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Criticas de Cine

Lion, un camino a casa, la más emotiva de los Premios Oscar 2017

Publicado 18 Feb 2017 – 03:00 PM EST | Actualizado 14 Mar 2018 – 09:48 AM EDT
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Nada como la etiqueta de basada en hechos reales para dotar a una película de cierta seriedad y prestigio.

Como si muchos no confiaran demasiado en las historias inventadas, esas ficciones propias de géneros como la ciencia ficción y la fantasía, cosas de niños, y valoraran mucho más en el peso de la realidad, algo como «esto ocurrió realmente y por lo tanto es verdaderamente importante».

Y si la historia basada en hechos reales es dramática, inspiradora, algo triste tal vez pero en última instancia afirmativa y esperanzadora, básicamente la película se ganó un pase directo a las nominaciones a los Premios Oscar.

Tres de las nominadas a mejor película en los Premios Oscar 2017Hasta el último hombre ( Hacksaw Ridge), Talentos ocultos ( Hidden Figures) y Un camino a casa ( Lion)— cumplen con estos requisitos: son basadas en historias reales maravillosas y excepcionales, de esas que parecen haber existido en parte para hacer una buena película sobre ellas, y son también inspiradoras y emotivas (después de haber superado las partes más duras o tristes).

Las tres comparten el hecho de ser historias de triunfo personal, de superación, de personajes que debieron enfrentar situaciones muy adversas y desfavorables y que, gracias a su convicción, determinación, fortaleza mental, espiritual o física, lograron alcanzar lo que se proponían.

Emoción y manipulación

A diferencia de Hacksaw Ridge y Hidden Figures, la historia de Lion es de carácter individual y familiar, sin repercusiones ni mensajes de índole social o política, lo que hace más efectivo su peso dramático.

De todas maneras, utiliza algunos recursos dudosos y un poco manipuladores a la hora de buscar la emoción público, cosa que sin dudas logra.

El argumento es bastante sencillo:

Un niño indio de cinco años se pierde en las calles de Calcuta, a miles de kilómetros de su hogar. Sobrevive a muchos obstáculos antes de ser adoptado por una pareja de Australia. 25 años después, se embarcará en la búsqueda de su familia perdida.

Los comienzos de Lion recuerdan a ¿Quién quiere ser millonario?, el otro famoso retrato hollywoodense de la India y, más particularmente, de los niños pobres de ese país, al punto que algunos detalles de ésta parecen haberse inspirado en aquella famosa película de Danny Boyle ganadora del Oscar (y también protagonizada por Patel). Aunque aquí se opta por un retrato más crudo, dramático y menos estilizado.

Al igual que aquella, el comienzo se sitúa en los barrios pobres de la India —los «slums», de donde se deriva el nombre de Slumdog Millionaire—, pero visto desde el punto de vista de los niños protagonistas (también dos hermanos), que con su inocencia y picardía alivianan la carga pesada que implica el contexto social, dándole a ese comienzo un tono de comedia, con los niños, por ejemplo, huyendo tras haber sido capturados en alguna travesura.

Pero después sobreviene la tragedia que cambiará la vida de los protagonistas.

En el caso de Saroo, el protagonista de Lion, no es un hecho brutal ni violento como en Slumdog Millionaire (en la que la madre de los niños era asesinada durante una revuelta de carácter religioso), sino la más pura mala suerte (favorecida, inevitablemente, por su precaria situación), lo que hace que este giro del destino sea casi más descorazonador o en todo caso inexplicable, inmotivado e impersonal; no hay a quién o a qué echarle la culpa.

Tras quedar dormido a bordo de un vagón, Saroo despierta horas después con el tren en movimiento y sin nadie más a bordo. Un par de días después, el tren se detiene y Saroo desciende. Está en Calcuta, solo y sin hablar ni entender ni una sola palabra de bengalí.

Antes lo habíamos visto robar carbón de un tren junto a su hermano mayor, con el que tiene una entrañable relación de amor y camaradería, para comprar leche y alimento, y llevarlo a su casa donde lo esperaba su madre, muy cariñosa con ellos, y con una bebé en brazos.

Todo esto es sin dudas efectista, pero a la vez verosímil (resuena el «basada en hechos reales») y funciona como un modo rápido y efectivo de establecer la situación de nuestro pequeño protagonista y su vínculo familiar, que luego será, como se sabe, esencial en la trama.

Un niño solo y perdido en las calles de una ciudad como Calcuta ya suena lo suficientemente desolador, pero el director Garth Davis -que dirige su primer largometraje- no se queda solo con eso y se detiene en escenas brutales y desgarradoras, enfatizando la vulnerabilidad y la pequeñez de Saroo (el diminuto físico y los gestos del pequeño actor Sunny Pawar también son esenciales para el impacto de todo esto), ya sea perdido en una multitud de adultos a los que no les llega ni a la cintura intentando conseguir un regreso a casa en tren, o enmarcado pequeño y veloz (se pasa gran parte de estas escenas corriendo) en el medio de un plano abierto con la enorme ciudad de fondo y la inmensidad de la noche oscura, que encierra toda clase de peligros.

Después, tras escapar por poco y por puro instinto de supervivencia a ser víctima de tráfico sexual, tras un paso por un orfanato, tras perder las esperanzas de volver a reencontrarse con su madre y su hermano, es adoptado por una adinerada y cariñosa pareja australiana (interpretada por Nicole Kidman y David Wenham).

¿Cuál es mi casa?

Allí, damos un salto hacia 20 años después, cuando Saroo todavía no ha podido olvidar que en algún lugar de India cuyo nombre nunca siquiera conoce realmente (cuando era pequeño lo pronunciaba mal y no sabía escribirlo), hay una madre y un hermano que lo dieron por muerto o desaparecido, y le encantaría hacerles saber que está bien.

El resto de la película narra sencillamente sus esfuerzos para volver a encontrar el lugar de su primera infancia y a su familia, pero la película acierta al indagar en sus motivaciones y no quedarse simplemente con lo anecdótico de este periplo emocional.

Saroo es un joven conflictuado, inevitablemente, que no puede conciliar el hecho de haber tenido una familia que le dio todo lo que necesitaba, lo material y lo inmaterial, de tener una novia que lo quiere y lo apoya ( Rooney Mara), de poder estudiar y hacer lo que quiere. Siente culpa y siente que no lo merece.

Como un doloroso recordatorio, como un lejano vínculo, está Mantosh ( Divian Ladwa), su hermano adoptivo, también de India, cuya historia previa nunca llegamos a conocer y se sospecha no muy diferente a la de Saroo antes de su familia adoptiva, pero sí las secuelas que ésta le dejó, mucho peores que a Saroo.

Mantosh representa en carne viva todos los conflictos que en Saroo van por dentro.

Lion, un camino a casa, va por caminos que uno sabe que va a transitar, y llega a destinos que uno ya sabe cuáles serán.

Pero cuenta con el respaldo de una notable actuación de Dev Patel, la honesta preocupación por su personaje y su caracterización, y una poderosa historia a la que, no obstante los artificios y los énfasis innecesarios, le hace justicia.

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