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Ciencia y Tecnología

Cuando sucede lo imposible: ¿Qué es el inquietante y misterioso síndrome de Lázaro?

Publicado 14 Jul 2017 – 09:00 PM EDT | Actualizado 24 Mar 2018 – 04:32 AM EDT
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El síndrome de Lázaro es el nombre que recibe el extraño fenómeno en el cual una persona aparentemente muerta vuelve a la vida después de que los intentos de reanimación cardiopulmonar fallaron

También conocido como el síndrome de la autoresurrección, el llamado síndrome de Lázaro o síndrome de Lázarus recibe su nombre de un personaje bíblico llamado Lázaro, que en el Nuevo Testamento de la Biblia volvió de la tierra de los muertos gracias a los esfuerzos de Jesús. 

Cuando una persona muerta resucita por sí misma

La cantidad de veces que el fenómeno ha ocurrido son muy pocas —se estiman menos de 100 veces en los últimos 50 años— mientras que las razones por las que sucede aún siguen siendo una especie de misterio para la ciencia

Las explicaciones más factibles hasta el momento van por la linea de que, tras recibir la reanimación cardiopulmonar, la presión en el pecho de las personas cede, permitiendo que el corazón se expanda y desencadenando impulsos eléctricos capaces de reiniciar su funcionamiento

Este fenómeno teóricamente es el que finalmente permite que el corazón vuelva a funcionar después de que los médicos lo hayan intentado sin obtener resultados, en una especie de conjunción entre la buena suerte y las casualidades. 

Por otra parte, existen quienes señalan que probablemente la reanimación espontánea de las personas hasta entonces fallecidas, puede deberse a que en la reanimación cardiopulmonar se usan ciertos fármacos —como la epinefrina o adrenalina— capaces de devolverle al corazón el impulso de funcionamiento. 

La resurrección espontánea y el miedo a ser enterrados vivos

Durante el año 2016 fue especialmente polémico el caso de una familia que fue testigo de cómo una niña volvió a la vida después de ser declarada muerta por parte de los médicos. 

La familia deseaba despedirse de ella y para que el momento fuera lo más natural posible, los médicos decidieron sacarle a la niña el tubo de oxígeno, sin imaginar que iba a retomar el color en las mejillas y que iba a comenzar a respirar espontáneamente, recuperando todos sus signos vitales

Este tipo de situaciones pone a los médicos y a la ciencia frente a la incertidumbre de cuándo declarar a una persona efectivamente muerta. El miedo a ser enterrado vivo ha estado presente en los seres humanos desde hace mucho tiempo e incluso hay quienes han pedido que en su ataúd se ponga una cuerda atada a una campana del lado exterior. 

Además del caso de esta niña han habido también otros casos en Europa e incluso en América Latina, en donde, por ejemplo, una mujer colombiana de 45 años —que posteriormente demandó a los médicos por traumas y lesiones— fue declarada muerta hasta que funcionarios de la morgue local notaron que estaba respirando, devolviéndola al hospital para recibir el tratamiento adecuado. 

Lo cierto es que parece que los médicos aún no tienen una forma de establecer efectivamente cuándo una persona está muerta sin arriesgarse a cometer un error, por lo que los velorios siguen cumpliendo una parte importante en la confirmación de los decesos. 

La muerte —teniendo en cuenta este tipo de fenómenos— debe ser entendida no como un suceso sino como un proceso, en el cual los médicos, una vez que han terminado con la reanimación cardiopulmonar, deben avisarle a la familia para que supervisen el cuerpo de la persona fallecida por algunos minutos. 

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