Crítica de Duke Nukem Forever
Duke Nukem Forever, la pieza de vaporware (tecnología inexistente) más famosa de todos los tiempos finalmente ha dejado ser una leyenda para convertirse en realidad. Sin embargo, esta transformación no fue del todo benévola con el juego ya que probablemente hubiese sido mejor que nunca se hubiese terminado. Luego de 14 años en desarrollo, concluyó una de las sagas más intrigantes de todos los tiempos, que llevo a la bancarrota a Id Software, creador del juego, y que se convirtió en el objeto de interminables debates entre fans y detractores por igual.
La versión completa de Duke Nukem Forever habría sido un gran juego hace 10 años, pero no en una época donde los shooters han avanzado al punto de convertirse en algo más interesante y realista que muchas películas. Sin embargo, Gearbox pareció olvidar que los gustos han evolucionado un poco y decidió traernos un juego con gráficos sumamente simples, controles extraños, tiempos de carga extremadamente largos (especialmente para un título con un nivel gráfico menos que estelar) y una jugabilidad que deja bastante que desear.
No esperaba un gran juego, pero sí uno divertido, y en cambio obtuve una reliquia híbrida que no tiene el encanto de ser el producto de otra era pero que tampoco acepta los progresos que se han hecho en décadas de diseño. Su principal estrategia es "escandalizar" con momentos que hubiesen sido shockeantes hace años pero que ahora se sienten tontos y aburridos.
Lamentablemente la segunda venida del Duke resulta ser un fiasco, pero espero que las ventas sean suficientes como para llevar a Gearbox a intentarlo de nuevo, esta vez con más paciencia y cuidado en los detalles.
Puntaje: 4/10- Duke Nukem Forever decepciona con una jugabilidad mala, niveles aburridos y repetitivos y una falta crónica de de atención por las cosas básicas que se esperan de un shooter de primera persona.