Cómo hacer más positivas las relaciones con los adolescentes
Todo padre desearía ser uno bueno. La mayoría de ellos aman a sus hijos y desean que la vida les sea lo mejor posible. ¿Pero qué estamos haciendo? Los índices de malas conductas infantiles son a veces alarmantes. Los adolescentes sienten que no son escuchados o respetados como individuos. Vale la pena que hagamos un alto y reflexiones en nuestras estrategias educativas. Hoy en EntrePadres te traemos algunas recomendaciones para que desarrolles relaciones más fuertes, amorosas y abiertas con tus hijos en esta etapa.
Conócete a ti mismo
El primer paso para mejorar las relaciones con tus hijos es aprender a conocer tus motivaciones, deseos e intenciones. Debes tener claras las razones reales por las que escogiste tener hijos, qué deseas para ellos y por qué, cuáles son tus propósitos al disciplinarlos y si estás haciéndolo por odio y frustración o por amor verdadero.
Muchas veces la falta de control al relacionarse con los hijos se explica por frustraciones que hemos tenido a lo largo de la vida que, sin darnos cuenta, depositamos en nuestros pequeños, quienes no son responsables ni de ese pasado, ni de haber venido al mundo.
Auto-conocerse puede ser difícil y llevar tiempo, pero con paciencia y práctica, y con deseos sinceros, resultará muy útil. Verás que no solo la relación con tu hijo se hace más amorosa y abierta, sino además otras áreas de tu vida.
Desarrolla habilidades para escuchar
Ubícate en esa situación en la cual tienes algo que decir y existe una persona que te escucha y presta atención interesadamente a cada palabra que dices. Seguramente te sientes afirmado, seguro y comprendido. Ahora imagina cómo se siente tu hijo adolescente cuando dedicas parte de tu tiempo a escucharlo realmente.
Por lo general no prestamos toda la atención debida a lo que nos dicen los demás, solo oímos las palabras y nos perdemos la parte esencial de la historia. Escuchar es una habilidad difícil de desarrollar. Es como un músculo que hay que poner en práctica para vigorizarlo; mientras más lo usemos, más fuerte será.
Para comenzar a escuchar mejor a tu hijo, debes abrir tu mente a nuevas formas de comunicación. Fíjate no solo en lo que dice, también en los espacios entre las palabras, en sus silencios, en el tono que emplea, trata de leer detrás de cada signo una emoción, un mensaje que intenta transmitirte.
No asumas nada a priori. Desecha tus expectativas, tus prejuicios, ábrete a lo nuevo que estás oyendo. Lucha por comprender lo que escuchas desde la perspectiva de tu hijo, simplemente ponte en su lugar y deja que muestre todos sus sentimientos sin miedo a que lo juzgues.
Evita tratar de “resolver el problema”
Una de las trampas en las cuales caen los padres con más facilidad es la de tratar de resolver el problema. De alguna manera creemos que nuestros hijos no son lo suficientemente habilidosos o inteligentes para darle solución a una situación. Los seres humanos somos creativos por naturaleza… ¡y eso incluye a los hijos!
Tratar de resolverles sus problemas les producirá rabia y resentimiento. De ese modo limitamos su libertad de elegir y su habilidad para tomar decisiones. Por otra parte, esa estrategia conduce a los padres a la frustración y el enojo. En cambio, si los dejamos cometer sus propios errores y aprender de ellos estaremos contribuyendo a su desarrollo y crecimiento como seres humanos independientes y responsables.
Nuestras experiencias e ideas sobre situaciones similares no los beneficiarán de ninguna manera. Debemos aprender que esas son nuestras decisiones, las que aprendimos a tomar por nosotros mismos. Si tu hijo te pregunta por alguna experiencia, tienes libertad de relatarle tu historia, pero siempre dejándole claro que al final es él quien debe hacer su elección.
Respeta a tu hijo
Ser respetado es algo que valoramos altamente. Entonces, ¿qué tal si aplicamos lo mismo a nuestros adolescentes? Fíjate en cómo tratas a tu hijo de ahora en adelante. El respeto se muestra de muchas formas: en las palabras que usamos, en el tono de la voz, con los gestos y en la atención que prestamos cuando nos hablan. Simplemente escuchando sin juzgar, condenar o tratar de arreglar el problema ya estamos siendo respetuosos.
Aprende a valorar adecuadamente a tu hijo. Mira sus notas en la escuela, sus resultados deportivos, los logros en el universo artístico, las amistades que tiene, las cosas que realiza en casa, sus buenos actos. Luego hazle saber a tu hijo lo orgulloso que estás de él y cómo lo respetas. Te sorprenderás de cuán importantes son esas simples palabras para el muchacho.
Estas estrategias son difíciles de lograr, incómodas en ocasiones, pero con perseverancia y teniendo en la mira que todo será para el bien de tu hijo puedes llevarlas a cabo. Tu hijo adolescente lo amerita. Créeme, al pasar el tiempo notarás que poco a poco la comunicación con tu hijo se va haciendo más abierta y se mostrará mucho más amoroso contigo, aquello que en realidad siempre has anhelado.
Te invito a leer también ¿Cómo desarrollar buenas relaciones con los hijos? y Lecciones que nuestros hijos nos enseñan.