Nutrición saludable del adulto mayor
Los años no son sinónimo de enfermedad. Una buena nutrición basada en una alimentación sana y en la realización de actividad física diaria, son los pilares fundamentales para el logro de un envejecimiento saludable.
Según las nutricionistas Amelia Secondo y Dora Mira, del Programa Nacional de Nutrición del Ministerio de Salud Pública, las alteraciones nutricionales por envejecimiento están determinadas por varios factores. A medida que avanza la edad, los cambios en el aparato digestivo pueden acentuarse, afectando el proceso de nutrición desde el consumo hasta la utilización de nutrientes. La reducción de piezas dentarias y la disminución de su calidad, así como la atrofia del tejido óseo a nivel maxilar, también afecta la nutrición.
El flujo salival se reduce en un 40% con respecto al adulto joven, la saliva se vuelve más espesa y viscosa y como consecuencia se puede producir trastornos en la deglución. A nivel de estómago, puede existir disminución de la función esfinteriana del cardias (frecuencia del reflujo gastroesofágico), disminución de la motilidad gástrica y retraso del vaciamiento gástrico. Asimismo, disminuye la movilidad del colon y recto, pudiendo ocasionar estreñimiento. Existe además disminución de las funciones del sistema inmune.
Si eres un adulto mayor y quieres tener una alimentación saludable, debes tener en cuenta diez aspectos señalados por las Guías Alimentarias para la Población Uruguaya del Programa Nacional de Nutrición. Estos son: mantener una alimentación variada que incluya alimentos de los seis grupos (cereales, verduras y frutas, lácteos, carnes, dulces, azúcar y miel, aceites, frutas secas y choclate), distribuidos en las cuatro comidas diarias. Comer con moderación, según las porciones indicadas en cada grupo de alimentos.
Comenzar el día con un desayuno que incluya leche, pan y fruta para rendir más durante la jornada. Los lácteos son necesarios en todas las edades, por que debe consumirse por lo menos medio litro de leche por día. Consumir diariamente en todas sus comidas verduras y frutas de estación. Disminuir el consumo de bebidas azucaradas, azúcar, dulces, golosinas y productos de repostería. Controlar el consumo de carne, embutidos, manteca, queso, crema de leche, mayonesa y frituras por su alto contenido en grasas.
Disminuir también el consumo de sal y de alimentos que tengan alto contenido de la misma. Elegir dentro de cada grupo de alimentos los más adecuados al presupuesto familiar. Cuidar la higiene de los alimentos, desde la compra hasta el consumo para prevenir las enfermedades transmitidas por estos. Siguiendo estos consejos, mantendrás una buena nutrición y estarás más saludable.