Mamá cansada pero feliz: el gran reto de la maternidad

Situaciones cotidianas de una mamá común: despertar a las 7 a.m. todos los días, incluso los domingos porque los chicos tienen fijo su reloj biológico y no discriminan fines de semana. Luchar para que coman bien y quieran bañarse. Ir al baño con los minutos contados y hacerlo con la puerta abierta. Tener charlas telefónicas interrumpidas por peleas entre hermanos, mini accidentes o porque son ellos quienes ahora deben ir al baño. Lidiar con berrinches de todo tipo (porque quieren ponerse shorts el día más frío del año, porque los subí yo al auto y querían subir solos, porque uno quiere ver Nemo y otro Toy Story, porque quieren algo del mercado que no voy a comprar, porque a la hora de andar en el trencito del parque quieren subir al vagón rojo y les tocó el verde; etc. -La lista de enojos infantiles es literalmente inimaginable-)
Ser mamá es definitivamente un oficio sin descanso que demanda todo, y digo TODO de ti las 24 horas del día los siete días de la semana y es normal que a veces nos sintamos superadas. Sería ideal que los hijos vinieran con un manual instructivo pero no y, -muy tristemente- he de confesar que hay muchas cosas en esto de ser mamá que no sé controlar.
Tengo dos hijos y los amo. Los amo más que a nada en el mundo. Creo que es por este amor que les tengo que no puedo evitar muchas veces sentirme fracasada por no ser la súper mamá que me gustaría ser, la que sabe bien cómo manejar cada situación de manera que estén todos contentos. Y, cuando digo todos, me incluyo: a mi también me gustaría ser siempre una mamá feliz. Sí, ser mamá es hermoso pero también es agotador y ¡vamos! todas nos sentimos desbordadas por la maternidad en más de una ocasión.
¿Dónde está la persona que yo era cuando no tenía hijos? Hace cinco años conocía bien lo que era contar con tiempo libre, iba al gimnasio, me juntaba con amigas y tenía hobbies y metas profesionales. ¿Acaso está mal desear hoy ser esa persona aunque sea por solo unos minutos?
Creo que esto de soñar volver el tiempo atrás y readquirir la totalidad de las jornadas para uso exclusivamente personal es un sentimiento común pero efímero: ese deseo dura lo que dura pensarlo, se desvanece tan pronto te das cuenta de cuan vacía sería la vida de una mamá sin sus hijos.
Puedo quejarme pero todo ese tiempo que antes me dedicaba a mí ahora es de mis hijos y estoy segura de que es el tiempo mejor invertido de mi vida. De ellos recibo mucho más de lo que doy. Son mis hijos, mis pequeños dos terremotos, los que me hacen mejor persona día a día, los que me colman de un amor infinito cuando vienen corriendo a abrazarme, cuando me besan, me dibujan corazones y me dicen que me quieren. Son ellos -no mi profesión ni mis hobbies- los que dan razón a mi vida, un significado inexpresable.
Ahora bien, en los momentos que te superan -de mamá a mamá te lo digo-: date un respiro. Sal a tomar un poco de aire, toma sol en una breve caminata, mímate cambiando el color de tus uñas y mírate sonreír en el espejo. Replantéate el concepto de “maternidad” y no permitas que te aleje de quién eres. Retoma las reuniones con tus amigas -quizá no se pueda todas las semanas, pero ¿qué tal una vez al mes?-, organiza algo romántico con tu pareja y nunca abandones tus sueños -probablemente cuando los hijos son pequeños solo puedes dar pasos cortos para alcanzarlos pero lo importante es seguir avanzando, no detenerse- los hijos después crecen y cuando el nido esté vacío, necesitarás de tus sueños y aspiraciones personales.
Ser mamá no es fácil, nadie dijo que lo fuera pero no podemos negarlo: aunque la maternidad es difícil ¡es lo mas hermoso que nos podría haber pasado! ¿Cómo la vives tú?