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CityLab Política

Lo que hizo de Estados Unidos un gran país: invertir en bienes públicos

Trump le está dando la espalda a algo que históricamente fue respaldado por republicanos y demócratas: los esfuerzos para financiar escuelas públicas, redes de transporte y parques nacionales.
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27 Abr 2017 – 05:30 PM EDT
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La inversión en autopistas, así como en otros recursos públicos, impulsó fuertemente la economía de EEUU. Crédito: slobo/iStock

Los estadounidenses son afortunados de vivir en un país lleno de recursos públicos que todos pueden compartir. Muchos son proporcionados por el gobierno y financiados con nuestros impuestos, tales como las carreteras que atraviesan el país, los 84 millones de acres de parques nacionales y las aproximadamente 100,000 escuelas públicas que les dan a todos los niños a la educación.

Otros provienen de la naturaleza, como las montañas, los lagos y los ríos, que también dependen de un gobierno fiable y legislación para preservarlos y protegerlos.

Aunque el valor colectivo de estos ‘bienes públicos’ probablemente es incalculable, el impacto económico de las escuelas, el aire limpio y las vastas autopistas ha sido importante. De hecho, yo diría que los bienes públicos son lo que hace de Estados Unidos un gran país.

Lamentablemente, nuestro inventario de bienes públicos ha estado disminuyendo durante medio siglo, especialmente aquellos que requieren del dinero del gobierno. El presupuesto que el presidente Trump propone empeoraría las cosas aún más, recortando, entre muchas otras cosas, la financiación a parques nacionales, la limpieza de los Grandes Lagos y los esfuerzos encaminados a minimizar el cambio climático.

Por lo tanto, si Trump realmente quiere hacer Estados Unidos todo lo grande que puede ser, invertir en nuestros bienes públicos —así como en aquellos igualmente vitales que compartimos con otras naciones— sería un buen comienzo.

La definición formal de un bien público es que es un bien que no compite ni excluye. Es una forma elegante de decir que cualquier persona puede aprovecharlo y que el uso por parte de una persona no reduce su disponibilidad para otras.

Dejando de lado los recursos públicos naturales por un momento, los recursos proporcionados por el gobierno han ido en descenso. La inversión de capital público de Estados Unidos (neto de depreciación) pasó de ser un 1.7% en 2007 a un 0.4% del PIB en 2014. En la década de 1960 era de aproximadamente un 3% del PIB.

Un subconjunto especialmente crítico de esto, el gasto en investigación y desarrollo, ha sido la piedra angular de la innovación y el crecimiento de nuestra economía. Sin embargo, ha descendido desde un máximo de un 2.1% del PIB en 1964 (durante la Guerra Fría y la carrera espacial) a menos del 0.8% en los últimos años.

Cuando todos los políticos estaban de acuerdo en invertir

Esta erosión ha persistido tanto en istraciones republicanas como demócratas. Pero no siempre fue así, como da fe de ello la historia bipartidista de nuestras mayores empresas.

El ferrocarril transcontinental, aunque fue construido de forma privada a mediados de 1800, estuvo fuertemente subvencionado por generosas donaciones de terrenos federales bajo varios presidentes y fue vital para el crecimiento económico del siglo XIX. Como ejemplo, antes del ferrocarril, viajar de Nueva York a California tardaba casi seis meses y costaba mil dólares. Después, tomaría solo una semana y costaría 150 dólares.

Hubo beneficios similares después de que los presidentes del siglo XX invirtieron fuertemente en obras públicas. Woodrow Wilson, un demócrata, creó el Servicio de Parques Nacionales en 1916, pocos años después de que el republicano Theodore Roosevelt ampliara considerablemente su rol. Los parques de Estados Unidos ahora son responsables de más de 200,000 millones de dólares al año en actividad económica.

Franklin Delano Roosevelt, la quintaesencia del demócrata, construyó escuelas, oficinas de correos, bibliotecas y muchos otros edificios públicos en la década de 1930. Y el republicano Dwight D. Eisenhower creó el sistema de autopistas interestatales que lleva su nombre en lo que fue el mayor proyecto de obras públicas en la historia. En 1996, una estimación puso su beneficio económico total en más de dos billones de dólares, es decir, aproximadamente seis veces el costo original.

Por qué EEUU dejó de invertir

Pero desde mediados de la década de 1960 se ha roto el consenso bipartidista en apoyo de los bienes públicos. Las presiones de la derecha para recortar impuestos y los esfuerzos de la izquierda para ampliar las prestaciones exprimieron la parte discrecional del presupuesto, de donde procede el apoyo a los bienes públicos.

Ambos partidos se han alejado más del centro, donde reside el bipartidismo y hace que los grandes proyectos de obras públicas sean más fáciles de construir y financiar. Mientras tanto, centrarse en reducir el gasto ha hecho que muchos bienes que alguna vez fueron públicos hayan sido completa o parcialmente privatizados.

Por último, las investigaciones han demostrado que la heterogeneidad étnica y racial reduce el apoyo a los bienes públicos, como la recolección de basura y la educación pública, porque a los grupos dominantes no les gusta la idea de compartir estos recursos con los recién llegados. En otras palabras, el racismo parece jugar un papel.

La inversión no solo en el país, sino también en el planeta

Un punto brillante para los bienes públicos ha sido aquellos compartidos a través de las fronteras, algo que ha proliferado desde la Segunda Guerra Mundial.

Estados Unidos tomó la iniciativa en el establecimiento de algunas de las principales instituciones internacionales —tales como las Naciones Unidas y el Banco Mundial— que proveen bienes públicos para el mundo. Los océanos saludables, un clima estable y las transferencias transfronterizas de dinero requieren coordinación internacional para su protección.

Pero tal vez el más importante bien público global sea la paz. Aunque ha habido muchas guerras regionales, se ha evitado un tercer conflicto mundial, en gran medida porque, después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se dio a la tarea de estabilizar regiones clave del mundo a través de los gastos militares, alianzas estratégicas como la OTAN y la ayuda económica. Aunque cada vez más frágiles y desgastados, estos arreglos, apodados la Pax Americana, se han mantenido hasta ahora.

El mayor, si no el más sólido, de bienes públicos ha sido la Organización de las Naciones Unidas y sus organismos asociados. La libertad de navegación, por ejemplo, está protegida por el Derecho del Mar de la ONU. Estados Unidos también condujo la creación de la Organización Mundial del Comercio, que establece las reglas de comercio internacional y de solución de controversias.

¿Está EEUU retrocediendo?

Ahora, la istración Trump no sólo desea reducir significativamente el ya deteriorado gasto en bienes públicos estadounidenses, quiere recortar fondos para instituciones mundiales como la ONU. Una excepción es su plan para invertir en infraestructura, pero muy poco del billón de dólares vendría del gobierno federal.

Ésta es una tremenda ironía dados los beneficios que nuestro país deriva de los bienes públicos, desde parques y carreteras hasta las instituciones globales que apoyan el comercio y otros bienes públicos internacionales.

Imagine por un segundo lo que sería la vida si no tuviéramos el parque público en la calle donde usted puede jugar libremente con sus hijos. O si los ríos y lagos donde nadamos regresaran a los niveles de contaminación comunes en el pasado. O si nuestras escuelas públicas ya no fueran públicas.

Sencillamente, invertir en bienes públicos le ha servido de mucho a Estados Unidos durante muchos años. Sería un gran error retroceder ahora.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés The Conversation y en CityLab.com.

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