Pocos se hacen una pregunta clave: ¿qué hay tras el miedo a denunciar el acoso sexual?
En los últimos días, un escándalo ha desvelado una de las aristas más oscuras de Hollywood: el acoso sexual. Todo comenzó cuando The New York Times reunió en un artículo 32 testimonios de actrices que afirmaron haber sido acosadas sexualmente por el productor de cine Harvey Weinstein.
Puede que el revuelo ocasionado haya tenido que ver con la fama de las mujeres involucradas. Entre las denunciantes se encuentran, sin ir más lejos, actrices del porte de Angelina Jolie y Gwyneth Paltrow. El hecho de que las víctimas sean famosas mundialmente no hace que el abuso sea más o menos aberrante. Sin embargo, nos demuestra que nadie está libre del acoso sexual laboral, sin importar nuestro género o nuestra posición económica o social.
Entre las múltiples reacciones que se sucedieron en las redes podemos ver las de muchas personas que les recriminan a las víctimas el no haber denunciado la situación antes. Si en algo puede llegar a ser constructivo este caso, es en que nos sirve de puntapié inicial para hablar del acoso sexual laboral. A continuación, me gustaría explorar cuáles son los factores que hacen que denunciar el acoso sea tan difícil para sus víctimas.
1. Piensan que nadie les va a creer
Debemos tener en cuenta que en estos casos no suelen existir pruebas ni testigos dispuestos a dar su testimonio en favor de las víctimas. Por otra parte, y como se hizo patente en este caso, nuestra sociedad tiende a defender a los abusadores y a desestimar las acusaciones de las víctimas.
2. Temen verse perjudicadas por la denuncia
En el caso del acoso sexual laboral, uno de los grandes propiciadores del silencio es el miedo a que denunciar el caso perjudique su carrera profesional. Esto tiene que ver con el hecho de que muchas veces la persona que perpetúa el acoso se encuentra en una posición de poder con respecto a su víctima. En medios muy pequeños donde todos se conocen, este miedo se intensifica, ya que cualquier tipo de rumor negativo se propaga rápidamente.
Pero esto no se restringe a la vida profesional. Sin ir más lejos, a la actriz Rose McGowan, quien alegó ser víctima de acoso por parte de Harvey Weinstein, le suspendieron su cuenta en Twitter. Esto ocurrió luego de que denunciara el acoso en esa red social y protagonizara un altercado junto con Ben Affleck, al que acusó de haber tenido conocimiento del abuso que ella sufrió en 1997 y no haber hecho nada al respecto.
3. Las autoridades competentes no siempre ayudan
Otro factor que desmotiva la denuncia por parte de las víctimas es que las autoridades que tienen que tomar cartas en el asunto no siempre lo hacen. Además, tampoco se suele proteger a las víctimas de las represalias que podrían originarse a raíz de su denuncia.
4. Se culpa a las víctimas
Este es uno de los factores más complicados, porque tiene que ver con la construcción simbólica y los mensajes que como sociedad emitimos acerca de el acoso sexual laboral y los abusos sexuales en general. Es muy común que se condene a la víctima. Se la acusa, entre otras cosas, de haber «provocado» al acosador, de no haberse resistido lo suficiente o de no haber hecho la denuncia de manera inmediata.
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Yo creo (y esto es una opinión completamente personal) que lo que activa este mecanismo es el miedo de que nos ocurra lo mismo a nosotros. Necesitamos, de alguna manera, justificar el hecho, hacer ver que al otro le pasó eso porque hizo algo «mal». De esa forma, creamos en nuestras mentes una realidad mucho más fácil de digerir. Pero lo cierto es que el acoso no discrimina y no tiene que ver con ningún comportamiento de la víctima, que le puede pasar a cualquiera. El acoso sexual laboral existe, y como sociedad debemos buscar los mecanismos para enfrentarlo y prevenirlo de la manera más efectiva posible. Es necesario, por ejemplo, que cuidemos nuestros comentarios en las redes sociales sobre el asunto porque de esa forma estaremos enviando un mensaje a quienes viven o vivieron esa situación. Tenemos dos opciones: generar más miedo y silencio o crear un espacio seguro, comprensivo y de apoyo para las víctimas.
¿Y tú? ¿A cuál de estas alternativas te sumas?