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CityLab Vivienda

¿Ha logrado Boyle Heights detener la gentrificación?

Luego de sucesivas protestas por parte de los vecinos, una icónica galería de arte decidió dejar este barrio latino en Los Ángeles. Quienes se oponen a la gentrificación han visto esto como una gran victoria.
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1 Mar 2017 – 07:09 PM EST
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Mariachis se juntan en Mariachi Plaza en Boyle Heights, el 20 de diciembre 2014. La restauración del Hotel Mariachi cerca a esta plaza preocupó a muchos de la comunidad por la posibilidad de que este centro de cultura se desaparecía. Crédito: ROBYN BECK/AFP/Getty Images

En mayo del año pasado, la galería de arte PSSST se estaba preparando para abrir en el barrio de Boyle Heights, un vecindario latino donde el ingreso medio es un 40% menor al de Los Ángeles. La ubicación era ideal: justo al otro lado del río del Distrito de las Artes, en el centro de la ciudad. Pero el día de la inauguración, docenas de manifestantes se congregaron al frente del edificio, cargando posters y gritando consignas.“¡No necesitamos galerías, necesitamos mejores sueldos!”, decían. En algún momento durante el día, alguien tiró heces en la ventana, según los propietarios, y un vecino eventualmente tuvo que llamar a la policía.

Parte de la manifestación quedó registrada en este video:

Esta no sería ni la primera, ni la última, ni la más fuerte de las manifestaciones en contra de las nuevas galerías surgiendo en Boyle Heights, pero sí se convirtió en un hito. Y la semana pasada PSSST, el objeto de esa manifestación, anunció su cierre. “Nuestra organización sin fines de lucro luchó para sobrevivir en medio de constantes ataques. Nuestros artistas y personal fueron acosados en línea y en persona... No podíamos continuar arriesgando a comunidades vulnerables”, dice una declaración en su web.

El cierre de PSSST es el último acontecimiento en una batalla acerca del arte y la gentrificación en Boyle Heights. Nuevas galerías han empezado a emerger en Anderson Road, en el extremo oeste del vecindario, avanzando desde el Distrito de las Artes y asustando a los pobladores con la amenaza del desplazamiento. Por lo menos así lo ven algunos residentes. Muchos de ellos ya tienen un concepto para definir lo que aquí sucede: le llaman ‘artwashing’.

“‘Artwashing’ es el uso del arte y la labor artística para perpetuar y generar gentrificación”, explica Ángel Luna, residente del barrio y miembro de la Alianza Anti Artwashing y Desplazamiento de Boyle Heights (BHAAAD). Este grupo, junto a organizaciones como Defender a Boyle Heights y Servir al Pueblo Los Ángeles, han acusado a estas galerías de preparar el camino para nuevos proyectos inmobiliarios que eventualmente desplazarán a la gente pobre del barrio. Han organizado marchas y manifestaciones, y han tratado de hacerles la vida muy difícil a nuevos negocios y sus clientes. Los activistas ven el cierre de PSSST como una victoria en su movimiento: BHAAAD y DBH publicaron una nota celebrando el anuncio.

Mientras ciudades por todo el país se encuentran lidiando con la escasez de vivienda asequible, las presiones inmobiliarias y el desplazamiento, las disputas sobre los efectos de la gentrificación son comunes. Lo que es realmente diferente en Boyle Heights son las tácticas que han utilizado los manifestantes: han sido militantes, insistentes y extraordinariamente confrontacionales, llegando a apuntar con el dedo a personas e incluso físicamente persiguiendo a visitantes que no son bienvenidos. En abril, un artículo en The Guardian sobre Boyle Heights describió cómo los de Servir al Pueblo persiguieron hasta echar a los artistas que realizaban una ópera experimental; dejaron notas amenazantes a los agentes inmobiliarios (“espero que la gente vomite sobre tus ‘delicias artesanales’”, decía una); e interceptaron a estudiantes de la UCLA que hacían un tour del barrio y les exigieron que se fueran.

No todos los residentes apoyan esta estrategia. “Algunos grupos han encontrado maneras muy extremas de mostrar que están en contra de cambios en el vecindario, a mostrar que este barrio solo está abierto para ciertas personas”, dijo Steven Almazan, un maestro en Boyle Heights, a CityLab el último año. “El vecindario no debe de decir, ‘fuera todos que este lugar es mío’. Necesitamos encontrar un equilibrio. Queremos inversiones de la ciudad aquí”, dice.

