{ "@context": "http://schema.org", "@type": "BreadcrumbList", "itemListElement": [ { "@type": "ListItem", "position": 1, "item": { "@id": "/explora", "name": "Explora" } } ] }
null: nullpx
Actualidad

Querida yo del pasado: todos tus esfuerzos valieron la pena

Publicado 8 Mar 2017 – 12:00 PM EST | Actualizado 20 Mar 2018 – 09:38 AM EDT
Comparte

Querida yo del pasado:

Puede que te resulte un tanto extraño recibir una carta de tu yo del futuro, pero te prometo que una vez que venzas el shock inicial, vas a disfrutar de cada palabra.

Recuerdo cómo te frustraba tu situación en el trabajo, el miedo que tenías a decir lo que pensabas, lo mucho que te molestaban esas preguntas que te hacía tu abuela y la razón por la que nunca usabas vestidos. En ese entonces, ¿quién iba a pensar que todo el trabajo duro y las luchas que compartiste con tus amigos, tus padres, y el que en aquel entonces era tu novio (y hoy es tu esposo) iban a generar un cambio tan profundo?

Si no hubiera sido por la cantidad de veces que te dijeron que no podías ganar lo mismo que un hombre (todavía no logras borrar de tu mente a aquel político polaco de la Unión Europea que dijo que merecían ganar menos) tal vez no serías la mujer fuerte y poderosa que eres hoy. Debes saberlo: por tu lucha junto a miles de hombres y mujeres más, lograste que ahora las mujeres disfrutemos del mismo salario que los hombres en el mismo puesto de trabajo.

Si tu abuela no te hubiera preguntado una y otra vez cuándo le darías su primer bisnieto, tal vez nunca te hubieras dado cuenta de que en realidad eres una mujer completa sin tener hijos. Hoy nadie te cuestiona por qué no eres madre.

Las mujeres hoy podemos encontrar nuestra felicidad por distintos caminos ─y no somos discriminadas por ello─. Imagina si en aquel entonces alguien hubiera aceptado una vida como la que lleva tu amiga María, que decidió tener un hijo siendo soltera y se convirtió en la mujer más feliz y realizada del mundo.

Por fin se acabó ese miedo a caminar de pollera o de vestido por la calle. «¿Piropos de mal gusto? ¿Qué era eso?», te preguntan tus sobrinas de 12 y 14 años que gracias a ti y miles de millones de personas más, hoy gozan de muchos privilegios que parecían inimaginables y no saben exactamente qué es eso de la desigualdad de género de la que sus libros de historia tanto hablan.

Y ¿quién hubiera confiado en tus capacidades para llevar adelante la compañía de informática que diriges hoy? Probablemente la mitad de las personas que ahora.

Sí, mucho cambió desde que tenías 20 hasta ahora, no fue un camino fácil, pero por suerte comprendimos que lo importante era luchar entre todos y a favor de todos: allí residía la clave para el cambio.

Podría seguir acordándome de todo aquello que logramos, pero nuestro esposo me está esperando para preparar la cena. Ayer hicimos una increíble pizza a la parrilla y, hoy estamos con antojo de pasta.

No quiero despedirme sin antes escribirte estas últimas oraciones: fue complejo, parecía inalcanzable, pero, a fin de cuentas, «todo parece imposible hasta que se hace» (no importa cuántos años hayan pasado, Nelson Mandela sigue siendo una referencia).

Así que gracias: gracias por no bajar los brazos y por mantener la convicción de que en equipo y con voluntad todo puede lograrse.

Comparte