Si todavía puedes beber leche, significa que estás más evolucionado que los demás
La mayor parte de la población mundial padece intolerancia a la lactosa; el resto podría ser más evolucionado por una mutación genética que les permite ingerir lácteos.
La leche es el primer alimento de los humanos, pues somos una especie mamífera que necesita de la lactosa, el azúcar de la leche, como fuente de nutrientes.
Después del periodo de lactancia, los humanos ya no necesitamos consumir leche pues obtenemos nutrientes de otros alimentos; sin embargo, es un producto común en la dieta.
Cuando termina el periodo de lactancia, el cuerpo deja de recibir la lactosa de la leche materna y deja de producir lactasa, la proteína encargada de procesar la lactosa. La lactasa es producida por las células que cubren el intestino delgado.
Cuando el cuerpo humano deja de recibir leche materna en la infancia, el intestino experimenta un cambio irreversible que es el responsable de causar intolerancia a la lactosa.
Los bajos niveles de lactasa en los humanos ocasionan inflamación, gases, cólicos, diarrea o estreñimiento cada vez que se consume un producto lácteo. Estos son los síntomas de la intolerancia a la lactosa.
Se estima que el 80% de la población mundial padece intolerancia a la lactosa, pero pueden consumir productos deslactosados o algunos yogures y quesos porque no requieren del mismo proceso que la leche.
El otro 20% que sí tolera la lactosa en la adultez podría ser una minoría más evolucionada gracias a una mutación genética.
La adaptación genética se remonta a hace más de 7,500 años, cuando la ganadería se convirtió en la principal fuente de alimento humano y comenzaron a consumir huevo y leche de animales.
Los estudios genéticos de los ancestros humanos han revelado que el gen MCM6, responsable de la producción de lactasa, sufrió una mutación una vez que se estableció la ganadería como sustento de vida.
Una vez que se empezó a producir y consumir leche, los humanos tuvieron que adaptar su cuerpo para producir lactasa y procesar la lactosa.
De esta manera, aquellos que lograron adaptarse al consumo de lácteos tuvieron mayores posibilidades de supervivencia que los que no.
La mutación del gen se heredó por generaciones y sigue presente en la actualidad, pero no en todas las regiones del mundo la intolerancia a la lactosa es igual.
Se piensa que la producción lechera inició en el centro y norte de Europa, por lo que los pobladores de esas regiones se adaptaron más rápido para tolerar la lactosa.
En la actualidad, más del 90% de los habitantes de los países nórdicos pueden tomar leche sin sufrir las consecuencias de la intolerancia a la lactosa porque tienen la mutación del gen.
Los países africanos y asiáticos, donde históricamente dominó la agricultura encima de la ganadería, tienen los índices de menor tolerancia a la lactosa en todo el mundo.
Es por eso que la tolerancia a la lactosa podría ser una mutación genética prueba del proceso evolutivo de los humanos durante miles de años.
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