Grupos de activistas más antiguos, como la Corporación Comunitaria del Este de Los Ángeles (ELACC por sus siglas en inglés), tienen un enfoque más basado en lograr consensos, construyendo viviendas asequibles en el área y tratando de asegurar mejores acuerdos para los inquilinos durante desalojos y desplazamientos. Pero, después de muchos años de trabajo, han sido duramente criticados por forzar a residentes fuera de sus departamentos y planear desarrollos que no todos apoyan.

BHAAAD y DBH, al contrario, no están interesados en conversar. “BHAAAD ha perseguido tácticas militantes y agresivas a propósito”, dice Luna. “Escogimos estas tácticas porque entendemos que los del Concejo Municipal, los políticos y las organizaciones sin fines de lucro no van a luchar por nosotros, y nosotros tenemos que batallar”.

Estas agrupaciones también han sido criticadas por enfocar su movimiento en contra de los artistas, especialmente ahora que un espacio artístico con 70 años de buenas relaciones con la comunidad --Self-Help Graphics and Art-- se ha convertido en parte del drama. Este centro cultural ha sido acusado de ayudar a las galerías. Mientras tanto, a los grupos BHAAAD y DBH no les importan las criticas. “Nosotros creemos que atacar a las galerías es una estrategia útil porque estamos directamente atacando a las comodidades que los desarrolladores están tratando de usar para atraer a nuevas personas al vecindario”, explica Luna.

En septiembre, los manifestantes hicieron la manifestación más grande y agresiva de todas. Docenas de residentes marcharon a ‘Gallery Row’, la cuadra de las galerías en la calle Anderson. Interrumpieron varias inauguraciones de exposiciones y entregaron ‘avisos de desalojo’ a cada galería.

“Asistentes de la galería fueron acosados con agua y botellas y un aluvión infinito de insultos verbales. Los paramos en su camino, los rodeamos, y los perseguimos a sus carros y fuera del área cerca de Anderson Road”, escribieron en Facebook para explicar lo que sucedió.

BHAAAD subió varios videos del incidente en Facebook y Youtube.

Además de ser agresivas, estas tácticas también son notables porque parecen estar funcionando. Es cierto que Boyle Heights ha visto algunos cambios en los últimos años y las rentas están subiendo. Pero la zona permanece como un barrio latino y de clase obrera, preservando su identidad incluso cuando varios barrios al lado, como Echo Park y Highland Park, han sido víctimas de la gentrificación. El cierre de PSSST es una prueba, dicen ellos, de que hay un cambio de rumbo.

“[El cierre de la galería] sí señala que los esfuerzos de la comunidad son más efectivos de lo que pensábamos hace seis meses. Hace seis meses creíamos que el Distrito de las Artes iba a extenderse directo a través de Boyle Heights”, dice Dana Cuff, una profesora de arquitectura de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).

Pero al mismo tiempo, Cuff dice que es muy temprano para celebrar la victoria. “Es difícil usar medidas como éxito y fracaso en este caso. La gentrificación es una masiva fuerza económica e inmobiliaria. El cierre de una galería no es una inversión”, dice.

Luna dice que BHAAAD y otros grupos comunitarios tienen eso muy claro. Están celebrando el cierre de PSSST, pero no se van a cansar hasta que todas las galerías están fuera. Dicen que van a continuar peleando contra cualquier negocio que entre y que no sirva los intereses del vecindario (el último año protestaron contra el cierre del restaurante Carnitas Michoacán, el que fue reemplazado por un Panda Express).

Claro, lo más complicado es decidir cuáles negocios deben de ser permitidos en el barrio. Además, como en todo Los Ángeles, Boyle Heights tiene una escasez de viviendas en Boyle y la tasa del desempleo está en un 8.6%, más alta en cualquier punto de la ciudad. ¿Cómo, entonces, invertir en un vecindario sin propagar el desplazamiento?

La respuesta de Luna: con mucho cuidado. Él dice que las agrupaciones de Boyle Heights sí quieren nuevas viviendas, pero quieren que sean realmente asequibles, con la renta calculada usando el ingreso medio de Boyle Heights, que es solo de 34,000 dólares al año, en vez de usar el ingreso medio del condado de Los Ángeles, que es 55,000 dólares. No quieren que nuevos proyectos inmobiliarios desplacen a la gente. Donde sea inevitable, quieren que los residentes tengan “el derecho de regresar” a su departamento original. Cualquier otra cosa para ellos es un “acuerdo con la gentrificación”, dice Luna.

“Queremos cosas como una nueva lavandería en la esquina de Whittier y Boyle. Queremos que reparen nuestras calles”, dice Luna. “No deberíamos tener que esperar hasta que vivan aquí los gringos para que a alguien le importe reparar nuestras aceras”.

Este artículo también está disponible en inglés en CityLab.com.

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