¿Por qué las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo llevan un pañuelo blanco en su cabeza?
Entre los años 1976 y 1983, Argentina vivió una de las épocas más tristes y oscuras de su historia, cargada de miedo, censura, represión, tortura, detenciones y desapariciones forzadas durante la dictadura de Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti, autodenominada como «Proceso de Reorganización Nacional».
Con una sociedad que miraba para otro lado y los medios de comunicación hegemónicos ocultando lo que ocurría, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo solas, pero unidas y organizadas, fueron las primeras que lograron visibilizar al mundo, los estragos de la dictadura cívico militar en Argentina.
El pañuelo blanco que llevan en su cabeza, continúa presente y se convirtió en un gran símbolo de lucha por los Derechos Humanos reconocido en todo el mundo. Esta es su historia.
La historia del pañuelo blanco de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo
El golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 estableció un régimen que tuvo como eje la desaparición forzada de los opositores y la imposición de un sentimiento generalizado de terror, con el objetivo de paralizar cualquier protesta proveniente de aquellos a quienes llamaban «subversivos», específicamente de organizaciones guerrilleras, sindicalistas, militantes de partidos de izquierda y estudiantes.
De esta manera, mujeres, hombres, estudiantes, trabajadores y todo aquel que se oponía al régimen de Videla, era detenido y/o desaparecido.
Apropiación de bebés durante la dictadura
En distintos centros de detención tales como la ESMA, Campo de Mayo o Pozo de Banfield, funcionaban verdaderas maternidades clandestinas, donde los bebés que nacían, eran entregados a familias de militares o vendidos, negándoles a todos estos niños y niñas, su derecho a conocer su verdadera identidad.
Ni muerto ni vivo, desaparecido
La cifra de personas detenidas-desaparecidas durante la última dictadura militar es un número que aún está en discusión en la sociedad argentina y se discute más que la inflación, más que el número de desempleados o que el índice de pobreza. Sin embargo, los organismos de derechos humanos reivindican la cifra de 30.000 desaparecidos y consideran que muchos más casos no fueron denunciados.
¿Qué significa «desaparecido»? Videla lo dijo de la forma más cínica posible durante una conferencia de prensa: «Es un desaparecido, no tiene entidad. No está ni muerto ni vivo, está desaparecido... Frente a eso no podemos hacer nada». Sin embargo, para las madres y abuelas de sus seres queridos desaparecidos, sí era necesario hacer algo. Y lo hicieron.
Como no podían acudir a un organismo estatal, ni a una ONG, ni a la iglesia para preguntar sobre el paradero de sus hijos, hijas y nietos, las madres y abuelas comenzaron a organizarse por sus propios medios e iniciaron un movimiento de resistencia no violenta.
Así, el 30 de abril de 1977 comenzaron a marchar cada jueves alrededor de la Pirámide de Mayo, en la plaza del mismo nombre, situada frente a la casa de gobierno de Buenos Aires.
Al principio, se reconocían entre sí llevando un clavo, pero luego las mujeres decidieron cubrir su cabello con pañal de tela blanco, en alusión a los pañales de sus nietos que se encontraban desaparecidos. A los que ellos estaban buscando.
Nada ni nadie detuvo a las Abuelas de Plaza de Mayo para buscar a los hijos de sus hijos. Sus tareas para encontrarlos, comprendían visitas diarias a los juzgados de menores, orfanatos, oficinas públicas e investigaban las adopciones de la época. También recibían las informaciones que la sociedad argentina les hacía llegar sobre sus posibles nietos.
A mediados de la década del 80, las Abuelas impulsaron la creación de un banco para almacenar sus perfiles genéticos y garantizar la identificación de sus nietos. En 1987, el Congreso de la Nación creó por ley el Banco Nacional de Datos Genéticos que, desde entonces, se encarga de resolver la filiación de las niñas y niños apropiados durante la última dictadura.
Hasta el momento son 128 los nietos encontrados por Abuelas de Plaza de Mayo que recuperaron su verdadera identidad, pero ellas siguen buscando a los que faltan y como siempre, llevando su pañuelo blanco.