¿Mi nuevo método para ser madre? Que no me importe nada
Muchas veces, el peor juez que tenemos es uno mismo…
Por más que digamos que “hacer lo que funciona para cada uno es lo mejor” o que “toda familia es diferente”, muchas veces juzgamos y nos vemos juzgadas por otras mamás. Pero, ¿quieres que te diga qué es peor? Cuando la mamá juez suprema es una y no nos perdonamos nada.
Bueno, yo decidí perdonarme, y mi nuevo método para ser mamá es que no me importe nada. Sí, literalmente.
La batalla fue conmigo, no con la maternidad
Desde que nació mi primer bebé, me pasé en una batalla constante con mi forma de ser mamá. Pasaba preocupada de que estaba fallado, asustada de que lo que estaba haciendo no fuera suficiente o, en ocasiones, preguntándome si era demasiado.
Sí, no nací, como ninguna otra madre en este mundo, sabiendo cómo criar y educar a un hijo, pero no me permitía esta falla. Me la pasaba todo mi tiempo comparándome con otras madres: amigas, madres de los compañeros de mis hijos, hermanas, colegas, compañeras de trabajo. ¡Me volví loca!
Hasta que entendí que estaba tan preocupada por qué era lo que le funcionaba para los demás, que me había olvidado de hacer que la cosa funcionara para mí. Y empecé a hacer que nada me importara, a tal punto, que a veces me preocupo de que todo me sea tan indiferente.
Maternidad sin que importe nada
Ahora, para que se entienda, cuando hablo de una maternidad sin que nada importe, me refiero a una maternidad sin preocuparme por cómo o por qué otros padres hacen lo que hacen. No me importa nada y no me vivo justificando sobre mis decisiones, por si fui o no al supermercado, por si no pude amamantar 2 años, por si salgo a trabajar o me quedo en casa, por si duermo o no en la noche, por si me voy de vacaciones a un mejor o peor lugar que los vecinos.
No me importa nada lo que hago como madre, lo soluciono en el momento con lo que mejor me sale; lo vivo con naturalidad. Porque, honestamente, todos estamos haciendo el intento y descubriendo esta tarea maravillosa paso a paso y, preocuparnos mucho por eso, solo nos crea inseguridades.
Desde que no me importa nada, me siento muchos menos cansada y con más energía porque curé mis emociones. Ahora enfoco mi energía en lo que se siente mejor para mi familia y para mí, en vez de compararme con otras personas.
Así, que, como soy una madre a la que no le importa nada, aquí estoy, trabajando frente a la computadora, tomando mi café, dejando ver a mis hijos la televisión toda la mañana, dejando la limpieza de los platos para más tarde y planificando unas vacaciones sin saber a dónde se van los vecinos. ¡Y feliz!
- Sigue leyendo: 8 hábitos de una mamá feliz