Encélado: un mundo con mares subterráneos
Cuando la misión Cassini descubrió que la superficie de Encélado, una de las lunas de Saturno, disparaba géiseres desde las grietas llamadas rayas de tigre, se pensó en este astro como un lugar potencial dentro del Sistema Solar para albergar agua. Parecía probable que existieran depósitos líquidos en su interior provocados por las fuerzas gravitacionales. Sin embargo, el hecho en sí mismo no era una prueba definitiva.
Ahora nuevos acontecimientos refuerzan dicha hipótesis. Los científicos han tomado muestras de los chorros que lanza la Luna para estudiar su composición mediante el Analizador de Polvo Cósmico y el resultado es muy alentador. Algunas partículas se acumulan en el anillo E de Saturno. Estas son de hielo casi puro, y las que están cerca de la superficie son un poco más grandes y ricas en sales de sodio y potasio.
La cantidad de sal en estas partículas es significativa, lo cual eliminaría la posibilidad de que las fuentes internas de sodio sean secas. La pregunta que se hacen los expertos es: ¿de dónde salió toda esa sal? El proceso natural debe ser a través de la disolución en agua líquida; un lento enfriamiento ―que debe haber estado sucediendo desde la formación de la Lu na― probablemente provoque que dicho compuesto se evapore hacia el exterior. Como esos mares subterráneos están sujetos a presiones muy altas, se producen estas fisuras por las cuales se libera el vapor de agua salada.
El descubrimiento promete ser muy importante para probar que también en los lugares helados del Sistema Solar pudieran existir condiciones ambientales favorables para el desarrollo de la vida. Los investigadores señalan que aunque Encélado no puede ser considerado un hogar en su sentido estricto, para las criaturas que habitaron la Tierra en sus orígenes hace millones de años atrás, esta luna luce perfectamente acogedora.