La fobia a los saltamontes y otras anécdotas sobre Salvador Dalí que amarás conocer en su aniversario
"Nunca Dalí entendió una pintura de Dalí, porque Dalí solo creó enigmas"
Puede que a muchas les rechine los dientes al escuchar el nombre Salvador Dalí. Y puede que eso sea algo que poco le importaría y hasta tal vez le gustaría a un genio como aquel.
"Seré un genio, y el mundo me irará. Quizá seré despreciado e incomprendido, pero seré un genio, un gran genio, porque estoy seguro de ello”, ya decía Dalí con tan solo 15 años. Y lo fué.
Un genio del pincel y un genio de la vida. Un ser eternamente auténtico y tan cuerdo como nadie lo podría estar. Pues su locura y excentricidad era tan sumamente consciente, que lo hacía más cuerdo que todos los que aseguran serlo.
Dalí marcó a generaciones de artistas y no debe existir ni un solo ser que en algún momento no haya escuchado al menos la palabra “ Dalí”. No debe haber quién no conozca aquellos relojes derretidos a los que Salvador llamó La persistencia de la memoria.
Y aunque podríamos decir que de un artista debe importarnos sus creaciones y no su vida, es difícil evitar querer saber y preguntarnos cómo era la vida de este genio… porque en realidad, su propia vida era una obra de arte, era un entero surrealismo.
Por eso y para celebrar los 112 años del nacimiento de Salvador Dalí, hemos recopilado algunas de las anécdotas del pintor que más bien era un genio.
8. Dalí no fue el primer Salvador Dalí
No. Antes de Dalí estuvo su hermano, quien murió antes de que él naciera y de quién heredó el nombre.
Según sus padres, no solo el nombre, pues cuando tenía 5 años, frente a la tumba de su hermano, le dijeron que él era su reencarnación. Lo cierto es que Dalí supo sacarle todo el jugo necesario a esta relación.
7. Su amor propio lo acompañó hasta el final
Antes de ser hospitalizado, Salvador Dalí puso como condición que solo lo internarían si lo llevaban una última vez a dar un paseo por una instalación en el Museo Dalí. Y así fue.
6. Gala en la vida de un no loco
“Ella estaba destinada a ser mi Gradiva, mi victoria, mi esposa.”
Ya conocemos la historia de Dalí y Gala. ¿Pero sabían ustedes que estando internado, en el 83, Dalí escapó de las enfermeras para ir hasta la tumba de Gala?
Pues el desenlace fue bastante inesperado… o mejor dicho, esperado. Salvador se horrorizó con el lugar donde estaba la tumba pensada para él (al lado de Gala) y pidió ser enterrado bajo su museo.
5. A Dalí le gustaba el dinero
Una anécdota bastante cómica (tal vez no para algunas) es la de Dalí y las cuentas de restaurantes. El pintor invitaba a un gran grupo de amigos a cenar a un lugar caro, a la hora de pagar el genio llenaba un cheque con el monto total de la cuenta, pero, además, en la parte trasera del cheque dejaba unos garabatos… porque sabía que nadie cambiaría un cheque con un original de Salvador Dalí.
4. También fue un modelo publicitario
Dalí no solamente rediseñó el logo de los Lollipop Chupa Chups en 1968, sino que también apareció en avisos publicitarios de la época, como los de Lanvin chocolates
3. Los jazmines en la cabeza
Su relación con sus padres nunca fue muy buena. Si bien su madre lo apoyó desde muy niño a llevar adelante la vida artística, varias cosas hicieron con que no fuera la mejor.
Fue entonces cuando apareció Gala y sus padres comenzaron a alejarse más. Pues al parecer la iración que Dalí sentía por ella, a ellos les incomodaba.
Para el entierro de su padre, con quién ya no se relacionaba, Dalí apareció con su cabeza llena de jazmines, dejando clara su postura de distanciamiento.
2. Salvador Dalí y Walt Disney… Destino
Porque en algún momento del 1945 Walt Disney le pidió colaboración a Salvador Dalí. Y así fue que estos dos genios crearon Destino, un corto animado que solo vio la luz 58 años después. En 2003, The Walt Disney Company lanzó esta película de tan solo 6 minutos, en la que la esencia lo dice: por ahí pasó Salvador Dalí.
1. Y por fin, su fobia a los saltamontes
Y a todo lo que se le pareciese. Ese insecto que aparece o se sugiere en algunas de sus obras, era uno de sus más grandes miedos. Los saltamontes y las langostas eran el terror de Dalí. Su fobia comenzó cuando de pequeño (cuando aún le gustaban estos insectos) tomó una babosa y descubrió que su cara era igual a la del saltamontes. Después de eso, sus mayores sustos eran cuando sus compañeros dejaban cajas con insectos sobre su pupitre, solo para divertirse viendo sus ataques de pánico.
"El payaso no soy yo, sino esa sociedad tan monstruosamente cínica e inconscientemente ingenua que interpreta un papel de seria para disfrazar su locura", dijo Salvador Dalí en algún momento. ¡Y cuantas veces hemos pensado que esto podría ser cierto!
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