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Mundo

Las curiosas formas en las que este país intentó acabar con el consumo de alcohol te sorprenderán

Publicado 28 Mar 2017 – 03:30 PM EDT | Actualizado 5 Abr 2018 – 01:47 PM EDT
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Es bien sabido que los irlandeses son unos bebedores natos. En Irlanda, el consumo de cerveza promedio por persona es de 130 litros al año; sin embargo, hay que decir también que son un pueblo desarrollado y exitoso, con una historia y tradición cultural verdaderamente única.

Aquí te traemos 3 historias anecdóticas de cómo han intentado acabar con ese desenfrenado consumo de alcohol.

¡Arroja ese barril por la ventana!

John Edgar fue un reverendo irlandés, profesor y luchador social, que se hizo famoso el 24 de septiembre de 1839, al arrojar los restos de un barril de whisky desde la ventana de su mansión en Alfred Place. Su objetivo no era otro que fomentar la abstinencia del alcohol. Consiguió una buena impresión, pero se necesitaba mucho más que eso para lograr una empresa de tal envergadura. Para muchos, tal dispendio fue de pésimo gusto.

La historia del padre Theobald Mathew

En 1779, el consumo de whisky en Irlanda ascendía más rápido que la espuma de una cerveza. Existían más de 1200 destilerías en el país, la mayoría de ella ilegales, lo que obligó al gobierno a tomar cartas en el asunto, aumentando los impuestos y sancionando fuertemente a aquellas destilerías que no cumplieran con los requisitos necesarios.

En 1838, el Padre Theobald Mathew inició un movimiento de abstinencia total al alcohol con relativo éxito; esto sumado a las acciones tomadas por el gobierno, dieron como resultado que para 1822 solo existieran alrededor de 20 destilerías legales y menos de 800 ilegales. De no haber existido dicho movimiento, seguramente los irlandeses se hubieran salido de control y quien sabe donde estuvieran en este momento.

El éter como sustituto del alcohol

El movimiento iniciado por el Padre Mathew, venía acompañado por un juramento que obligaba a dejar el alcohol de inmediato. Para el año 1844 se estima que más de 3 millones de personas en Irlanda habían hecho el juramento.

Irlandeses como un tal Dr. Kelly, fieles a mantener su palabra, se dieron cuenta que el éter tenía ciertas propiedades al ser inhalado, tales como producir euforia e incluso hasta inconsciencia y lo más importante ¡cero ingesta de alcohol! El Dr. Kelly fue más allá y comenzó a ofrecer a sus pacientes esta alternativa a la abstinencia.

No pasó mucho tiempo para que el éter se convirtiera en un producto de consumo popular, hasta el año 1891, cuando el gobierno británico calificó al compuesto químico como veneno, restringiendo drásticamente su distribución y uso.

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