Parque Nacional de Lençóis-Maranhenses
Cuando se piensa en Brasil en seguida se vienen a la mente unas extraordinarias playas de arenas blancas, la inmensa selva que rodea al Amazonas o las bulliciosas calles de cualquier ciudad en una noche de Carnaval. Pero seguro que pocos piensan en un desierto repleto de dunas.
Y es que este enorme país con la mayor superficie de Sudamérica y una de las mayores del mundo, es también cuna de un desierto: El Parque Nacional de Lençóis-Maranhenses. Tiene una superficie de unos 1.000 kilómetros cuadrados y se sitúa en el noreste del país.
Aunque a primera vista pueda recordar a otros desiertos más inhóspitos por la ausencia de vegetación y las dunas, está salpicado de pequeñas lagunas de aguas procedentes de las lluvias. E incluso es posible encontrar peces cuyos huevos fueron transportados por diferentes especies de aves marinas.
Realmente se trata de un desierto muy atípico, pues recibe una importante cantidad de precipitaciones anuales, lo que da lugar a conformar un paisaje espectacular donde se entremezclan las blancas arenas y las aguas claras.