Las primeras sociedades científicas: la Academia de los Linces
Nos situamos a principios del siglo XVII en Italia, el Renacimiento está en su apogeo, y existe una crisis de religión, ocasionada en parte por la reforma protestante, y en otra parte porque ideas como las de Copérnico afirmando que la Tierra se mueve están corriendo como la pólvora.
Estas ideas se oponían a las de Aristóteles en las que se apoyaba la Religión Católica y a la Biblia misma, que dice textualmente en los versículos 12 y 13 del capítulo 10 del libro de Josué:
Es en este contexto en el que surgen en Italia sociedades secretas, integradas por hombres de ciencia, interesados por el conocimiento de la verdad, una de ellas fue la Academia de los Linces.
Galileo y la Academia de los linces
Para los defensores de la Iglesia uno de sus principales oponentes es Galileo Galilei, quien estaba en contra de la teoría geocéntrica; utilizando como argumento el descubrimiento del movimiento de los satélites de Júpiter alrededor de un cuerpo distinto a la Tierra, creó dos bandos con opiniones enfrentadas. Tal como decía un conocido de Galileo, Piero Dini :
Era comprensible por tanto cierto temor a expresar las ideas con libertad, lo que dio lugar a la aparición en Italia de reuniones clandestinas donde los aficionados a la ciencia y científicos compartían sus ideas.
A una de las reuniones de apoyo a Galileo en 1611 en Roma asistió un noble, Federico Cesi, segundo marqués de Monticelli y gran irador de Galileo. Cesi insistió en reunirse con Galileo, y le propuso formar parte de una asociación secreta que había fundado, la Academia de los Linces.
La academia eligió este nombre en honor al lince, que era considerado el animal con la vista más aguda. El manifiesto del grupo era:
Entre sus se contaban Giambattista della Porta, autor de un libro sobre magia natural y alquimia y Jean Eck, médico flamenco, asesino convicto y confeso y con fuertes vínculos con los círculos de magia negra.
¿Fueron la Academia de los Linces los Illuminati?
Eso es lo que afirma Dan Brown en su libro Ángeles y demonios. Bueno, es sabido que Jean Eck adoptó el nombre de L’Illuminato como pseudónimo en la Academia, pero no hay ninguna otra pista que nos lleve a esa conclusión, aunque claro, tal vez no lo sepamos todo. Por cierto, la Academia aún existe y tiene sus instalaciones en el Palacio Corsini, en Roma.
¿Conocías la historia de la Academia de los Linces? ¿Y la de los Illuminati?