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CityLab Política

¿Quién vigilará a los observadores electorales de Trump?

Los llamados de Trump a sus partidarios para que "supervisen" las elecciones representan intimidación de votantes y pueden ser ilegales en virtud de la Ley de Derechos Electorales.
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20 Oct 2016 – 11:03 AM EDT
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Una votante durante las primarias de Virginia, este año. Crédito: PAUL J. RICHARDS/AFP/Getty Images

Donald Trump ha estado trabajando diligentemente para animar a un ejército de observadores electorales aficionados bajo el pretexto de que la elección presidencial está amañada. La votación anticipada ya comenzó en unos cuantos estados, pero Trump está convencido de que el fraude ya está orquestado, concretamente en ciertos dominios de los " centros urbanos", y que es necesaria una rigurosa "vigilancia en las urnas".

Esta idea fue reforzada aún más durante el último debate, cuando Trump se negó a decir si aceptará el resultado de la elección. En los siguientes tuits Trump ha cuestionado el sistema electoral y llamado a voluntarios como observadores:

La observación electoral es una actividad legal que normalmente involucra a voluntarios que visitan los colegios electorales el día de las elecciones para garantizar que el proceso electoral se desarrolle sin problemas . Pero la observación electoral también puede ser —y ha sido— convertida en un arma para garantizar que el proceso no fluya como debería, especialmente para los votantes no blancos. Parece que Trump está intentando lograr esto último y el Boston Globe informó el 15 de octubre sobre las consecuencias que las sugerencias de Trump están teniendo en esta área:

"Trump dijo que vigiláramos nuestros recintos. Voy a ir, sin duda alguna", dijo Steve Webb, de 61 años, carpintero de Fairfield, Ohio. "Voy a buscar . . . bueno, se llama caracterización racial. Mexicanos. Sirios. Gente que no habla estadounidense… voy a estar justo detrás de ellos. Voy a hacerlo todo legalmente. Quiero ver si son responsables. No voy a hacer nada ilegal. Sólo voy a ponerlos un poquito nerviosos".

Lo que está describiendo Webb es intimidación de votantes premeditada, lo cual es ilegal bajo la Ley de Derechos Electorales. También equivale a la supresión del voto, porque las personas se pueden sentir intimidadas y no ir a votar. Recuerde la imagen de Donald Trump, cerniéndose sobre Hillary Clinton en el debate presidencial del 9 de octubre, que resultó tan escalofriante que Saturday Night Live lo parodió. Ahora, imagínese a miles de personas comportándose de la misma forma escalofriante en los colegios electorales urbanos, lanzando una niebla de miedo sobre los votantes musulmanes, latinos y de raza negras. Es una receta para el manicomio en un proceso democrático que se supone es libre y justo.

Esto es lo que dijo Trump en un mitín realizado en Novi, Michigan:
“Pero juntos podemos lograr lo que queramos. Pero eso significa que necesitan presentarse el 8 de noviembre. Faltan 39 días para las elecciones. Tienen 39 días para lograr todos los sueños que hemos soñado para nuestro país. No dejen que se escape esta oportunidad. Salgan y voten y asegúrense de que todo está en regla y marche bien… [Ustedes] han estado leyendo las mismas historias que yo. Así que vayan a sus distritos y voten, y escojan algún otro lugar y vayan allí a sentarse con sus amigos a asegurarse de que todo esté en regla y marche bien porque ¿saben qué? Eso es un enorme problema en este país y nadie quiere hablar de ello. Nadie tiene el valor para hablar de eso. Así que vayan y vigilen esos colegios electorales. Asegúrense de que todo esté en regla y marche bien. Por favor. Esa sería una forma terrible de perder, se los aseguro”.


Pero Trump no es el primero en pedir este tipo de supervisión basada en la raza ni es ésta la primera elección presidencial donde los republicanos han recurrido a intimidar a los votantes mediante la supervisión electoral discriminatoria. De hecho, hay una larga y sórdida historia en Estados Unidos de este tipo de supervisión electoral motivada por la discriminación. Se remonta a antes de las leyes de Jim Crow, extendiéndose hasta la Reconstrucción, cuando a los afroestadounidenses se les dio por primera vez el derecho al voto. El Centro Brennan para la Justicia recuerda parte de esta historia en un informe al respecto:
“Virginia aprobó su primera ley 'challenger' [anticuadas leyes que permitían que ciudadanos privados impugnaran la elegibilidad de votantes individuales] en 1870, inmediatamente después de la Reconstrucción y como parte de un paquete de medidas represivas, tales como impuestos electorales y pruebas de alfabetización, dirigidas los ex esclavos recientemente liberados. Relatos periodísticos de este período muestran que los ciudadanos blancos rutinariamente se aprovechaban de estas nuevas restricciones del sufragio para impugnar a los votantes negros en las urnas. Por ejemplo, uno de ellos informó en 1896 que ‘los demócratas han enviado impugnadores y el voto de cada hombre de color fue impugnado’ en un distrito electoral de Richmond”.

