"No era activista ni fotógrafa de prensa": la verdadera historia de Albertina Martínez, la joven asesinada en Chile

SANTIAGO, Chile.- “Ha sido un proceso extenuante, largo y doloroso. Albertina era una chica muy alegre, cordial, preocupada por la gente, siempre estaba dispuesta a ayudar y era muy responsable. No faltaba nunca al trabajo, por eso su jefe se preocupó tanto cuando no llegó”. Priscila Martínez habla con voz pausada. Ha pasado solo una semana desde el brutal asesinato de su hermana, Albertina Mariana Martínez Burgos, el 21 de noviembre pasado, y ella aún no se explica lo que pasó.
La muerte inesperada de Albertina Martínez, una mujer de 38 años, que sus amigos y conocidos describen como “optimista” y “buena persona”, causó impacto en Chile y a nivel internacional. Albertina trabajaba como asistente de iluminación en el canal televisivo chileno Mega, pero también era fotógrafa independiente y ese día venía llegando de una de las numerosas protestas que se han realizado en Chile desde el estallido social que comenzó el 18 de octubre.
El jueves en la tarde, tras no tener noticias suyas, su novio le pidió a su madre (suegra de Albertina) que fuera a su departamento en el centro de la capital para ver si estaba. Al no obtener respuesta, la suegra pidió los servicios de un cerrajero para entrar y encontraron a la víctima sin vida, atada de pies y manos. De su casa habían desaparecido distintas piezas de valor, entre ellas su computador, su celular y su cámara con las fotos tomadas ese día.
Falsos reportes de crimen político
La noticia de esta muerte no tardó en viralizarse. En las redes sociales, los hashtags #Justiciaparaalbertina y #AlbertinaMartínezBurgos se propagaron rápidamente. Y en pocos días la joven chilena se convirtió en un símbolo de la lucha por la libertad de expresión, al punto que la prensa internacional –en Italia, Argentina, Estados Unidos y Francia, entre otros– informó sobre su muerte, asegurando que la habían matado por informar sobre las protestas anti gobierno.
El martes 24 de noviembre, por ejemplo, el corresponsal de la emisora argentina Radio Perfil decía al aire que Albertina era “una víctima más de la represión" en Chile. Asimismo, el sitio web de Democracy Now publicaba que la “fotorreportera” documentaba la represión en el país y que la cámara con sus últimas fotos había desaparecido. Il Messaggiero y Il Corriere de la Sera en Italia y varios medios europeos más sugerían que su muerte era el resultado de violencia política. La historia, sin embargo, parece seguir aristas muy distintas.
El clima de inseguridad que domina en Chile –donde, desde el comienzo de la crisis político-social, se han registrado 26 muertes, más de 7 mil personas detenidas, cerca de 3,000 heridos y más de 230 con lesiones oculares (de las cuales dos quedaron ciegas)– ha generado un ambiente extremadamente tenso y polarizado en que las noticias falsas y los video montajes abundan.
El recrudecimiento de la violencia en los últimos días, la difusión de un informe devastador de Human Rights Watch en que se hace hincapié en las “falencias estructurales” que permitieron abusos y exceso de violencia por parte de la policía, así como la dificultad de los distintos sectores políticos para alcanzar acuerdos, han sido el caldo de cultivo perfecto para difundir información que no resulta ser siempre verídica. Así parece haber ocurrido con el caso de Albertina.
“Es una pena que se tome esto para generar odiosidad política, porque en definitiva por lo poco que sabemos del proceso investigativo, la muerte de mi Albert no tiene que ver con eso”, dice su hermana. “Ella no era una activista y no ejercía como fotógrafa de prensa. Lo hacía como hobby, le gustaba sasacar fotos, pero se enfocaba más en lo artístico de las fotos”.
La historia del supuesto asesinato político de Albertina no es la única noticia falsa que ha circulado. A fines de octubre se había especulado que una artista callejera llamada Daniela Carrasco y conocida como la Mimo había muerto por violencia policial e incluso sufrido abuso sexual, hasta que la Asociación de Abogadas Feministas, quien tomó el caso, salió a desmentir lo que se decía indicando que se trataba de un suicidio. A su vez, esta semana distintas personas y medios denunciaron la desaparición de Carolina Muñoz Manguello y publicaron el video en que se ve un grupo de carabineros subiéndola a la fuerza a un furgón en la ciudad de Concepción. En realidad, Carolina Muñoz Manguello no existe. Se trataba de una persona trans llamada Alejandro Muñoz que quedó libre después de su detención. La historia e identidad que circuló en gran parte del mundo era falsa.
"Le daban miedo las marchas"
Albertina Mariana Martínez Burgos, nació en Los Ángeles —una ciudad de cerca de 190,000 habitantes, a 500 kilómetros al sur de Santiago— el 14 de marzo de 1981. Su madre trabajaba en el servicio de salud local y su padre en el rubro de la construcción. Ambos murieron hace unos años. Por eso, Priscila junto a su marido y su hijo de nueve años, eran la familia más cercana que tenía Albertina.
