5 razones por las que Vampiros de John Carpenter es una obra de arte
El género de terror sin dudas es uno de los más bellos de la industria del cine. Es una oportunidad única de experimentar y vivenciar como espectadores la adrenalina y el miedo ante situaciones que nunca querríamos vivir en la vida real, o serían imposibles.
Dentro del extenso género, los vampiros son una de las facetas más prolíferas del mismo. Literalmente está repleto de películas de vampiros, algunas muy buenas y otras no tanto, hasta algunas aberraciones olvidables como la saga de Twilight. Pero olvidando ese pequeño detalle, todos amamos a los vampiros.
Entonces, si aplicamos la lógica, la combinación resultante de una película de vampiros, dirigida por un gran director del género terror, tiene que obligatoriamente ser increíblemente buena.
Bueno, algo parecido a esto sucede con el film Vampiros, del mítico John Carpenter quien, por cierto, además de dirigir la película, también compone la banda sonora.
Este brillante film conjuga a la perfección muchos aspectos que lo convierten en una verdadera obra de arte para los amantes del cine de vampiros, y aunque parezca extraño decirlo, el hecho de que se trate de una película de bajo presupuesto es precisamente uno de estos aspectos. Por desgracia, las secuelas de este film fueron realmente pésimas.
Veamos a continuación las razones que convierten a Vampiros en una verdadera obra de arte vampírica.
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# 5 Clima Perfecto
Se trata de una película extraña, con un pequeñísimo toque bizarro que, lejos de restar, aporta muchísimo. El clima que se logra mezclando este pequeño detalle, con una sensación de persecución constante y plagada del terror logrado por un enemigo contundente, y la estética desolada de pequeños pueblos y carreteras del desierto mexicano es realmente insuperable.
# 4 Road Movie
Es una road movie, es decir, gran parte de la película transcurre en las desoladas carreteras del desierto mexicano, en las que los protagonistas siguen las pistas y rastros que el vampiro Jan Valek deja en su camino, y paran simplemente en moteles aislados o pequeños pueblos casi vacíos. Esto realmente es un condimento superlativo para el film.
# 3 Bajo Presupuesto
Puede llegar a parecer casi una contradicción, pero el hecho de ser una película de bajo presupuesto es precisamente uno de los aspectos más valiosos de la misma. Casi no hay efectos especiales, solo maquillaje y algunas bengalas para simular fuego, nada más.
No tenemos tiempo para distraernos en efectos especiales sobresalientes, solo nos queda enfocarnos en la trama de la película y esto es realmente genial.
# 2 Vampiros que realmente asustan
El concepto de vampiro que utiliza Carpenter es sencillo, no son payasos excéntricos, ni brillan bajo el sol, tampoco son criaturas extrañas como sucede en otras películas. Los vampiros son realmente sencillos, gente pálida con colmillos afilados, ropas raídas que muestran el inacabable paso del tiempo, y muchas ganas de alimentarse.
Quizá uno de los aspectos más brillantes de los mismos, y del film entero, es la redefinición de la forma en que duermen los vampiros, algo que es logrado también por un excelente trabajo de fotografía.
Yendo bien a la raíz del mito, los vampiros de Carpenter duermen enterrados, sin necesidad de ridículos ataúdes, o los más recientes comportamientos de zombies que presentan los vampiros modernos.
Por cierto, la escena del atardecer, cuando los vampiros salen de su entierro es épica.
# 1 Argumento excepcional
El film de Carpenter, basado en la novela Vampire$ de John Steakley, explica el origen del vampirismo en base a un exorcismo fallido que, en 1311, deriva en la conversión del sacerdote católico Jan Valek en una bestia sedienta de sangre.
Durante el film, Valek y sus secuaces planean encontrar la Cruz Negra de Béziers, la misma cruz utilizada durante el exorcismo fallido, para terminar el mismo y lograr que los vampiros puedan caminar bajo la luz del sol.
Más allá de esto, otro elemento genial, es que los cazadores de vampiros son grupos que responden y son subvencionados por la mismísima Iglesia Católica, algo que deriva en la traición del propio cardenal encargado de la facción de cazadores de vampiros americanos.
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