Lo dice Dave Grohl: Roots de Sepultura es el disco más poderoso que escuchó en su vida
A Dave Grohl le gusta el metal, y no hay dudas de eso. Para comprobarlo basta hacer un repaso de su discografía para tomar nota de las numerosas colaboraciones como músico invitado de varios artistas del género, o como sesionista.
De todas maneras, la gran muestra de su pasión por el metal es Probot, el proyecto paralelo a Foo Fighters, el disco con el que se dio el gusto de grabar con varias figuras del metal, desde Tom G. Warrior (Celtic Frost) y Cronos (Venom) hasta Lemmy y King Diamond, pasando por Max Cavalera.
Roots, de Brasil para el mundo
El cariño y la iración por la música del brasileño y, particularmente, por Sepultura (de la que Max fue fundador y líder hasta fines de los 90, cuando se distanció de su hermano Igor y el resto de la banda) databa de mucho tiempo atrás, justamente de cuando Nirvana estaba en su máximo apogeo.
Años después y tras los hechos que todos conocemos, Dave escuchó por primera vez el disco Roots y, por más pretencioso que suene, le cambió la vida, en algunos aspectos, al menos. Veamos qué dijo Dave al respecto:
Claro que el sonido poderoso del disco al que se refiere Dave merece algunas consideraciones:
Roots fue un disco crucial en la discografía de Sepultura por varias razones. Fue el último trabajo de Max Cavalera con la banda y por ello el cierre de una etapa. Pero además fue un disco que permitió que afloraran las raíces brasileñas de la banda para amalgamarse a la perfección con el subgénero entonces en boga: el nü metal.
Si nos permitieran la atrocidad de hablar de world music metal, sin dudas Roots sería la carta de presentación del género. En Chaos A.D., el disco anterior de la banda, se vislumbraban las influencias de la música popular brasileña especialmente en lo percusivo, pero resultaban pinceladas exóticas que surgían como contrapeso para el sonido más industrial (y frío) de Sepultura. En Roots, los músicos lograron integrar esos elementos a partir del uso específico de instrumentos brasileños, pero sobre todo como un espíritu primitivo, visceral (y exótico para los oyentes del Primer mundo) que se conjugaba con el sonido pesado de mediados de los 90 que Ross Robinson se encargó de construir, especialmente como productor de Korn.
Un par de años después, Max intentaría sostener ese sonido en el primer disco de Soulfy, también producido por Ross Robinson. Pero la magia ya no estaba allí.