El inesperado descubrimiento de Kepler
De pronto algo llama su atención: ha detectado aproximadamente a 2000 años-luz*, lo que parece ser un sistema planetario muy compacto, compuesto por seis planetas que orbitan alrededor de una estrella semejante al sol, a la cual los científicos bautizan como Kepler-11.
Su observación rigurosa ―el seguimiento es necesario para verificar que los candidatos sean planetas actuales― devela características sugerentes. Los planetas son los primeros en tener tamaños similares a la Tierra y ubicarse en la llamada zona habitable. Suena alentador.
Cinco de ellos poseen 2,3 y 13,5 veces la masa de nuestro planeta. El sexto está un poco más lejos de su estrella y tiene un tamaño mayor. Sus masas deberían ser básicamente rocosas y la mayor parte de sus volúmenes gaseosos. No se descarta la posibilidad de que también contengan agua en su superficies.
En cuanto a las órbitas, todo parece indicar que los más cercanos a Kepler-11 realizan vueltas alrededor de su amarilla estrella en un período que oscila entre 10 y 47 días. Al ser menor que el tiempo orbital de Mercurio, se deduce que el calor no propiciará condiciones apropiadas para la vida. El clima sería más bien abrasador.
Por su parte, el sexto planeta ―¡el perezoso!― las completa en 118 días. Algo semejante a las órbitas de Neptuno o Urano. De este último vale aclarar que su masa, lamentablemente, aún no ha sido determinada.
Los científicos se sienten jubilosos. Dichos sistemas no suelen ser comunes, por lo que resulta extraordinario haber dado con este: puede ofrecer información no sólo de sí mismo, sino sobre el origen de los sistemas planetarios en general, incluyendo el nuestro.
En palabras de la NASA, la misión Kepler ha logrado llevar a la realidad de hoy uno de los temas pilares de la ciencia ficción. Un descubrimiento tal pone de relieve la importancia de las investigaciones científicas para comprender cuál es nuestro lugar en el universo.
Notas
* 1 año luz= 9.46 billones de kilómetros