cumplen con las expectativas de los estudiantes.
“Obviamente ya esperamos que mañana respondan más. Pero todavía no hemos chequeado si el lenguaje que ellos quieren usar es el apropiado”, dijo Rojas.
El campus de Rutgers University en New Brunswick, Nueva Jersey, se ha convertido en el epicentro del movimiento nacional de protestas de este miércoles: aquí nació la convocatoria y aquí se ha visto una de las mayores movilizaciones.
Hablamos con Miriam, una de las organizadoras, para conocer las razones que los llevaron a las calles. Ella es indocumentada pero, hasta ahora, protegida por el programa DACA que dio permiso de estudio y trabajo a jóvenes sin papeles que llegaron siendo niños al país. Trump prometió acabar con esa medida.
Miriam, una organizadora de la manifestación que iniciará en campus de New Brunswick de @RutgersU habla de la imp. de #SanctuaryCampus en 🇺🇸 pic.twitter.com/FmpyGJUPcF
— Carmen Graciela Díaz (@Carmen7Graciela) November 16, 2016
Así es cómo protestaron un grupo de jóvenes, algunos de ellos indocumentados, en el sur de Florida, congelándose para un video bajo el reto Mannequin que se ha puesto de moda en redes sociales.
Existen tres condiciones que una universidad debe cumplir para convertirse en un “santuario” para indocumentados, según explicó María Blanco, del Centro de servicios legales para indocumentados de la Universidad de California-Davis a la página web Inside Higher Ed.
La primera, es que la universidad asegure que ICE no entrará a su campus para ejecutar operativos de inmigración sin una orden judicial a menos que haya una circunstancia urgente y extraordinaria; la segunda, garantizar que la policía universitaria no cooperará con las autoridades de inmigración en operativos migratorios y la tercera, que se niegue a compartir información de sus estudiantes “en la medida en que las universidades tengan cualquier expediente que identifique el estatus de sus estudiantes”.
Este último punto es uno de los más delicados. La información de los estudiantes indocumentados acogidos a la Acción Diferida, que los protege de la deportación, está a una base de datos no protegida a la cual el Gobierno tiene .
“La gran pregunta es qué hará la istración Trump, si hace algo, con los tres cuartos de millón de nombres en la base de datos de DACA", dijo a The Washington Post, Terry Hartle, de la organización American Council on Education. De momento, nadie sabe la respuesta.
MIAMI, Florida.- Mientras cubrimos la protesta a favor de que Florida International University sea un santuario para proteger a los indocumentados, aparece justo al lado un encuentro liderado por un cartel: "La mayoría silenciosa se pone de pie por Trump".
Algún manifestante anti-Trump se enfrenta a algunos de ellos, que llevan banderas y gorras con los lemas del presidente electo:
Dos protestas paralelas: aparece al lado de los pro #sanctuarycity un grupo a favor de Trump pic.twitter.com/v2l7xdhTa9
— Damià S. Bonmatí (@damiabonmati) November 16, 2016
La mujer de la gorra con el lema Make America Great Again es Sonia Roa, cubanoestadounidense. Es estudiante y quiere que su universidad reporte la presencia de indocumentados en el campus a las autoridades migratorias. En su opinión, las protestas de este miércoles fueron creadas por los demócratas. "Es un aparato que se ha propuesto promover el desacuerdo", nos dice.
Sonia Roa está a favor de que las universidades reporten a las autoridades migratorias la presencia de indocumentados en los campus pic.twitter.com/zaLUOXRIc6
— Damià S. Bonmatí (@damiabonmati) November 16, 2016
Xóchitl Medina, alumna de Estudios Chicanos de Pierce College, fue una de las personas que se manifestaron este miércoles en el campus de Los Ángeles de Pierce College en la jornada nacional de protesta estudiantil contra los planes migratorios anunciados por el presidente electo Donald Trump y lo hizo con una pancarta en la que se podía leer: "Yo grito por lo que mis padres callaron".
“Estoy aquí por mis amigos dreamers (beneficiarios del programa de Acción Diferida para los Llegados en la infancia o DACA), por mis papás que son inmigrantes, porque no son criminales, quieren salir adelante y estudiar”, afirmó la joven.
En total, una veintena de centros educativos del sur de California prevén sumarse a este nuevo día de manifestaciones, en el que piden que los campus sean declarados santuarios para los migrantes sin papeles.
Uno de los casos más famosos de jóvenes que entraron a EEUU indocumentados siendo niños y que ahora triunfan en sus campos profesionales es el del periodista de origen filipino José Antonio Vargas. Egresado de San Francisco State University y Premio Pulitzer con el diario The Washington Post por su cobertura de la masacre de Virginia Tech en 2008, Vargas confesó ser indocumentado en 2011 en una columna de la revista del New York Times.
