Furry con F de Fendi

Por Graciela Miramontes
Lejos quedó la época en que las herederas al trono Hilton se paseaban por las alfombras rojas con sus Vanity Bags de Fendi y mini vestidos satinados estilo baby doll. En ese entonces, lo único suave de ese par era lo aterciopelado de su tracksuit Juicy Couture.
10 años después del furor de las socialités, los creadores del icónico rio con nombre de platillo francés (baguette) se han reinventado de una forma extraordinaria que, sin duda, comprueba la teoría evolutiva de la supervivencia del más fuerte. Darwin estaría orgulloso.
Han pasado cincuenta años desde que el kaiser de la moda, Karl Lagerfeld, tomó las riendas de la casa italiana y la pasarela winter 2012-2013 marcaría un nuevo hito en la historia de la maison. La introducción de un poco de pelo en rios y prendas de la colección sería el inicio de un furor desmedido que subiría de nivel temporada tras temporada.
Hasta hace un año, nadie entendería el significado de la palabra Karlito hasta que lo vieran colgando de los bolsos de las fashionistas más hot. De inmediato, el llavero con valor de casi 900 euros volaría de las boutiques –tanto físicas como en línea– declarándose un éxito total. Al parecer, todas necesitaban en su vida este pequeño charm hecho de pelo de zorro, que homenajeaba al diseñador.
Esa F con tanto significado
Quienes vivimos en la era de las good-girl-gone bad” (hola, Lindsay; hello, Miley) y que presenciamos el florecer de Rihanna al ritmo de “Pon De Replay”, entendemos que ningún outfit estaba completo sin la F de Fendi. Ahora nos encontramos en medio del reborn de la marca que viró su foco a cosas más voluminosas y apapachables que el cuero.
No es un misterio que los abrigos de fur –faux o natural– han sido considerados sinónimo de lujo desde el boom de las monarquías europeas. Hoy, las pieles siguen siendo tema de conversación y pareciera que el barco comandado por el alemán más estiloso, se ha tomado la misión de “una pieza a la vez”, muy en serio.
Para la colección pre-fall 2016, Karl decidió forrar los pies de las modelos; tenis de plataforma, cubiertos de pelo hasta el suelo. Si viviéramos en el mundo de Hanna-Barbera, Pedro Picapiedra sería el rey del street style de Bedrock.
Backpacks, fundas de gadgets, joyería y hasta la misma baguette han recibido el furry treatment en toques sutiles. Pero, hasta ahora, nada se compara a esta nueva y atrevida propuesta.
Los “Bag Bugs” llegaron a acompañar a Karlito en la wishlist de todos los amantes de la moda que buscaban llamar la atención. ¿Será que estas nuevas piezas tengan el mismo éxito?
Experimentar y tomar riesgos
Si algo nos queda claro, es que nos encontramos en un momento en que la moda nos obliga a tomar riesgos; ahora, los diseñadores le temen menos a experimentar, pues siempre contarán con la osadía de Anna Dello Russo o la extravagancia de Miley Cyrus para colgarse hasta el molcajete.
Perdimos el miedo a ponernos pantuflas (cubiertas de pelo) en público, de colgar en nuestro brazo bolsas con la cara de los personajes de las cajas de cereal y de vestir nuestros celulares con limpiavidrios, cajas de leche y osos de peluche. El hambre de los fashionistas pide más y más y los diseñadores siguen estirando la liga hasta el punto de reventar. O así parece.
Quizá lo único que debamos cuestionarnos es si este tipo de prendas pertenece a otro lugar que no sea la semana de la moda de Paris o un impactante editorial resguardado entre las páginas de Vogue. O si sólo las trendsetters con múltiples ceros en sus cuentas bancarias –o un jugoso endorsement– sean las únicas dispuestas a volverlas parte de su look de día, sin temor a la carcajada.
¿Será que nos estamos acercando al terreno de los fashion victims o que sólo nos gusta coquetear con la idea? Después de todo –e inspiradas en la famosa canción de Pat Benatar– , “Glam is a battlefield”.