A veces no es el tiempo el que lo cura todo, eres tú, y así es como quizá puedes hacerlo
No todo en la vida es color de rosa. Eso lo tenemos más que claro. Pero lo cierto es que muchas veces solemos quedarnos atascados en los eventos que (en ese momento) consideramos negativos y nos cuesta muchísimo levantar la frente y mirar hacia adelante.
Confiamos entonces en que el tiempo curará las heridas… aunque no siempre lo hace. Sanar nuestros dolores depende pura y exclusivamente de nosotros.
Tal vez suene demasiada responsabilidad, pero en realidad es lo que precisamos para continuar en este viaje de aprendizaje que es la vida.
Es la oportunidad magnífica de hacernos cargo de lo que nos sucede y tomar cartas en el asunto, centrándonos en lo positivo de cada experiencia. Hoy te contamos algunos consejos para lograrlo...
Una mirada compasiva
Si tienes más de 20 años, lo más probable es que hayas vivido ciertas experiencias dolorosas. Reconoce todo lo que has vivido y los desafíos que has afrontado con valor y tenacidad. Atrévete a virar la perspectiva del rencor, la culpa y el arrepentimiento hacia una mirada de compasión contigo y con el mundo.
Eres más poderoso de lo que imaginas
Una vez que observes el coraje con el que te has enfrentado a ciertos obstáculos a lo largo de la vida, vuelve a sentirlo, reconócelo como propio y ten confianza en que ese valor (y mucho más) habita en ti.
No tienes que esperar a que venga un hada con una varita mágica para que desaparezca tu dolor. Tú tienes el poder de trascenderlo.
Sé paciente contigo mismo
Ser paciente y amable con uno mismo es un hábito que todos deberíamos llevar a la práctica a diario. Está estrechamente vinculado con ser compasivo con nosotros mismos y, en ese caso, implica darnos el tiempo que precisamos.
Una vez que vemos que el tiempo no curará, sino que somos nosotros mismos los que lo haremos, debemos vivir el proceso de soltar el dolor siempre en calma. Que nadie acelere este momento, pero ten cuidado de no quedar estancado. Respetar tus tiempos es clave para sanar por completo alguna experiencia dolorosa.
Los demás pueden colaborar, pero no hacerlo por ti
Muchas veces cargamos (incluso inconscientemente) a otras personas de tareas que nos competen a nosotros. Por supuesto, los familiares, amigos y seres queridos serán bienvenidos en la medida en que acompañen en el proceso, pero de ninguna manera serán ellos los encargados de resolver nuestro problema o nuestro dolor.
- Quizá también te puede interesar leer: «10 hábitos que toda persona feliz debería adoptar»
La esperanza del futuro
Cuando recordamos situaciones pasadas para resolverlas y soltar el dolor no solo estamos liberándonos de un sufrimiento que se sigue manifestando en el presente, sino que nos estamos preparando para vivir en el futuro una vida con mayor bienestar y plenitud. Suena bien, ¿verdad?
En definitiva, no existe en el universo una fuerza misteriosa que decide hasta cuándo nos deja de doler una experiencia. No hay un «hasta aquí fue suficiente» externo porque, afortunadamente, somos nosotros quienes tenemos la llave para liberarnos de nuestros sufrimientos.
Está en cada uno esperar «a que el tiempo decida» o elegir soltar el dolor y quedarnos con la riqueza del aprendizaje. Y tú, ¿te animas a mirar desde otra perspectiva?
- Quizá también te interese nuestro artículo: «Los errores son oportunidades: cómo ser más feliz asumiendo tus propias consecuencias»