Este miércoles, coincidiendo con la jornada de protestas, publicó un video en sus redes sociales en el que pide el apoyo para una dreamer llamada Esmeralda que salió publicamente este miércoles de las sombras en una charla con Vargas. El video lo grabó tras dar una conferencia en el campus de la universidad comunitaria Rio Hondo College en el valle de San Gabriel del área de Los Ángeles que acoge a numerosos estudiantes documentados.
Un total de 800,000 estudiantes -de 1.2 millones de elegibles- se encuentran protegidos por la Acción Diferida anunciada por el gobierno del presidente Barack Obama en 2012 (DACA), que los ampara de la deportación y les otorga un permiso de trabajo renovable cada dos años. Pero el presidente electo Donald Trump prometió revocar el programa.
Los beneficiarios son aquellos que ingresaron al país antes de cumplir 16 años y están en EEUU desde antes del 15 de junio de 2007, carecen de antecedentes criminales y tenían menos de 30 años de edad al 15 de junio de 2012.
Un reciente estudio de la Universidad de California en San Diego indica que los beneficiados por DACA han mejorado su calidad de vida desde que el programa fue implementado, el 95% trabaja o estudia y su salario promedio por hora aumentó en un 42% en cuatro años, al pasar de $ 9.83 por hora a $13.96 por hora”.
A pesar de las dificultades, algunos universitarios han sido protagonistas de extraordinarias historias de éxito, como la chica itida en la Universidad de Yale que confesó su estatus en su discurso de graduación en Texas o la primera indocumentada que obtuvo un doctorado en medicina en la Universidad de California-Merced.
Román Viveros es un estudiante de 21 años que salió a manifestarse en el campus de Miami de la Universidad Internacional de Florida. Cree que éste debe ser un espacio seguro donde poder decir que uno es indocumentado.
El campus de New Brunswick de la universidad de Rutgers, en Nueva Jersey, también se unió a la iniciativa de campus santuario para defender a los estudiantes indocumentados y lo hicieron cantando al unísono en español.
Según cifras ofrecidas por el departamento de Educación, todos los años unos 65,000 estudiantes indocumentados se gradúan de secundaria en EEUU y de esos solo un 5 ó 10% (entre 3,000 y 6,000 estudiantes) continúan sus estudios superiores.
Nada raro si se toma en cuenta que los estudiantes indocumentados no son elegibles para la ayuda financiera estudiantil para pagar la universidad y que solo 20 estados permiten a estos universitarios pagar colegiatura como residentes, lo que representa un importante descuento.
En algunos casos, como el del ciudadano estadounidense Antonio Rojas Rodríguez, el ser hijo de indocumentados hizo que lo consideraran indocumentadoe inelegible para ayuda financiera o colegiatura, pero él lucho por sus derechos.
Taylor Allan, de 24 años, uno de los organizadores de la protesta en la Universidad Internacional de Florida (FIU, por sus siglas en inglés) en Miami decidió unirse a la manifestación del Movimiento Cosecha para pedir que los campus sean santuarios para los indocumentados y que las universidades no compartan la información de esos estudiantes, los protejan y no los discriminen.
De origen cubano, es la primera vez que Allan participa en una iniciativa de estas. El joven dice estar en o con estudiantes indocumentados que desgraciadamente tienen miedo de ponerse al frente de las protestas y por eso él decidió hacerlo: "Creo que es importante para todos los demás que no tienen ese miedo de la deportación por la presidencia de Trump que demos un paso adelante y ayudemos a proteger a nuestros compañeros".
Para él, en el discurso antiinmigrante de Trump hay grandes dosis de miedo e ignorancia. "Para mí, ningún ser humano es ilegal. Cada uno nació donde nació y la gente viene a este país en busca de una vida mejor".
Respecto a sus compañeros indocumentados, Allan dice que están completamente aterrados: "Tienen miedo por sus vidas, por las vidas de sus familias. No solo temen ser deportados bajo la presidencia de Trump sino que en los últimos siete días hemos tenido más de 600 casos de acoso y amenazas incluso en escuelas primarias, según ha reportado el Southern Poverty Law Center".
Entre quienes se manifiestan este miércoles hay muchos dreamers. En total, unos 800,000 jóvenes indocumentados que fueron traídos a EEUU cuando eran niños se beneficiaron de DACA. El programa cambió su vida para bien, pero Donald Trump prometió durante la campaña revocarlo. Estas son algunas de sus historias:
Lucía Quiej, la inmigrante guatemalteca que se hizo popular tras preguntar a Hillary Clinton y Bernie Sanders por su plan para reagrupar familias, acudió a la protesta de la comunidad universitaria en Homestead, Florida.
Quiej, que llegó en bicicleta y con un cartel que rezaba "Love Trumps Hate", quiso mostrar su solidaridad con los manifestantes. La mujer, que hoy cría a sus cinco hijos sola después de que su marido fuera deportado, dijo que quiere que ellos también estén seguros. Tras la victoria de Donald Trump, la mujer relató a Univision Noticias el temor que ha invadido su comunidad.