Como Ta-Nehisi Coates escribió para The Atlantic, tales maniobras se derivan de un "profundo temor a la concesión de la plena ciudadanía estadounidense a los no blancos, y en particular, a los afroestadounidenses".

En cuanto a eso, en 1981, los republicanos de Nueva Jersey fueron señalados por enviar alguaciles y agentes de policía fuera de servicio a supervisar colegios electorales donde votaban principalmente personas de raza negra, aparentemente para provocar miedo durante una elección de gobernador muy disputada. Esto provocó que el Comité Nacional Republicano fuera puesto bajo un decreto de consentimiento federal para impedirle realizar cualquier operación futura que oliera a intimidación de votantes. El CNR aún está sujeto a ese decreto de consentimiento y, de hecho, el experto en derecho electoral Rick Hasen ha planteado que los planes racialmente selectivos de vigilancia en las urnas propuestos por Trump podrían violar dicho consentimiento.

En 2012, los " patriotas" del Tea Party se unieron para formar una red nacional de vigilancia electoral llamada True the Vote, con el objetivo de lograr que los votantes se sintieran como si estuvieran "conduciendo y viendo que la policía los siga". Ese tipo de lenguaje de 'vigilancia' es muy problemático en un contexto electoral, dado el historial en EEUU de bloqueo del de los afroestadounidenses a las urnas por parte de funcionarios de la ley y el orden. Pero también es una amenaza velada a las personas negras y latinas en general: el hecho de que la policía persiga y detenga a los conductores de raza negra últimamente a menudo ha resultado en encarcelamiento injusto y, a veces, en lesiones e incluso muerte .

True the Vote y sus afiliados son tristemente célebres por atraer denuncias de acoso por su inoportuna "vigilancia" no autorizada de los colegios electorales donde votan poblaciones de mayoría negra y latina en Houston, Texas, y otros lugares. Personalmente observé y reporté que los observadores electorales afiliados al Partido Republicano y a True the Vote demostraron ser una molestia para los votantes de raza negra en Florida en 2012. Allí, los observadores electorales impugnaron y reportaron a activistas de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAA, por sus siglas en inglés) que les ofrecían agua y sillas a los votantes de pie en las largas filas para votar bajo el caliente sol de Florida. En Denver, un observador electoral emitió una alerta de fraude simplemente por ver una " alta concentración de personas de color" en un colegio electoral.

No sólo las personas de color han sido blanco de estas prácticas. En 2012, un manual de capacitación de True the Vote fue marcado por contener materiales que habrían llevado a los observadores a señalar a las personas transexuales como sospechosas de fraude electoral.

Los observadores electorales de Trump para estas elecciones de 2016 podrían ser incluso peores. Al menos, True the Vote ofrecía cierta semblanza de capacitación a observadores electorales. Las personas que les presten atención a los llamados de Trump a vigilar " ciertas áreas" parecen motivadas por la ira rotunda y la animosidad racial, especialmente si se toma el informe del Boston Globe como una verdadera muestra representativa. El rencoroso alguacil del Condado de Milwaukee, David Clarke, uno de los más fieles acólitos de Trump —y nada amigo de los afroestadounidenses— literalmente está pidiendo " horcas y antorchas".

En 2012, grupos de " intimidación electoral" como True the Vote fueron en gran parte relegados por una formidable fuerza opuesta de abogados de " protección electoral" y una intensa atención por parte de los medios de comunicación sobre sus actividades. Pero hay varias dinámicas nuevas en juego en esta elección de 2016 que podrían hacer esos contraataques más desafiantes:

"De hecho, existe el riesgo de que, de forma más desorganizada, la gente vaya a las urnas sin conocer la ley y se involucre en impugnaciones discriminatorias", dijo el asesor del Centro Brennan para la Justicia, Adam Gitlin, a ProPublica.

Asímismo, tampoco se puede ignorar que estos riesgos se extienden mucho más allá de los colegios electorales. La extrema vigilancia de personas no blancas —personas sospechosas de no ser ciudadanos o de no merecer la plena ciudadanía— es, y siempre ha sido, una iniciativa bipartidista. Muchas personas de color pueden sentir que hay poca diferencia entre ser vigilados en las urnas y ser vigilados mientras compran o mientras protestan, o mientras conducen, o incluso mientras caminan. Semejante vigilancia racial no es sólo característica de los republicanos o los conservadores. Hay una línea muy delgada entre la teoría de Jane Jacobs de " ojos en la calle" y la de Trump de "ojos en las urnas". En cualquier caso, es la gente de color a la que más se le vigila en consecuencia.

Si las personas de todas las razas y todos los partidos realmente consideraran este tipo de "observación" y "vigilancia" ofensivas y peligrosas, no debemos preocuparnos solamente el día de las elecciones. Este tipo de vigilancia de las personas de color es un pasatiempo estadounidense y es hora de eliminarlo de raíz.


Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.


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