“Albertina, estudió la básica y la media en Los Ángeles. De ahí se dedicó a trabajar un tiempo antes de poder emigrar a Santiago para estudiar”, cuenta su hermana. En esos años, antes de hacer sus estudios, se desempeñó en trabajos relacionados con la peluquería y el modelaje para ganarse la vida. Pero Priscila recalca que siempre se dejaba tiempo para atender su fuerte vocación social. Además, Albertina simpatizaba con el movimiento feminista y participaba en un equipo de fútbol femenino llamado Las Vikingas. Era animalista y cristiana. Estuvo casada durante dos años, pero se divorció y, en la última década, mantuvo una relación estable con un camarógrafo que conoció en su trabajo anterior.
Francisca Torres, periodista en el canal Mega cuenta que era una mujer “dulce y cercana, que te saludaba, aunque no te conociera”. En el canal, sus compañeros instalaron altares en distintos lugares. El jueves 28 de noviembre, además, la organización Nosotras Audiovisuales convocó a un encuentro en su conmemoración en la céntrica Plaza Italia (rebautizada Plaza de la Dignidad por los manifestantes en las últimas semanas), punto neurálgico de las marchas en Santiago. En Los Ángeles también se han hecho velatones para recordarla.
“Todavía estamos en shock. Todos quedamos sin palabras”, dice Francisca. “Y de todo lo que se ha publicado, lo que más nos ha molestado es que se utilice su muerte que es tan dolorosa con un fin político, casi sensacionalista y amarillista considerando que ella fue solo a una marcha”. Francisca asegura que le robaron varias cosas, además de los artefactos en los que podía tener registros de la protesta a la que fue. Que las cámaras de seguridad del edificio muestran que llegó una persona a su casa, pero el conserje no registró su identidad.
“La desinformación es mucha. Leímos que se llamaba Valentina, que era periodista y un montón de cosas falsas. Es muy irresponsable”.Esa molestia fue precisamente la que llevó un grupo de trabajadores del canal Mega a publicar un comunicado en Twitter. Este decía: “Queremos aclarar que oficialmente no existe información respecto al fallecimiento. En el contexto del ‘estallido social’ sabemos que ella estuvo presente en la marcha del jueves 14 de noviembre por primera vez y sabemos que nuestra querida Bety le daba un poco de miedo asistir a marchas, por lo cual queremos dejar en claro que Albertina no estaba registrando las marchas activamente. Pedimos respeto con su familia, sus amigos y colegas. Esperando justicia por nuestra amiga... Un abrazo fraterno”.
El fotógrafo Sergio López fue profesor de Albertina hace varios años. Relata que era buena alumna, motivada, muy responsable y que tenía “la inquietud de aprender”. A él, quien ha estado registrando los acontecimientos del último mes en Chile de manera permanente, también le cuesta creer que Albertina haya sido asesinada por las fotos que pudo haber tomado.
“ Se sabía que le daban miedo las marchas. Una vez que yo saqué fotos me escribió: 'Qué loco verte ahí', porque en general yo estoy en el estudio. Le dije que era una experiencia nueva. Y ella me contestó 'qué miedo'. Después ella subió unas imágenes que tomó y yo le puse: 'qué bueno que te atreviste' o algo así. Y ella dijo 'sí, pero igual con miedo'. Ella no era una activista y tampoco era una fotógrafa que iba a hacer un registro de lo que estaba pasando todos los días”.
Fuentes de la investigación afirman que “hasta el minuto no hay ningún elemento que permita establecer que haya personal policial involucrado en su muerte”. “Es otra historia muy distinta y muy distante”, dicen.
El día en que se encontró el cuerpo de Albertina, la fiscalía y la policía tomaron declaraciones a los testigos y levantaron los registros de las cámaras del sector. Fuentes extraoficiales aseguran que la noche del crimen, la persona que habría entrado al departamento de Albertina sali´ó después con una de mochila de la víctima, llena de pertenencias suyas, incluyendo ropa, e indican que el asesino no entró a la casa usando la fuerza.
Sin pistas del asesino
“No tengo idea de quien puede haber sido”, dice Priscila Martínez, la hermana de Albertina. “No me lo imagino. Pero hubo intervención de terceros”.
El cuerpo de Albertina fue velado dos veces. Primero en Santiago, para que sus amigos de la capital, donde se había instalado hace diez años, pudieran despedirse de ella. Y luego en Los Ángeles, donde fue sepultada el lunes pasado. Durante el funeral, Priscila dijo: “Vamos a buscar justicia por Albertina, esto no se va a quedar así. Mi ´Betita´ no se merece esto. (…) Vamos a hacer lo mejor por ella para que pueda descansar en pñaz”.
Ese día también estaba su pareja y su suegra, que según Priscila era una mamá para Albertina.
“Yo hablé con mi hermana cuatro día antes. Estaba feliz porque mi marido le había arreglado su macbook. Esa fue la última vez que hablamos”, dice Priscila. “Estaba contenta con su trabajo, había tenido buenas oportunidades, creía que le podían dar un ascenso y le iban a subir el sueldo. Estaba muy feliz”.
El 25 de noviembre, en su página Facebook, su novio subió una foto de Albertina apoyada en una mesa y mirando hacia un lado. Un rayo amarillo ilumina su frente y brazo. La imagen va acompañada de una dedicatoria: “Te amo Mi gato ya nos veremos...”.