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Juan Carlos nos enseña más que su tatuaje facial

Publicado 1 Sep 2012 – 02:00 AM EDT | Actualizado 2 Abr 2018 – 09:15 AM EDT
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Desde Andalucía, España, tuvimos el placer de recibir el tatuaje facial que Juan Carlos Arniz Sanz nos hizo llegar a nuestro correo de envíos. Además, él nos estuvo contando por qué un tatuaje en el rostro no es distinto a ninguno de los otros tantos que ya se ha hecho.

Si te interesa saber más sobre el tatuaje facial de Juan Carlos y su tan particular historia, te invito a conocer su experiencia y todo lo que nos estuvo contando sobre su original tatuaje aquí, en CuerpoyArte.

El tatuaje en el rostro de Juan Carlos

El diseño

Juan Carlos nos contó que este diseño fue el que más le gustó de entre los tantos que su tatuadora Montse (de Tarambana Tattoo) había preparado para la ocasión. Montse diseñó unos cuantos ejemplos de olas u ondas marinas en estilo japonés y luego Juan Carlos escogió el par que podemos ver en las imágenes.

Estas olas de colores (verde y azul) son un recordatorio de sus tan queridas, aunque hoy lejanas, calas mallorquinas. Estas fueron una parte muy importante de su vida, y como el propio Juan nos cuenta, su hogar, su fuente de alimento y su libertad.

El es un verdadero hombre de playa, uno de pura sangre, y de niño no había día alguno en el que no se pasara por la playa, en El Puerto de Cádiz. En sus propias palabras, un lugar más que importante en su vida: “(...) La playa, esté donde yo esté, es mi hogar, mi fuente de alimento y mi libertad.”

Tanto es así que Juan Carlos no piensa quedarse con este diseño tal cual esta, sino que tiene en mente continuarlo con más olas que tengan diferentes tonalidades y tamaños, hasta llegar a su nariz.

La sesión

Al hablar de la sesión, Juan Carlos nos es muy claro y nos dice: “La sesión fue estupenda, pues soy de los que ríen a carcajadas y charlan mientras los pinchan (aunque en ésta pude poco). Con Montse lo paso bien, pero el tatuarse en sí también es agradable, a pesar del dolor.”

Pero además nos da a conocer un dato muy curioso, diciéndonos que el lado izquierdo de su rostro le dolió más que el derecho. A esto, su tatuadora le explicó que se trataba de algo que ya había escuchado antes, sin importar cuál, uno de los lados de la cara siempre duele más que el otro.

Aunque previo a la sesión Juan tuvo algunas interrogantes, no ante la idea de tatuarse la cara en si, sino con respecto a la posibilidad de sentir algún dolor más profundo, como por ejemplo en las muelas, todo salió de maravilla.

Juan escogió Tarambana Tattoo (en El Puerto de Cádiz) como el estudio indicado por una buena razón: “(...) Allí Montse me atiende y entiende, y solemos reír como niños. El precio es bueno. De todas formas, si quiero pincharme, yo pago sin regateos, siempre.”

Las sabías palabras de Juan y el hecho de que se haya tatuado la cara denotan que él no es ningún principiante en el mundo de los tatuajes. El actuó con mucha seguridad y fiel a sus creencias, luego de un buen tiempo esperando por este tatuaje, luego de vencer las duras circunstancias que a veces la vida coloca en nuestro camino y luego de convertirse en una persona absolutamente libre, Juan Carlos finalmente se tatuó el rostro.

Tatuarse el rostro, da coraje y libertad

Te hablaba de la seguridad con la que Juan Carlos nos estuvo contando cómo decidió tatuarse el rostro, una muestra clara de un espíritu libre y valiente, realmente envidiable.

Pero esto no es todo, como también nos dijo y como nos permitió compartir en esta publicación, para cerrar de la mejor manera, me gustaría dejarlos nuevamente con sus propias palabras.

En mi charla con Juan Carlos, el señalaba:

“Un tatuaje en la cara no se lleva si no crees en el tatuaje y en el mundillo de los tatuajes. Debes sentir pasión, como en cualquier materia, en cualquier campo de las ciencias o en las artes. Siempre hay radicales. Personas que, llegado el momento, dicen «hasta aquí el camino; ya mando yo». Verás en las fotos que soy tuerto. Lo que les sorprende a muchos es que lo soy por voluntad, por liberarme de la milicia (en los boinas verdes, cuerpo de elite; vejaciones), en el año 1990. Sí, modificación corporal. Bueno, el globo me lo enuclearon en un hospital (meses después, por infección; podía quedarme ciego si esperaba), pero el pinchazo lo propinó mi propia mano. Yo sé algo más, algo que no cualquiera sabe. En fin, cuento este "triste" suceso, del cual nunca me arrepentiré, por lo nuestro, tatuarse el rostro. ¿Qué puede importarme la mirada de alguien a mis dibujitos faciales, si llevo una cicatriz que marca como pocas? Estoy acostumbrado. A eso y a que me miren desnudo, pues soy naturista. Lo raro es que no me miren. «¡Señora, que estoy aquí! ¡¿No me ve?!». ¡Ja-ja-ja-ja! Bien es cierto que llevo a veces puesta una bola de cristal (poco durará, según mi plan verdiazul, ya sabes...), un ojo falso y rastrero, con el que, en teoría, engaño a los niños y piensan que llevo dos ojos naturales (...) Podemos resumir la cuestión así: «Yo no paso por el aro; antes, la muerte». Juan-Carlos-nos-enseña-más-que-su-tatuaje-facial-5.jpg

Preferí que conocieras lo que Juan Carlos tenía que decir en su estado más puro y además, sé que el así lo prefiere. Él termina diciéndome que contar su historia le da alas, o mejor dicho, aletas.

Sin lugar a dudas, Juan Carlos es un hombre con mucho valor, que cree firmemente en sus convicciones y que además, no tiene ningún tipo de problema en gritarlo al mundo. Fue un placer para mi conocer y compartir la historia de nuestro amigo Juan contigo.

¿Qué opinas sobre su tatuaje? ¿Tú te animarías a hacerlo? Recuerda que si lo haces, tal como Juan lo hizo, tu también puedes compartir tu tatuaje con nosotros escribiéndonos a nuestro correo de envíos.

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