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¿Adicto a las malas palabras? Esta charla TED te podría interesar

Publicado 10 Nov 2017 – 02:49 PM EST | Actualizado 23 Mar 2018 – 11:27 AM EDT
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Se supone que para comportarnos como seres pensantes y civilizados, debemos dialogar de manera respetuosa evitando a todo momento el uso de malas palabras

Tal es así, que de niños decir estos improperios es un tabú. Solo es, hasta algunos años más tarde, que entendemos lo liberador de proferir alguno de estos insultos. Esto fascinó desde niño a Pablo Marchetti, director de la revista satírica argentina Barcelona, quien se dedica a estudiar y entender el arte de la mala palabra

Asistimos a la charla que dio en el evento TEDx Río de La Plata y alguna de sus frases llamaron nuestra atención.

El insulto más revelador de mi infancia no fue algo dicho, sino algo que leí. En la calle de mi barrio, había un auto viejo muy sucio que tenía escrito dos frases: «lavame sucio» y «puto el que lee». Ver esas dos leyendas fue revelador. Imagínense, un pibe de seis años que estaba aprendiendo a leer y de pronto veía que un auto tenía todo eso para decir.

Para el autor de «Puto el que lee: diccionario argentino de insultos», las  malas palabras conforman la cloaca de idioma. El problema es que, al igual que en la vida real, estas cloacas son imprescindibles: «el insulto es una expresión fundamental de la lengua, por eso es necesario sumergirse en esa cloaca si se quiere comprender el principio del idioma y la profundidad del alma humana».

Tal es así, que Marchetti no piensa que el uso de malas palabras denota un pobre manejo del vocabulario, sino más bien todo lo contrario: «con el insulto aparece el ingenio, la picardía, la creatividad. Un insulto es un ejercicio sofisticado del pensamiento, puesto al servicio de algo «choto».

Si una película contiene insultos, probablemente habrá un aviso de «lenguaje adulto», cuando en todo caso a lo que más se aproxima es al lenguaje infantil. Insultar es volver a la niñez, volver a activar aquellos mecanismos de ingenio y de emoción. Es volver a descubrir el mundo con la intensidad que lo hacemos cuando somos chicos.

¿Qué hacer con los insultos que discriminan?

Lamentablemente, los insultos muchas veces se usan como plataforma para atacar o expresar ideas inaceptables. La solución al problema, según Marchetti, la expresó años atrás el escritor argentino Roberto Fontanarrosa, quien durante un Congreso de la Lengua Española propuso un «indulto a las malas palabras».

En la actualidad existe motivos para pensar que un cambio en el paradigma es posible. Sobre todo cuando vemos que hay grupos que se hacen cargo de los insultos que reciben, los usan y de esa manera los neutralizan: el término puta, usado por las «putas feministas» a la cabeza o el término «negro villero», usado con orgullo por el mundo de la cumbia villera. Esto ya había comenzado con los equipos de fútbol: bostero, gallina, leproso, canalla, cuervo, quemero, tatengue, son todos términos que nacieron como insultos y que los hinchas de los clubes se hicieron cargo.

Sin embargo, otros ejemplos demuestran que cambiar la percepción de algunas malas palabras será más difícil de lo que pensábamos. Para Marchetti, «el insulto se volvió tan masivo que se puede volver inocuo: las redes sociales eliminaron el temor y el cálculo que tenía el insulto presencia», sostiene Marchetti.

La solución, en todo caso, está en comenzar a eliminar los tabúes alrededor de estas malas palabras: «Dicen que lo que mejor define a una sociedad es como se trata a los parias. Tomando esaa idea, podemos pensar que para entender cómo hablamos, tenemos que ver cómo insultamos. Somos lo que insultamos, hagámonos cargo».

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