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5 sensaciones que experimentamos quienes disfrutamos de viajar solos

Publicado 28 Mar 2017 – 02:04 PM EDT | Actualizado 26 Mar 2018 – 10:34 AM EDT
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Viajar solo aún es visto como "algo raro" por quienes no conciben hacerlo sin su pareja, amigos o familia. Una tendencia que, por otra parte, cada vez se traduce en un mayor número de personas que deciden dejarlo todo por un tiempo y atreverse a zambullirse en ese otro destino donde le esperan nuevas personas, lugares y, en concreto, estas 5  sensaciones

1. Mayor libertad

Viajar acompañado conlleva estar atado a alguien y, como tal, no disfrutar de la misma forma las oportunidades que nos ofrece ese nuevo destino.

Viajando solo podemos hacer todo lo que queremos: apuntarnos a un voluntariado, seleccionar compañeros y nuevas amistades durante algunos días, comer en los lugares que nos gusta, escribir en la soledad de un café apartado y un largo etcétera de placeres ocultos en el arte de viajar en soledad

2. Introspección

Viajar supone ver la vida desde otras perspectiva, una que nos permite analizar mejor nuestra vida y situación, pero especialmente conocernos mejor a nosotros mismos y perfilar nuestro futuro.

Desde otro lugar del mundo el cambio se percibe más abismal y como tal las reflexiones son más profundas. ¡Ah! Y si podemos escribirlo en un cuaderno, mucho mejor.

3. Mayor creatividad 

Desde el mencionado arte de escribir en tu bitácoras hasta comenzar a hacer garabatos en la servilleta de un bar, pasando por una fotografía a la que muchos sucumben cuando se ven en otro lugar, la creatividad se alcanza con mayor facilidad durante los viajes, o al menos eso es lo que yo he experimentado durante muchos de ellos.

En las esperas de un aeropuerto o en la mesa de un bar de Cabo Verde he llenado cuadernos con anécdotas, pensamientos y dibujos inspirados por nuevos colores, aromas y, en definitiva, una rutina abierta a nuevos estímulos.

4. Confusión

Al igual que son muchos los beneficios que se nos plantean, la confusión estará también presente en este viaje, especialmente si se trata del primero. El motivo no es otro que la exposición a situaciones que nunca antes habíamos experimentado en la vida: ¿dormir en casa de un desconocido o en un hotel? ¿Viajar a X o Y? ¿Qué hacer si algo me hizo mal? ¿Y si me roban?

Llegar a dar con la respuesta adecuada no es fácil, pero lo que viene después sigue siendo igual de beneficioso, pues además de libre, habremos adquirido una resolución que no habíamos alcanzado en nuestros veinte, treinta o cuarenta y seis años de vida. 

5. Sociabilidad

Puede que hayamos decidido hacer un viaje como forma de evadirnos de un entorno que no nos aporta tanto como creíamos, el mismo que nos hacía aislarnos un poco del mundo.

En cambio, al viajar entramos en o con otras personas que siempre tendrán algo que aportarnos y como tal se abre una caja de Pandora cargada de nuevas ideas e interacciones que nunca nos habíamos planteado en otro lugar. Y la culpa la tiene un anonimato que engancha y nos permite ser algo más nosotros mismos. 

Estas 5 sensaciones que experimentamos al viajar nos permiten abrazar nuevos estímulos, reflexiones y situaciones.

¿Necesitabas más excusas para elegir ese destino que TÚ siempre quisiste?

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