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chris hemsworth

¿Cuándo los actores pasaron de ser simples empleados de los estudios a celebridades codiciadas?

Publicado 29 Mar 2017 – 05:45 PM EDT | Actualizado 24 Abr 2018 – 03:32 PM EDT
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Actualmente, muchos se sienten inspirados por sus actores y actrices favoritos. Se sienten cautivados por sus interpretaciones y cómo se han convertido en símbolos influyentes en la cultura popular.

Pero no todo es color de rosa. Detrás del brillo y espectáculo se ha generado una maquinaria que se mueve estratégicamente a favor (o en contra) de esas figuras que tanto disfrutamos. La industria, aunque ha cambiado a lo largo del tiempo, aún plantea duras reglas de juego.

El star system es eso, un gran sistema que crea y moldea a megaestrellas, que nos hace irarlas y deseemos ser como ellas. Es una industria enorme, cambiante y que transformó por completo la manera de hacer (y ver) el cine.

Los inicios

En la génesis del cine, los actores permanecían en la oscuridad, es decir, sus nombres no aparecían en los créditos de las nacientes producciones.

Esto se debió a dos razones esenciales: El cine, a principios del siglo XX, era visto como un tipo de entretenimiento para la clase humilde y trabajadora, por lo cual, era una forma menor de hacer arte a diferencia del teatro, por ejemplo. Los actores que participaban en las películas preferían entonces permanecer en el anonimato.

En segundo lugar, las casas productoras le restaron poder a estos intérpretes para evitar que cobraran poder y relevancia. Eventualmente, con el tiempo, los actores y actrices ganarían el interés del público. Al ver algunos de manera regular en las películas, la audiencia deseaba saber más de ellos, conocer lo que hacían y hasta imitar su imagen.

A partir de este momento la industria cambió completamente.

El nacimiento de un sistema

La promoción se hizo a la orden del día. En los estudios, surgieron figuras que entrarían en el juego del star system como los representantes, publicistas e inclusive la prensa de farándula. Uno y cada uno de ellos ayudaría a impulsar o no la fama de un actor.

Un claro ejemplo fue el de Florence Lawrence, también llamada como The Biograph Girl, quien se convirtió en una de las primeras figuras en las que el público se sintió interesado en conocer más. Al mismo tiempo que la demanda hacia Lawrence crecía, el productor, Carl Laemmle la convenció de fingir un accidente fatal y así probar la influencia de la actriz sobre los espectadores.

Lawrence, eventualmente, desmintió los rumores y esto la llevó a convertirse en la primera mega estrella de la historia del cine. El experimento surtió efecto.

Con esto quedó bien en claro lo lucrativos que podrían resultar los actores para las productoras. Ya no serían rostros desconocidos sino que hasta serían ejemplos de moda y de conducta para la gente. Serían roles para la sociedad.

El poder de la industria

Los estudios comprendieron el poder que podrían ganar a través de los actores. Gracias a ello, se realizaron contratos rigurosos y estrictos sobre las estrellas. Inclusive, se planteaban cláusulas de moral para vigilar una conducta potencialmente conflictiva o cuestionable.

Esto es solo una parte, la industria hasta podría definir un nombre y un aspecto totalmente diferente a la del actor. Por ejemplo: Marilyn Monroe pasaría a la historia como un símbolo universal de la sensualidad, muy diferente a la morena e inocente  Norma Jean Baker (nombre real de la actriz).

Otro caso es el de Rock Hudson, actor reconocido como figura emblemática de la masculinidad cuya verdadera inclinación sexual fue ocultada para así explotar su imagen de macho alfa.

Conclusión: las mujeres debían comportarse como damas delicadas y sensibles, mientras que los hombres, debían proyectar una imagen de caballerosidad y virilidad.

El éxito de un actor dependía de las películas que aparecía, la frecuencia, el aspecto que debía ser pulcro y refinado sin importar la hora ni el momento, y por su puesto destacar en la primera plana de los periódicos de renombre. Mientras más buenas referencias, mejor.

Esta serie de normas y reglas encargadas de controlar férreamente a los actores, comenzó a ver su declive en los 60, cuando estrellas como Elizabeth Taylor, Olivia de Havilland y Bette Davis, demandaron sus estudios para liberarse de los contrarios.

Las estrellas buscaban su independencia.

La contraparte

En vista del control de los estudios, a mediados de la década de los 20, figuras emblemáticas del cine como Charlie Chaplin, Mary Pickford y Douglas Fairbanks, fundaron la United Artists, como un medio para que los trabajadores de la actuación pudieran tener mayor decisión en sus carreras.

Lamentablemente, los estudios, paralelamente, se hicieron con promesas de fama y fortuna para miles de aspirantes que sólo quedaron como reservas sin tener posibilidad de explorar ni explotar su talento.

Actualmente, las reglas de juego han cambiado un poco. Hay cierta autonomía pero los problemas son otros. La dinámica de rige en actores taquilleros y los que son extraordinariamente talentosos reconocidos por la crítica.

Alguno de ellos podemos verlos en los films de Marvel como Chris Hemswhorth y Chris Evans, actores relativamente desconocidos pero cuyas carreras fueron impulsadas por estos films. El otro espectro se haya actores como Sean Penn o Daniel Day-Lewis. Actores con interpretaciones brillantes, pero con poco “taquilleros”.

Sin embargo, hay excepciones como en el caso de Denzel Washington y Will Smith, que, a pesar del tiempo, han podido desarrollar un sinfín de proyectos taquilleros o no, que han logrado satisfacer a todos los gustos.

Otro tema que ha salido a la luz es la desigualdad de los pagos y tratos entre los actores y actrices. Las mujeres ganan mucho menos y, a veces, la presión por destacar en una industria que exige juventud y belleza, deja de lado a talentos extraordinarios.

En cualquier caso, se han establecido organizaciones y sindicatos que sirven para representar y hacer respetar mejores condiciones laborales y paga para los actores, aunque estos aún deben luchar para mantenerse en un medio que demanda cada vez más y que vale aprovechar cada ápice de oportunidad puesto que es dinámica, cambiante y, a veces, no da espacio para todos.

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