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Sexualidad

Los animalescos rituales del cortejo entre seres humanos

El apareamiento: otra cosa en la que nos parecemos a los animales. Así de originales somos.
14 Abr 2016 – 12:59 AM EDT
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A los homo sapiens nos gusta pensar que existe un desarrollo intelectual detrás de todas nuestras actividades, y el amor es una de las más discutidas y estudiadas, materia favorita de músicos, poetas, filósofos y mortales. Crédito: iStock

Si te parece que el cortejo de tu pareja tiene tintes extrañamente animales, no te asustes. A los homo sapiens nos gusta pensar que existe un desarrollo intelectual detrás de todas nuestras actividades, y el amor es una de las más discutidas y estudiadas, materia favorita de músicos, poetas, filósofos y mortales. Sin embargo, al observar los rituales de apareamiento de algunas especies animales, tenemos que aceptar que nuestros instintos juegan un papel importante. Y que nos parecemos a ellos más de lo que estamos dispuestos a aceptar.

Al comparar los rituales de cortejo de los animales y aquellos de los seres humanos, lo primero que suele venirnos a la mente es el simio golpeándose el pecho y gritando, lo cual a su vez nos remite a Tarzán y enseguida al cromosoma que apenas nos diferencia de aquellos casi-humanos. Sin embargo, l os animales que más se nos parecen en este sentido, dado el estilo y la complejidad de sus rituales, son las aves. Y de todas las aves, el albatros es el que más.

Entre las prácticas del albatros, hay una que solemos pensar pertenece únicamente al dominio humano o al de series como Sex and the City, pero quizá lo único que nos distinga del albatros en este sentido es que el ave no cuenta con una cuenta de Tinder: las citas amorosas. El albatros corteja a varias parejas a lo largo de años, antes de decidirse por una sola, con la que permanecerá en una relación monógama, como son las relaciones de la mayor parte de las aves. Además, el albatros baila, canta, se acicala y arroja miradas lascivas a sus conquistas en potencia.

Los rituales de los machos pertenecientes a la especie ave de las praderas (o urogrande), por ejemplo, nos pueden llegar a remitir a lo que acontece en espectáculo nocturno para mujeres del estilo Chippendale. El house husband por excelencia del reino animal, el caballito de mar o hipocampo, antes de cargar con los críos en su propio vientre, no es una conquista fácil. El cortejo entre hipocampo y "campa" puede durar varios días y, de ser exitoso, culminará en un baile que dura hasta ocho horas. Los papios machos de bajo rango en el clan harán de niñera de los hijos de la hembra para conquistarla.

Todos somos bailarines
La marca de preservativos japonesa Sagami Original Condoms creó un anuncio inspirado en los rituales de apareamiento del mundo animal. Varias parejas de bailarines logran transmitir con una coreografía experta los reveladores (y no del todo lejanos) meneos, pasos, quebraditas, saltos y ritmos diseñados para seducir. ¿Cuántas de las especies puedes adivinar? (Pista: el color de la ropa de los bailarines sugiere el del animal).

La campaña, creada por las agencias de publicidad Stink y White Briefs, incluye un diccionario también titulado Act of Love, que incluye 73 especies del mundo entero, clasificadas de acuerdo a sus prácticas de apareamiento, en lugar de su clasificación zoológica. ¿A cuál perteneces tú?

Inspirada por el fracaso de sus propias relaciones amorosas, la estudiosa del comportamiento animal, Jennifer Verdolin, propone en su libro The Wild Connection que las prácticas de cortejo animales nos pueden revelar ciertas claves en torno a las relaciones humanas amorosas. A través de su observación de los rituales de apareamiento animal, sin embargo, Verdolin no pretende establecer paralelos entre la especie humana y la animal, sino reconocer la variedad de sistemas que existen incluso entre los seres humanos, e identificar las razones detrás las dificultades a las que se enfrentan estas últimas.

En una entrevista para la revista Wired acerca de su libro, la autora declaró: "Yo creo que lo mejor es decidir lo que más sentido tiene para ti. Esto puede depender de tu cultura, de tu genética, de la etapa de la vida en la que te encuentres o incluso de tu pareja. [...] A veces puedes actuar como una ardilla y a veces como un albatros. Lo que no debes de hacer es fingir que eres un albatros cuando en realidad eres una ardilla".


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