¿No entendiste el final de 'Akelarre'? Te explicamos su poderoso mensaje
El cine español de drama dio un vuelco innovador gracias a Akelarre, una producción de Pablo Agüero que, aún hoy día, se posiciona en los primeros lugares del top Netflix en América Latina.
La trama cuenta la historia de un grupo de mujeres jóvenes que viven en el País Vasco durante el año 1609. A pesar de su vida tranquila e inocentes juegos, todas son acusadas de brujería.
Cuando son encerradas por orden del Rey, una de ellas (Ana, interpretada por Amaia Aberasturi) arma un plan para decir a los jueces y clérigos lo que quieren oír: que sí son brujas.
Mediante una compleja explicación inventada de su ritual Sabbat para "llamar a Lucifer", la esperanza de ganar tiempo antes de su inevitable ejecución en la hoguera, permanece.
¡Alto! Te acercas a territorio de spoilers, si deseas reservarte las sorpresas de Akelarre, sal de la nota en este renglón.
Listo, entonces: todo trascurre según los planes de Ana, al menos hasta que el juez Rostegui (interpretado por Àlex Brendemühl) se da cuenta de la treta. Sin embargo, poco antes de su ejecución, éste obliga a las chicas a replicar el Sabbat, e incluso, es partícipe del "ritual" que ellas mismas improvisan.
Aún cuando intentan confrontar a sus captores y parece que escaparán, las chicas son acorraladas y deciden saltar por un precipicio que da al mar. Como Rostegui asegura que en realidad "las brujas volaron", muchos espectadores observan los créditos de la película preguntándose si las protagonistas murieron o no.
La esperada explicación del final de Akelarre
Cabe recordar que Rostegui, como partícipe del ritual, también comió de los hongos alucinógenos que Ana le ofreció. Por esto, pudo pensar que las chicas volaron y se salvaron de la muerte... pero tristemente no.
Es muy posible que las chicas se hayan estrellado contra el mar, y en el escenario más "piadoso" para sus restos, se hayan ahogado. Sin embargo, su manipulación a los jueces tiene un poderoso mensaje: desde tiempos inmemoriales, las mujeres libres son contradictorias al sistema.
Aunque las chicas no pudieron evitar su muerte al final, no se sometieron a la hoguera que fue planificada para ellas. De hecho, gracias al consejo de la vieja criada de la prisión (interpretada por Elena Uriz) es que Ana permanece dispuesta a escapar de su destino junto a sus "hermanas".
El consejo de la sabia criada resuena aún en nuestra generación, y de hecho, habla del longevo "temor" de las mentes ultra-conservadoras: invertir el "orden" del universo social.
Tal como la anciana criada cita: «los hombres temen a las mujeres que no les temen». El pavor que Ana y sus compañeras desataron a sus captures, fue crudo y real, además, aumentó cuando su historia de manipulación ficticia comenzó a ser creíble.
Si bien el acorralamiento fue el desenlace final, este sí pudo haber sido evitado en un giro de los acontecimientos. El "vuelo" de Ana y sus amigas, las liberó del yugo de sus captores; a su vez, inspiró a las doncellas presentes que sólo habían aspirado (hasta ese entonces) a ser criadas.
A final de cuentas, el relato del vuelo muy posiblemente trascendió por parte del propio juez Rostegui: desatando el temor a las mujeres libres en el futuro, pero a su vez, inspirando a todas a tomar las riendas de su vida.
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